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Un bronce de 'foto finish'

El tren de cercanías que une París con Eurodisney es el camino más corto para llegar al Estadio Náutico de Vaires-sur-Marne, el lugar donde el piragüismo español ha decidido montar su propio parque de atracciones acuático. Al bronce del K4 500, más esperado por la jerarquía de sus componentes, se sumó el de Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez en el C2 500, mucho más incierto por la edad de ambos (24 y 21 años) y por ser su primera aventura olímpica. A la hora de la verdad, Moreno y Domínguez, mallorquín y madrileño, se comportaron como auténticos veteranos. No eran los favoritos, ni mucho menos, pero el martes, durante su primer acercamiento al agua en las series de clasificación, ya demostraron que habían venido a París a por todas. En la final partieron por la calle 1, un lugar de salida que habían buscado retrasándose en las semis, y con el que intentaban aprovechar el viento cruzado que soplaba en el campo de regatas. Desde la salida se vio claro que los chinos Hao Liu y Bowen Ji estaban un paso por delante de todos los demás, pero la plata y el bronce permanecían abiertos. Los españoles llegaron a mitad de carrera en la cuarta posición, pero faltaba su arreón final de los últimos 150 metros, que les permitió superar a los rusos Zakhar Petrov y Alexey Korovashkov, que en París navegan bajo bandera independiente. La llegada fue apretadísima, resuelta con 'foto finish', y en principio dejó a los españoles fuera del podio. «Diego me ha dicho cuando hemos llegado: 'tío, somos bronce'. Luego la pantalla nos ha colocado cuartos y ha sido un bajonazo. Pero cuando han corregido, el subidón ha sido más fuerte», decía un sonriente Moreno sin dejar de sujetar la medalla que le colgaba en el pecho. Moreno y Domínguez metieron la cabeza en los Juegos después de un durísimo selectivo nacional, en el que dejaron fuera a los sevillanos Tano García y Pablo Martínez, campeones del mundo en 2022 y los responsable de lograr la plaza en el C2 para España. No empezaron a navegar juntos hasta octubre del año pasado, convertidos ya en los dos representantes de mayor proyección de la canoa nacional. « Dijimos: vamos a hacerlo, tenemos calidad de sobra y vamos a demostrar a todo el mundo de lo que somos capaces », resumía Joan Antoni en presencia de Diego, tan sonriente como su compañero, pero con mucha menos voz a causa de los gritos que pegó al saberse medallista. «Cuando hay potencia y calidad las cosas van bien», decía el madrileño con una evidente ronquera. «Nos ha costado muchísimo llegar hasta aquí. Ha sido un año muy duro en el que poca gente creía en nosotros . Desde un principio nos marcamos soñar con esta medalla y esto es la guinda que ponemos a nuestro debut olímpico. No podemos estar más felices porque solo nosotros sabemos el esfuerzo que nos ha llevado», decía antes de levantar la voz de nuevo para pedirle a Florentino Pérez que le deje presentar la medalla en el Santiago Bernabéu. En la tercera final del día, el K4 500 femenino, formado por Sara Ouzande, Estefanía Fernández, Carolina García y Teresa Portela, terminó en sexta posición, sin opciones de medalla en una regata dominada por Nueva Zelanda, que se llevó el oro por delante de Alemania y Hungría.

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