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Golpe de timón en Bangladesh: el Nobel Muhammad Yunus asume el liderazgo interino

Golpe de timón en Bangladesh: el Nobel Muhammad Yunus asume el liderazgo interino

Tras la abrupta huida de la primera ministra Sheikh Hasina, Bangladesh se encamina hacia un nuevo capítulo político mientras sigue la tensión social

El laureado con el Premio Nobel de este país y gurú de la microfinanza Muhammad Yunus, ha sido designado como el nuevo líder del gobierno interino de Bangladesh. Esta esperada decisión fue anunciada el martes por el presidente de la República, Muhammed Shahabuddin, tras una reunión crucial donde asistieron altos mandos militares y representantes del Movimiento estudiantil contra la discriminación.

El derrocamiento de Hasina se ha convertido en un hito histórico sin precedentes. Este evento fue el culmen de semanas de protestas masivas en las calles, donde ciudadanos de diversas clases y sectores se unieron para expresar su descontento con el gobierno. Para muchos, este instante simbolizó una "segunda independencia", no de un poder colonial, sino de un régimen que se había vuelto cada vez más represivo y autoritario.

La atmósfera de agitación y desesperación que precedió a este suceso evidenció la creciente insatisfacción con la gestión de la ex líder, cuya administración había sido acusada de silenciar voces disidentes y de ejercer un control férreo sobre la oposición política. La represión violenta de manifestantes y la falta de libertades civiles generaron un ambiente de tensión insostenible, lo que llevó a un clamor unificado por un cambio.

La abrupta caída de la líder, que gobernó durante más de una década, abre interrogantes sobre el futuro inmediato, el estado de las instituciones democráticas y la posibilidad de una transición hacia un gobierno más inclusivo y democrático.

El nombramiento de Yunus en este contexto de tensiones políticas y sociales, resalta su papel para ofrecer una nueva dirección. Su trayectoria, marcada por la innovación social y el microcrédito, contrasta con las controversias que le rodean y que han suscitado un intenso debate sobre el futuro de la gobernanza en el convulso país del Sur de Asia. La atención ahora se centra en cómo manejará los desafíos políticos inminentes. El activista de 84 años fue presentado oficialmente el martes como la figura designada para liderar la transición, a pesar de que el día anterior había declarado que la política "no era lo suyo". “Si los estudiantes pueden sacrificarse tanto, entonces yo también tengo que asumir alguna responsabilidad”, afirmó.

Célebre a nivel internacional como pionero del movimiento para extender créditos baratos a las mujeres pobres de las zonas rurales de Bangladesh, Yunus fue despreciado por Hasina. Un tribunal lo había condenado a prisión por acusaciones infundadas de aplicar intereses usurarios a los préstamos, estafar fondos de las organizaciones que creó y ser, además, un agente estadounidense. Así pues, la designación del "banquero de los pobres" representa un importante giro en la crisis política bangladesí ya que goza de un amplio respaldo popular y puede facilitar una estabilización después de semanas de masivas y sangrientas revueltas contra el autoritario gobierno de Hasina.

Nacido en la bulliciosa ciudad portuaria de Chittagong en 1940, este destacado economista y empresario social obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2006 por su innovador trabajo en el ámbito del microcrédito a través de la fundación del Grameen Bank. Esta institución ha sido fundamental en el empoderamiento económico de pequeños agricultores y emprendedores, permitiéndoles acceder a financiamiento en condiciones que antes les eran inaccesibles. Al recibir el galardón proclamó: "Los seres humanos no nacen para sufrir miseria, hambre y pobreza", resaltando su compromiso con la erradicación de la pobreza.

Sin embargo, su trayectoria no ha estado exenta de controversia. En 2007, contempló la creación de un partido político, una decisión que despertó la ira de la ex primera ministra. Considerada como la "dama de hierro" de Bangladesh, Hasina vio en Yunus una amenaza directa a su poder y ha llevado a cabo una campaña de desprestigio en su contra. Durante años, ha sido atacado públicamente y acusado de "chupar la sangre de los pobres" y Hasina utilizó mecanismos estatales para sembrar dudas sobre su integridad y legitimidad.

Este enfrentamiento culminó en un sistemático acoso judicial, con el humanista en medio de más de cien procesos legales. Es mas, este año fue condenado a seis meses de prisión por supuestas violaciones a la legislación laboral, un fallo que muchos críticos ven como parte de un esquema más amplio de persecución política. Esta situación refleja las tensiones latentes, donde las rivalidades personales y el uso del poder estatal se entrelazan poniendo en riesgo el estado de derecho y la democracia. Con su nombramiento como líder interino se enfrenta al desafío monumental de restaurar la estabilidad en un país dividido, y recuperar el terreno perdido en su lucha por la justicia social.

Hasina accedió al poder por primera vez en 1996, en unas elecciones democráticas que prometían un nuevo horizonte. Luego, regresó al cargo en 2009, en el contexto de un sistema de gobiernos provisionales diseñado para garantizar elecciones libres y justas. Este mecanismo fue una respuesta a la profunda polarización y la feroz rivalidad entre la Liga Awami (AL) y el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP), lo que dio lugar a la percepción generalizada de que ningún gobierno en funciones podría organizar elecciones equitativas. Sin embargo, el partido de Hasina, que había abogado por la restauración de este sistema, decidió abolirlo en 2011. Desde entonces, esta ha sido acusada de manipular las instituciones del Estado, incluyendo el Parlamento y el poder judicial, para asegurar su permanencia.

La represión de la oposición política ha sido brutal. Los partidos rivales han enfrentado violentas ofensivas por parte del gobierno, dejando un panorama desolador para la democracia. En este contexto, se implementó la polémica Ley de Seguridad Digital, diseñada para restringir los derechos humanos fundamentales y limitar la libertad de expresión. Esta tendencia ha generado un ambiente de miedo y censura, donde la disidencia se ha convertido en un acto de valentía y donde el camino hacia una auténtica democracia se ha visto gravemente obstaculizado.

Asi pues, las recientes manifestaciones iniciadas por un oscuro detonante relacionado con unas controvertidas cuotas de empleo público, se transformaron en un levantamiento contra años de supuestos abusos de derechos humanos, corrupción y elecciones amañadas bajo su gobierno. La ex primera ministra, que había sido reelegida en enero en unos comicios criticados por la oposición y organismos internacionales, creía que aún contaba con el apoyo de la burocracia, los medios de comunicación, la policía y el ejército. Sin embargo, la ira acumulada de años terminó desbordando las calles del país.

Ante la creciente presión, Hasina reaccionó el pasado fin de semana decretando un nuevo toque de queda, cortando el acceso a internet y movilizando a las juventudes de su partido, la Liga Awami. Las fuerzas de seguridad, a las que se culpa de la muerte de más de 200 manifestantes en julio, salieron de nuevo a las calles, dejando cerca de una centena de muertos más durante el fin de semana. Imágenes difundidas en redes sociales mostraron a las fuerzas de seguridad disparando a quemarropa contra manifestantes pacíficos.

Pese a las amenazas de Hasina sobre supuestos islamistas radicales, los estudiantes mantuvieron la determinación y anunciaron una larga marcha para el 5 de agosto para exigir su dimisión. Ante la creciente ola de protestas que sacudían el país, la veterana política se encontró con dos opciones difíciles: buscar una salida elegante o atrincherarse en el poder y permitir que las fuerzas de seguridad hicieran uso de la fuerza necesaria para preservar su régimen. Finalmente optó por huir del país en helicóptero hacia India.

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