Gabby Thomas, la licenciada en Harvard que es campeona olímpica de 200
La estadounidense Gabby Thomas no va a tener que ir en busca de consuelo en su perro Rico, "lo mejor que ha hecho en su vida" y el pilar cuando las cosas no le van bien, porque es la campeona olímpica de los 200. Se impuso a Julien Alfred, la vencedora de los 100, y a su compatriota Brittany Brown y las tres terminaron locas de contentas.
Thomas, bronce en Tokio hace tres años, llegaba esta vez como favorita, y cumplió sin discusión. Aunque tomó sus precauciones. "Debes ir lo suficientemente rápido como para que tu pelo quede atrás, a menos que algo haya salido terriblemente mal", asegura cuando se la ve correr con la melena al viento. Esta vez se puso una cola de caballo, por si acaso. "U-S-A", se escuchaba entre el público cuando la música atronadora dio un poco de tregua. De ahí se pasó al silencio, uno de los momentos más espectaculares de una pista de atletismo en las pruebas de velocidad, que da paso a la euforia, y más con 80.000 espectadores en el Stade de France.
Thomas llegó al final de la curva con poca ventaja. Ahí es cuando las fuerzas ya empiezan a fallar. Cuando parece que alguien acelera, la realidad es que pierde menos velocidad. Y la estadounidense fue ganando metros y metros hasta superar la línea con una sonrisa en la cara y una marca de 21.83. "He imaginado esta carrera en mi cabeza tantas veces, una y otra vez, como hago con cada carrera. Así es como gano. Pero no esperaba sentir lo que sentí cuando crucé esa línea. Te preparas para este momento y entrenas muy duro para este momento, pero cuando realmente llega, es indescriptible", aseguró la velocista de 27 años, que también es graduada en Harvard en neurobiología. Un portento en todos los sentidos.
Julien Alfred intentó darle caza, pero pronto vio que era una misión imposible. Cuando ganó los 100 estaba entusiasmada con haber sido la primera atleta de Santa Lucía en conquistar una medalla olímpica. Ahí sí pudo sorprender a la favorita, Sha’Carri Richardson. Ya tiene dos metales y también lo celebró. Volvió a dar las gracias a Dios por éste segundo, aunque el mayor mérito lo tienen sus piernas. La ganadora estuvo unos minutos llevándose las manos a la cabeza y a la cara, como incrédula. La medallista de plata la fue a felicitar deportivamente. Brown, mientras, estaba en el suelo buscando aliento todavía.