World News in Spanish

¡Vuelven los noventa! (otra vez)

¡Vuelven los noventa! (otra vez)

Ombligos al aire, culto al cuerpo y reverencias a Mariah Carey adelantan una regresión cultural a la última década del siglo XX, a medio camino entre la nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor y lo nocivo del estancamiento

Basta con darse una vuelta por cualquier tienda de moda. El enemigo ya está entre nosotros y no tiene ningún problema en que nos demos cuenta: han vuelto los noventa. Sí. Otra vez. Los pantalones de tiro bajo y pata ancha, los ombligos al aire y las mangas ceñidas y con vuelo hablan de la nostalgia perenne en la que vive instalada la ropa como industria global, pero también de una tendencia que cada vez parece más obvia y que huele, entre lo nocivo y lo nostálgico, a pura regresión revolucionaria. ¿Estamos volviendo a la última década en la que creímos que nuestros recursos naturales eran ilimitados y nuestras democracias férreas? El culto a los cuerpos extremadamente delgados, el resurgimiento de la música de Britney Spears, Avril Lavigne, Sum 41, Green Day, NSync o el carnaval «rave», además de la segmentación adolescente y glorificación de los grandes «blockbusters» del verano adelanta una especie de renacimiento noventero en un fenómeno de traslación y «zeitgeist» que no pocos expertos entienden como el avance de una nueva crisis económica y moral.

La eterna delgadez

«El Ozempic acaba de reclamar otro ángel», se puede leer en la última publicación en Instagram de la joven actriz Barbie Ferreira, icono «curvy» y goloso de la serie «Euphoria» y que parece haberse refugiado en el medicamento de moda entre los famosos de Hollywood para perder los kilos que, en principio, le habían dado su papel en la icónica producción de HBO. Y es que el ejemplo de la musa «teen», al que podríamos sumar los de Adele, Kelly Clarkson, Amy Schumer o cualquiera de las Kardashian respecto a esta nueva fórmula secreta de la eterna delgadez, hablan de una regresión metafísica en el concepto de aceptación de los cuerpos.

En los noventa, cuando las portadas de revista se reservaban para Kate Moss, Naomi Campbell o Linda Evangelista, diseñadores como Karl Lagerfeld o el otrora «cancelado» John Galliano no dudaban en tontear con la alabanza a la anorexia y otros tipos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA). De hecho, fue tal el fenómeno que generó dos corrientes enfrentadas e irreconciliables de pensamiento: una de endiosamiento de las modelos, acuñando el término «Supermodelo» para hablar de su trascendencia más allá de la moda; y otra, que se acabaría imponiendo, que pretendía celebrar la diversidad de los cuerpos, altos, bajos, flacos y gordos, encerrado todo ello en el conocido como pensamiento «body-positive». Lo que en un principio bien podría ser una cuestión puramente opinativa, pues el cambio en el canon de belleza siempre es subjetivo, en realidad y en nuestro tiempo ha devenido en un escenario completamente nocivo: según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, los TCA afectan a una de cada 20 personas en España, siendo 9 de cada 10 mujeres. Y es que la tendencia a la delgadez extrema que parecía haberse superado con la entrada en juego de lo «woke» a la batalla cultural nos deja una bajada radical en la media de acceso a estas enfermedades hasta los 12,5 años, fenómeno perfectamente explicable a través de movimientos como el «real fooding», el consumo de suplementos sin supervisión médica o las dietas milagro y de vigorexia a las que se exponen las nuevas generaciones en TikTok.

No tan viejas glorias

En «Del revés 2», acaso la película del verano y un filme casi generacional para millones de niños a punto de alcanzar la adolescencia en todo el mundo, el personaje de Nostalgia quiere colarse en la historia y los protagonistas no la dejan. «No te toca salir, por lo menos, hasta la primera boda de una amiga», le explican. Y es que, aunque la perspectiva historicista pueda decir lo contrario, no todo es malo, ni mucho menos, en la regresión cultural hacia la que vamos encaminados. Prueba fehaciente de ello fue el celebrado concierto de Avril Lavigne (por cierto, repescada para la también noventera banda sonora de «Deadpool y Lobezno») en el último festival MadCool, en Madrid, donde 40.000 acérrimos se reunieron para rendirle pleitesía a sus guitarrazos prepúberes. Lo mismo se puede decir de la actuación de Green Day en el Río Babel y de la recuperación de iconos de finales de la década de los noventa como Britney Spears o Gwen Stefani, cuya canción «I’m Just a Girl» volvió este año a las listas de éxitos, 29 años después de debutar, por hacerse viral en vídeos de chicas describiendo cómo de dura era la adolescencia en femenino.

 

Y es que el fenómeno, analizado desde lo estrictamente musical, también se puede extrapolar hasta las nuevas divas del pop, herederas de las no tan viejas glorias del mismo. Dua Lipa, que en su anterior álbum había optado por la música disco, para el «Radical Optimism» que lanzó esta primavera se volcó en un homenaje estético a las Spice Girls, mientras que dos de los discos más vendidos del año, el «Brat» de Charli xcx y el «Eternal Sunshine» de Ariana Grande, hacen referencia temática explícita a dos tótems de la última década del siglo pasado: «Everytime We Touch», de Cascada, y «Daydream», de Mariah Carey, respectivamente. ¿Más señales? El final de temporada de la popular serie «The Boys», que ya lleva más de 55 millones de reproducciones según Prime Video, se cierra con la mítica «Heart-Shaped Box» de los extintos Nirvana atronando a todo trapo.

Cine de otro tiempo

Como no podía ser de otra manera, el cine «mainstream» también ha sido engatusado por esta tendencia, devolviendo a la pantalla franquicias como la casi olvidada «Twister», que con su nuevo «remake» ya va camino de los 200 millones de dólares de recaudación. Lo mismo ocurrió con la nueva versión (musical) de «Chicas malas» y, a tenor de lo que indican los primeros estudios, es lo que pasará también con la nueva versión de «Clueless» o la segunda parte de «Ponte en mi lugar» (principios de los 2000), que reunirá a Jamie Lee Curtis y Lindsay Lohan casi 30 años después de la original. El fenómeno también tendrá una vertiente española, y es que Álex de la Iglesia está a punto de estrenar «1992», su última colaboración con Netflix. Ambientada en la Expo de Sevilla, la serie promete revisar desde el thriller político una de las épocas más controvertidas de la ciudad hispalense y, de paso, devolvernos los flequillos.

Читайте на 123ru.net