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Ni Redbull ni Monster: así era la bebida energética que tomaban nuestros bisabuelos

En cualquier supermercado es cada vez más habitual ver lineales llenos de bebidas energéticas, unos refrescos que generaron mucha controversia en los primeros años de distribución pero que se han convertido en bebidas muy populares entre los más jóvenes. Pero antes de que llegaran al mercado el Redbull, Monster, Booster o Rockstar, hubo muchas otras. De hecho, ya en la época romana tenían su propia bebida energética. Cuando Jesucristo estaba agonizando en la cruz, los soldados romanos se apiadaron de él y le ofrecieron posca, una mezcla de vinagre, agua e hierbas aromáticas. Los soldados estaban obligados a llevar consigo una tinaja con esta bebida para mantenerse activos durante las intensas jornadas. Durante siglos se utilizaron bebidas alcohólicas para mantener a los soldados estimulados y en estado de alerta o las hojas infusiones de hoja de coca que utilizaban las tribus americanas.

Pero las primeras bebidas con efectos estimulantes aparecieron en el siglo XVIII: los refrescos. Cuando comenzó a utilizarse el término “soda” para denominar a una bebida elaborada a partir de agua, bicarbonato sódico y anhídrido carbónico. Entre las diferentes clases de soda, el agua ácida solía recomendarse para problemas como la acidez, indigestión o, incluso, la gota. A su vez, la de Seltz se tomaba, por su agradable sabor y por sus propiedades médicas, para bajar la fiebre, tratar dolencias estomacales o alteraciones nerviosas.

La notoriedad que fueron adquiriendo estas bebidas dio lugar a que en 1783, un joven científico amateur, Jean Jacob Schweppe, perfeccionara las ideas de Priestley y Lavoisier para desarrollar su fabricación industrial y, más tarde, elaborar una bebida carbonatada con sabor y con quinina conocida como “tónica”.

En las primeras décadas del siglo XIX, los refrescos trascendieron los usos pseudo-terapéuticos y se hicieron habituales en el ámbito familiar, convirtiéndose en las bebidas ideales para acompañar comidas y cenas. También en la farmacia y en Estados Unidos, surgieron las bebidas refrescantes de cola. Su fórmula, basada en agua carbonatada, azúcar, vainilla y nueces de cola, tenía propiedades excitantes y energéticas, por lo que resultaba un buen estimulante de las funciones digestivas. Por su agradable sabor y su capacidad refrescante, pronto se hicieron muy populares. Se consiguió producir bebidas refrescantes de gran calidad. De hecho, en algunos hospitales se distribuían gratuitamente a pacientes sin recursos. Con el tiempo, la demanda de estas bebidas se amplió y se empezaron a vender a todo tipo de persona.

Precisamente en España, llegada de las bebidas carbonatadas como la gaseosa dieron lugar a la primera bebida energética de nuestro país que se popularizó en Cataluña y Aragón: el Suau.

Esta bebida energética y muy refrescante era el popular café con hielo y azúcar, tan habitual en la hostelería en estas fechas, al que le añadían un chorro de gaseosa. Según explica la Gran Enciclopèdia Catalana, era “una bebida refrescante preparada con café líquido, azúcar y gaseosa o sifón a la que a veces se le añade un poco de brandy”, pero lo del brandy fue un añadido posterior y que no llegó a popularizarse.

Así, el suau era una manera de tomar café en algunas regiones de Cataluña y Aragón hacia mediados del siglo pasado mientras se jugaba a las cartas. La gaseosa aportaba el frescor necesario en los días de mayor calor y hacía que el refresco durara más tiempo. Era una forma barata de tomar algo similar a la Coca-Cola, un producto revolucionario recién llegado a España que no era fácil de conseguir y cuyo precio era mucho mayor que el suau.

Y es precisamente el café, uno de los ingredientes que figuran en la composición de todas las bebidas energéticas del mercado de hoy en día que, además llevan un alto contenido en azúcar y otros productos estimulantes como el gingseng o el guaraná.

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