La capital de Cuba, una musa que nunca falla
¿Qué mejor manera de acabar este mes de julio que buscar inspiración para hacer una escapada en agosto? Para ello, una musa que nunca falla es Cuba. Esta isla caribeña con su fascinante capital a la cabeza, La Habana, se presenta como un destino perfecto para un viaje de finales de verano.
Uno de los principales motivos por los que es un acierto viajar a La Habana en agosto e incluso septiembre es por su clima cálido y tropical. Y es que las temperaturas de esta época invitan a ir a las playas cercanas a la ciudad y disfrutar de sus aguas y del descanso que prometen. Playas del Este, como la de Santa María del Mar, ubicada a solo 20 minutos del centro de la urbe, ofrecen arenas blancas y aguas cristalinas ideales para nadar y tomar el sol. Esta y las demás, como las playas de Guanabo, Boca Ciega y Tropicoco, cada una con su propio encanto y belleza, resultan maravillosas para disfrutar de un día completo de relax, con la opción de degustar mariscos frescos en los restaurantes locales o simplemente relajarse bajo una palmera.
Pero La Habana no solo tienta en este momento del año con sus atractivos de verano, sus alicientes turísticos atemporales son, por sí solos, una razón para elegirla como destino estival. Recorrer La Habana es hacer un viaje inolvidable y único a través del tiempo.
En el corazón de la ciudad, La Habana Vieja, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, despliega su encanto con calles adoquinadas y plazas llenas de vida. La Plaza de Armas es un imperdible. En ella nació La Habana colonial en el siglo XVI y alberga algunos de los museos y edificaciones más interesantes: el Museo de la Ciudad, en el Palacio de los Capitanes Generales; el Palacio del Segundo Cabo; el Castillo de la Real Fuerza; el interesante Museo de Navegación; y, entre otros, el Museo del Automóvil.
Continuando en La Habana Vieja, hay otras dos plazas imperdibles. Por un lado, la Plaza de la Catedral, con la Catedral de San Cristóbal, el Palacio de los Marqueses de Aguas Claras o el Museo de Arte como principales atractivos. Por otro lado, la Plaza de la Revolución, testigo de los principales actos de la Revolución de Cuba y desde la que se accede al bonito Parque de la Fraternidad, diseñado por el arquitecto y paisajista Jean Claude Nicolas Forestier. En él es habitual ver coches antiguos norteamericanos y en sus inmediaciones se encuentra, entre otras cosas, el emblemático Paseo de Martí. Hasta ocho estatuas de bronce con forma de leones custodian esta larguísima avenida en la que se halla el Capitolio Nacional de Cuba, símbolo arquitectónico indiscutible, y la maravillosa Fuente de la India o de la Noble Habana, realizada por el escultor Giuseppe Gaggini a principios del siglo XIX.
Para los amantes del arte y la cultura, el Gran Teatro de La Habana «Alicia Alonso» es otra visita imprescindible, y es que este majestuoso edificio, sede del Ballet Nacional de Cuba, es uno de los grandes tesoros arquitectónicos de La Habana. Ofrece espectáculos de danza, música y teatro.
Una vez recorridos todos estos «imperdibles», y para una experiencia más relajada, el Malecón habanero es ideal. Este extenso paseo marítimo es perfecto para disfrutar de una caminata al atardecer, contemplando las olas del Atlántico y la vida cotidiana de los habaneros.
Un apunte para los foodies, la gastronomía en Cuba, y por supuesto en La Habana, es todo un reclamo. La cocina cubana, con sus sabores intensos y platos tradicionales como el lechón asado, la ropa vieja y el picadillo, deleita a los paladares más exigentes. Los restaurantes de la ciudad no solo ofrecen comida deliciosa, sino también un ambiente lleno de carácter y hospitalidad, por lo que visitarlos es ya en sí mismo una experiencia. Sin olvidar los cócteles, de hecho, La Habana fue reconocida este año en Fitur como Capital Iberoamericana de Coctelería 2024.
Viñales, un paraíso natural cerca de La Habana
Si se desea explorar más allá de los límites de La Habana, una excursión al Valle de Viñales es una opción muy recomendable. Ubicado a aproximadamente tres horas en coche desde la capital, este valle, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1999, es famoso por su espectacular paisaje kárstico con mogotes tropicales que emergen abruptamente del suelo y extensos campos de tabaco que se extienden hasta donde alcanza la vista. De hecho, se hacen tours de tabaco para, además de contemplar los verdes paisajes del valle, aprender sobre la elaboración de los puros cubanos.
Sin duda, Viñales ofrece una experiencia única de conexión con la naturaleza. Los visitantes pueden recorrer sus numerosos senderos a pie, en bicicleta o incluso a caballo, disfrutando de la belleza natural y la tranquilidad del entorno. También merece la pena hacer visitas guiadas a las cuevas del valle, fascinantes formaciones subterráneas que pueden explorarse en botes a lo largo de ríos subterráneos. Sobresale la Cueva del Indio, cuya iluminación permite admirar sus pinturas rupestres, así como restos procedentes de culturas cubanas precolombinas.
Para despedirse con las mejores vistas, nada mejor que acercarse al Mirador de los Jazmines, desde el cual obtener una maravillosa captura de los mogotes y las circundantes montañas. Además, el pintoresco pueblecito de Viñales es ideal para alojarse unos días y disfrutar del ambiente sereno y la belleza natural que lo envuelve.
Entonces…, ¿está listo para cruzar el Atlántico y descubrir todo esto y muchas más sorpresas que La Habana y Cuba tienen reservadas para el visitante? Prepare las maletas, déjese llevar por el alegre espíritu cubano e inicie lo que será una aventura llena de autenticidad en una isla que no deja indiferente a nadie.