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El duro camino de Manizha Talash desde Afganistán a los Juegos Olímpicos de París: "Los talibanes primero te matan y después preguntan"

El duro camino de Manizha Talash desde Afganistán a los Juegos Olímpicos de París:

Manizha Talash es afgana y hace breaking. Estará en los Juegos Olímpicos de París en el equipo de refugiados. La huida hasta llegar a España fue "una película de terror". Lo cuentan algunos de sus protagonistas. Baila por ella y por las mujeres de Afganistán 

Manizha Talash vio un vídeo en Youtube de un chico girando sobre su cabeza y quedó enamorada del breaking. Vivía en Afganistán, en Kabul, y encontró un gimnasio en el que poder iniciarse y practicar. "Mi vida era muy dura. Una chica que no tiene padre, además de estudiar tenía que trabajar para poder ayudar en casa. Cuando encontré el breaking mi vida cambió porque no pensaba en mis problemas", afirma la B-girl, que así se conoce a los bailarines de breaking, uno de los deportes nuevos de los Juegos de París 2024. Manizha lo cuenta en la sede del Comité Olímpico Español (COE). Va a estar en la capital de Francia formando parte del equipo de refugiados del COI, que está integrado por 36 atletas. El camino que la ha llevado a España y a París es una historia durísima. Porque el 15 de agosto de 2021 los talibanes asaltaron el poder en Afganistán y todo cambió.

La primera chica en Afganistán

Aunque tampoco antes era fácil. "Ella vino al equipo donde entrenamos nosotros y empezamos a echarle una mano para que siguiera bailando, porque en Afganistán no había un breakdancer femenino", explica Sajad Temurian, miembro de Superiors Crew, el equipo de hip hop del que formaba parte Manizha, y uno de los principales responsable de que la huida de Kabul y el viaje a España fueran posibles. Manizha fue la primera chica, y llegó a haber hasta seis. Pero, lo dicho, tampoco era sencillo antes de los talibanes, como relata Sajad. "En Afganistán la mayoría son musulmanes, pero dentro de la mayoría hay extremistas, y eso es lo que no nos facilitaba lo que estábamos haciendo. Antes, al menos se podía, ahora es imposible. En el club queríamos hacer competiciones, 'batallas', reuniones de los bailarines y los raperos. Queríamos que fueran una vez al mes. Montamos la primera, la segunda y en la tercera explotó un coche al lado del lugar donde entrenábamos. Vinieron los militares para que cerráramos", narra, y cuenta otra situación escalofriante.

"Estábamos entrenando, llegó un hombre y se sentó en una silla dentro del club, mirándonos. Nos parecía muy extraño que un hombre así y con la ropa tradicional que llevaba... Un amigo, Jawad, me dijo que fuéramos a preguntarle qué quería. Entonces, entraron militares y nos dijeron que nos sentáramos en el suelo. Los militares por ley no deberían responderte, pero les pregunté qué sucedía y me dijeron que era un tío de los talibanes que estaba estudiando cómo poner una bomba dentro del club, que le llevaban siguiendo durante mucho tiempo. Por eso cerramos el club. Estábamos esperando a que el gobierno nos dijera algo, y a los seis meses entraron los talibanes", continúa.

"Una película de terror"

Ese 15 de agosto de 2021 fue "como una película de terror". Personas como Sajad acabaron sufriendo en sus carnes lo que sus padres les habían contado (los talibanes habían salido del poder en 2001). El primer día Sajad decidió esperar. El segundo salió para ver cómo estaba el aeropuerto por si era necesario escapar y lo que vio le hizo volver a casa y decir a su madre que cogiera lo que necesitara para irse. "Después de unas horas fuimos a casa de un amigo y desde ahí todos nos juntamos y cogimos una furgoneta y un coche para salir", añade.

El complicado paso a Pakistán

Huyeron 22 personas en total, gran parte del grupo Superiors Crew, entre ellos Manizha y su hermano pequeño de 12 años (ella tenía 18, ahora 21). Sajad y Jawad, que eran los mas veteranos, fueron a hablar con la madre de ella. "Preguntó que si podíamos llevárnosla. Le dije que era mucha responsabilidad, pero que la iba a tratar como si fuera mi familia, aunque no podía asegurar que no iba a pasar nada", cuenta Sajad. Decidieron escapar a Pakistán. "En el camino lo pasamos muy mal porque cada, no sé, 100 kilómetros, había check points de los Talibanes, mirando y buscando militares y gente importante, para que no salieran del país. Yo era un traductor para los periódicos estadounidenses, llevaba dos años con ellos, pero por miedo no cogí ni mis documentos de universidad. Lo mismo te paran, ven un título de la universidad de Estados Unidos, y ya está. En mi país se dice: ‘Te matan y luego te preguntan’. Por eso prefería no tener nada", explica Sajad.

Con el dinero que llevaban en las manos y "dos ropas"

Una periodista les dijo que desde Pakistán tal vez podrían huir a Canadá, que quizá les podría echar una mano, pero no fue así. La primera parada fue Quetta. "Una ciudad al lado de la frontera de Afganistán que está llena de extremistas, allí se venden armas... Es difícil vivir. Teníamos unos conocidos y les pedimos que nos alquilaran un piso con su nombre y les pagábamos los gastos", sigue recordando Sajad. De casa salieron con el dinero que llevaban en las manos "y con dos ropas cada uno". "En Quetta cogimos dos casas y estuvimos cuatro o cinco meses", rememora Sajad, que tirando de contactos habló con raperos de todo el mundo y se creó el movimiento #saveafghanhiphoppers. Así recibían dinero, aunque se lo tenían que hacer llegar a través de otros personas.

Depresión

El siguiente destino fue Islamabad. "Los precios eran muy caros. Ahí ya sólo pudimos coger un piso de dos habitaciones y un comedor, y allí estábamos todos. Había militares y policías y teníamos siempre miedo porque la mitad del grupo no teníamos ni visado ni pasaporte", continúa Sajad. Todos entraron en depresión. También Manizah, que lo recuerda así. “Tenía depresión por la situación de mi familia. Para mi hermano yo era como una madre. Si no hubiera sido por mis amigos...”.

Cada uno hacía lo que podía para buscar la manera de salir. A España había llegado ya Jawad, uno de los más veteranos, porque tenía pasaporte y contactó con organizaciones, asociaciones, clubs, festivales... "Él además forma parte de un grupo de rap que se llama AK 13 súper famoso y era una cosa que les ponía en peligro porque sus letras eran muy explícitas contra los talibanes. Fue un poco el hilo conductor para hacer llegar a la embajada a Islamabad el peligro que corrían. Nosotros les ayudamos escribiendo a la cónsul desde el club de breaking la Unidad, de Parla y desde el ayuntamiento de Parla también lo hicimos. Fue nuestro granito de arena", afirma David Vento, que ahora es una de los entrenadores de Manizha, pero ya llegaremos hasta él.

People Help y el viaje a España

"Yo hablé con una amiga, y esta nos puso en contacto con la otra, y así llegamos a People Help", prosigue Sajad. Uno de los proyectos de la ONG People Help es asesorar a los refugiados que han logrado salir de Afganistán para que puedan hacer la solicitud de entrevista en la Embajada Española para pedir asilo. "Primero nos dijeron que esta oportunidad era sólo para mujeres, y yo le dije que somos una familia grande de hiphoperos, que había dos madres, tenemos cuatro mujeres, incluso mi hermanita... Ya me llamaron y me dijeron que había oportunidad de hacer la entrevista con la embajada, que preparáramos los dossiers, y cogimos una abogada estadounidense, que nos cobró mucho dinero, y nos preparó los dossiers para presentarlos", describe Sajad. El objetivo era demostrar que eran reales, que eran artistas y estaban en peligro. Lograron cartas del Museo Hip Hop de EE UU, que está en Nueva York; del periódico "The Guardian"... Finalmente, en un par de aviones del ejército salieron como 250 o 300 personas rumbo a España entre las que estaban ellos. Habían pasado 11 meses desde que salieron de Afganistán. Era julio de 2022. En España los miembros de Superior Crew fueron repartidos entre Madrid, Murcia o Huesca, donde se fue Manizha con su hermano.

"En marzo de 2024 recibimos un correo con la posibilidad de que fuera beneficiaria de una beca de entrenamiento del Comité Olímpico Internacional para los refugiados; yo hice una valoración positiva y me comprometí a entrenarla aquí en Madrid", cuenta David Vento, nombre, recuerden, citado unas líneas atrás. El Comité Olímpico Español ayudó a que se le concediera. "Se ha adaptado muy bien. Ha aprendido rápido el idioma", asegura Vento. Manizha reconoce que le "gusta la tortilla de patata, pero no el jamón". En Madrid entrena 6 días a la semana, la parte física con David Moronta y la técnica con David Vento, que forman parte de la Federación Española de Baile Deportivo. Entrena en el Parque del Auditorio de Vallecas y a veces en el CAR.

Su amiga Isabel

En la capital primero estuvo compartiendo piso con Isabel, una amiga periodista de Estados Unidos. "Ella mandó un primer correo electrónico al COI para proponerla para el equipo olímpico de refugiados", desvela Vento. Han sido muchas personas las que han empujado para conseguir este pequeño milagro. "Tenemos un amigo común, que fue su primer profesor de break dance en Afganistán", afirma Isabel. "Durante unos años hablamos por Instagram y WhatsApp y cuando llegaron a España, la conocí en persona. Yo estoy aquí por ella", continúa la reportera, que va a hacer un documental sobre Manizah. En mayo, por cierto, la B-girl pudo reunirse por fin con el resto de su familia en Madrid, algo que también fue una las obsesiones del COE. "Como se iba a anunciar que iba a ir a los Juegos, su madre, su hermana y su hermano más pequeño corrían peligro en Kabul. Ya lo corrían antes: la madre vivía sola, estaban escondiéndose porque gran parte de la sociedad ve mal que una mujer viva sola. Y su hermana tuvo problemas porque querían hacer un matrimonio forzoso y cosas así, que finalmente se pudo evitar", explica Vento.

El 9 de agosto, Manizha cumplirá el sueño olímpico. "Quiero competir y además decir quién soy, de dónde soy y cómo he llegado aquí. Las chicas en Afganistán no pueden salir de casa sin un hombre, no pueden estudiar, trabajar o escuchar música. Eso es lo que quiero decir", grita la B-girl.

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