El taekwondo español se va de vacío el primer día
Se queda el taekwondo español sin premio en el primer día de competición. Adriana Cerezo , plata en Tokio, no pudo pasar de cuartos, y Adrián Vicente , repescado tras caer en esa misma ronda, se quedó a las puertas del bronce ante el tunecino Mohamed Khalil Jendoubi (11-3 y 12-1). Dolorosa derrota la del madrileño, que había pasado una jornada llena de cambios de humor. La repesca es que tu verdugo en cuartos alcance la final después; así que es un ya no pero quizá sí que te obliga a mantenerte concentrado, pero con un pie en la decepción. «Es una planificación de horario muy estricta, mucho tiempo muerto y mucho tiempo de pensar. Hay que saber caer, subir, caer. De todo se aprende para el futuro. Con el entrenador nos hemos dicho que nos han dado otra oportunidad y hay que dejarse todo. Por el marcador no, pero yo me he dejado todo ahí y me quedo con eso», analizó tras el combate. Vicente se abstrajo de todo y se concentró en ganarse esa oportunidad que le daba el rival y se había cosechado él. Bronce europeo en 2022 y 2024, y bronce mundial en 2023. Después de un primer combate soberbio y uno en el que no pudo hacer nada, en esa segunda oportunidad se mantuvo muy firme contra Jack Moolley, incapaz el irlandés de inquietarlo con esa capacidad que tiene el español de defenderse de todo. Pero no pudo con el tunecino, número 1 del torneo, en la pelea que otorgaba la medalla. El madrileño quería quitarse la espina de Tokio, a donde llegó envuelto en polémica y críticas porque fue Jesús Tortosa quien se había ganado la plaza, pero por líos en la federación fue Vicente quien defendió los colores de España. «Robaplazas» fue el insulto más suave. Ya en el tatami japonés no pasó de cuartos. Un resultado que se le quedó corto para sus aspiraciones y del que quiso resarcirse en París. Lo luchó cuando pudo, pero se le atascó el tunecino, demasiado rival por historial y movimientos en esos dos combates a dos minutos cada uno. «No he estado acertado. Nos enfrentamos cada dos o tres semanas y a veces uno está más fino que otro y simplemente es eso. Triste de no haber podido conseguir esa medalla para España. Pero fríamente sí he disfrutado del día. Me quedo con mi equipo, con mi gente, y simplemente gracias», comentó después. Una jornada aciaga que comenzó con un adiós demasiado abrupto de Adriana Cerezo . Sonrisa en ristre, maduración desde los pasados Juegos, ya no era la sorpresa, sino la rival que todos temían. Salía al tatami con la tranquilidad de quien ya ha pasado por aquí. Plata en Tokio 2020 sin miedo y con sonrisa, que quería refrendar en este París 2024 al que llegaba más madura e igual de alegre para brillar en una cita olímpica. Su puesta en escena, en un sobrecogedor teatro de los sueños olímpicos, un Grand Palais que impresiona al personal, es abrumador en el combate de octavos. «El recibimiento es como jugar en casa, una barbaridad. He salido a hacer nuestro trabajo, y a disfrutar. Como yo digo: salir a jugar», comentó tras un primer combate impecable ante la uruguaya María Sara Grippoli. Tremendamente ágil para buscar alturas con la pierna izquierda y contundencia con la derecha. Como si tuviera cuatro manos. Esos veinte años la mantienen con una explosividad desbordante, rápida en ideas y en ejecución para desbaratar cualquier acción rival e imponer su superioridad. Pero no pudo sacar todas estas cualidades en el segundo combate. No se encontró en ningún momento ante Mobina Nematzadeh. «Toca atarnos los machos, y que esto no se repita», era autocrítica tras la decepción.