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90 años de llanto por Ignacio Sánchez Mejías

A las 5 de la tarde del 11 de agosto de 1934, hace ahora 90 años, Ignacio Sánchez Mejías recibió una cogida mortal en su muslo derecho, por parte del toro Granadino, en la plaza de Manzanares, a 200 kilómetros y 14 años de la sufrida por su cuñado y maestro Joselito el Gallo, en Talavera, de la que fue testigo.

El diestro sevillano, "el andaluz más claro y rico de aventura", no moriría hasta dos días después, a causa de la gangrena, en una clínica de Madrid.

Un año más tarde, su amigo [[LINK:TAG|||tag|||6336120559a61a391e0a0854|||Federico García Lorca]] publicaría la más alta de las elegías, en su honor: 'Llanto por Ignacio Sánchez Mejías'. Si un Granadino lo mató, otro lo imortalizó. "Aire de Roma andaluza le doraba la cabeza...".

Y es que Sánchez Mejías no fue sólo torero. Diestro valiente, de poderío, tomó la alternativa, por cierto, en 1919 en Barcelona, arropado por Gallito y Belmonte nada menos.

Su inquietud le llevó a destacarse en múltiples facetas: jugó al polo, actuó para la gran pantalla, fue automovislista, presidió el Real Betis y la Cruz Roja; también llegó a escribir cuatro obras teatrales, de las cuales dos se estrenaron (una en Santander y otra en Madrid), y, sobre todo, fue mecenas de la Generación del 27.

Con motivo de los 300 años de la muerte de Luis de Góngora, en diciembre del año 1927 (de ahí toma su nombre la generación más importante de la poesía española), reunió por primera vez, en Sevilla, a un selecto grupo de escritores y artistas: Rafael Alberti, Federico García Lorca, Jorge Guillén, José Bergamín, Dámaso Alonso, Gerardo Diego...

Tras el acto formal en el Ateneo sevillano, Sánchez Mejías, mecenas de la Generación del 27, los convidó a comer y a festejar en su cortijo o finca de Pino Montano.

"Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido. Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!", remata Lorca la tercera parte de su tremenda elegía, la del cuerpo presente.

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