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Sánchez ídem Maduro

Escuchar a Sánchez decir que la soberanía fiscal para Cataluña es un buen acuerdo que beneficia a todos los españoles es como escuchar a Maduro decir que en Venezuela ha ganado la democracia. El populismo, además de pervertir las instituciones, pervierte el lenguaje. El pucherazo es democrático y la insolidaridad, solidaridad. Esta perversión semántica nos tiene divididos a los españoles. La razón y la sinrazón. Los que entonan la canción «Por el amor de una mujer, jugué con fuego sin saber, que era yo quien me quemaba para autoconvencerse de que los ataques personales y desmedidos hacia el juez que investiga a Begoña Gómez están justificados, y los que asistimos al nacimiento de la reencarnación de Hugo Chávez.

Mismo lenguaje, mismo asesor áulico, Zapatero, y mismas acusaciones y mentiras. Nos difiere el uso del chándal, no porque no sea una prenda populista ideal para usar por un populista, sino porque, si Sánchez se envuelve con la bandera española, además de urticaria, dura en el sillón lo mismo que el chocolate al sol. La izquierda se agarra al sillón como las lapas a las rocas de la costa. Hacen y dicen lo que sea en el momento preciso. Como Page, que ha vuelto a desempolvar su sempiterno discurso de la igualdad, pero de ahí no pasa por lo que pueda pasar.

Hay que tener cara de cemento armado para decir que la financiación singular para Cataluña es buena para España, atribuir sus cambios de opinión a una campaña de desinformación por parte de la derecha y alabar a ERC. «España tiene un Gobierno que gobierna y una oposición que fabula», dice. Esperemos que no se apruebe la reforma de la LOFCA porque me veo bajando a un chino a comprarme el chándal chavista y ponerme en bucle la canción «Por el amor de una mujer».

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