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Olite: la consagración de un festival abierto y dinámico

Kulunka, Marta Pazos, Chévere, Alberto San Juan, Esther Carrodeguas, Fernando Bernués, Guillermo Calderón o Andrea Jiménez son algunos de los nombres de artistas y compañías que han llevado sus trabajos a Olite en una edición, recién concluida, que ha servido al festival de teatro de esta localidad navarra para celebrar su primer cuarto de siglo de existencia. La cita veraniega, que perdió hace años el adjetivo de “clásico”, bajo la dirección de Luis Jiménez, para llamarse a secas Festival de Teatro de Olite, se ha ido abriendo en lenguajes y estilos hasta cumplir estos 25 años con un cartel eminentemente contemporáneo, en el que sus actuales directoras, María Goiricelaya y Ane Pikaza, han prestado especial atención a las mujeres creadoras y a los temas sociales.

Con extensiones en las localidades de Beire, Tafalla, San Martín de Unx y Pitillas, algunas de las cuales se han convertido ya prácticamente en fijas, el festival ha reunido en su escenario principal de Olite, denominado la ‘Cava’ y ubicado en uno de los muros exteriores de su imponente Palacio Real (comúnmente llamado ‘castillo’), algunos de los espectáculos más destacados -hayan cumplido o no luego las expectativas de la crítica y el público- a lo largo de esta temporada teatral. El montaje inaugural fue, desde luego, una apuesta segura: ‘Forever’, el último trabajo de la compañía Kulunka, llegaba a Olite con una merecida colección de galardones que avalaba el resultado: dos premios Max, dos premios Talía y dos premios Godot. Como era de esperar, el público aplaudió con entusiasmo esta extraordinaria obra de teatro de máscaras que dirige Iñaki Rikarte y que aborda, con suma inteligencia y exquisita ternura, la incomunicación y la paulatina desestructuración de una familia corriente sometida al paso del tiempo y a las dinámicas sociales.

También hizo acto de presencia en la Cava la veterana compañía gallega Chévere, con su arriesgada propuesta ‘Helen Keller, ¿la mujer maravilla?’, una obra que incluye en su propia dramaturgia la lengua de signos para explorar, con la ironía y el sentido crítico que caracteriza al director Xesús Ron, la realidad y la manipulación histórica en torno a la figura de la escritora y activista sordociega que da título al espectáculo. Los catalanes de Cultura i Conflicte y Teatre de l’Aurora subieron a escena, por su parte, una obra que hubiera merecido más atención a su paso por Madrid, concretamente por el Teatro de La Abadía, en el pasado curso: ‘Moríos’. Joan Arqué dirige esta función en la que el texto se da la mano con la danza y la música para reflexionar con perspectiva crítica sobre nuestros mayores: sobre el abandono social y vital que atraviesan hoy las personas de edad avanzada y sobre la propia experiencia de envejecer.

 

‘Villa’, escrita y dirigida por el chileno Guillermo Calderón, ha sido el gran reclamo internacional en esta edición. La obra parte de la figura de Pinochet y de las torturas que tuvieron lugar durante su mandato para analizar el debate que existe hoy a la hora de aplicar, de una manera verdaderamente ética y justa, eso que hemos dado en llamar la ‘memoria histórica’. Y por partida doble ha estado presente este año la directora Andrea Jiménez. Por un lado, ha presentado ‘Mal de coraçon’, que todavía no ha llegado a Madrid y que la propia compañía describe como “una exploración en torno a la figura de Santa Teresa de Ávila a través del encuentro en un bar de tres personajes agónicos; tres antihéroes que van dando tumbos y que no encuentran su lugar en el mundo”. Por otro lado, Jiménez ha aprovechado su estancia en Olite para traer también aquí su exitosa ‘Casting Lear’, una original propuesta de autoficción sobre las relaciones paternofiliales en la que cada día un actor distinto, que no sabe absolutamente nada del montaje, ha de subirse al escenario a interpretar, con la ayuda de un pinganillo y un apuntador, al shakesperiano personaje de Lear.

‘Macho grita’, el inclasificable espectáculo sobre el mito de don Juan concebido por Alberto San Juan que estrenó este año -para desconcierto de muchos- la Compañía Nacional de Teatro Clásico, e ‘Iribarne’, la gamberra y ácida aproximación de la dramaturga Esther Carrodegüas a la figura del político Manuel Fraga, han cerrado la programación del escenario principal en un festival que, amén de ponencias, talleres, conciertos, encuentros con el público y la instalación continua ‘Rosa de Pieria’ –creada por Marta Pazos-, ha acogido también, en lo que concierne estrictamente a la exhibición teatral, otras propuestas de pequeño formato en distintos lugares de Olite, y de otras localidades vecinas, habilitados como espacios de representación. En este sentido, cabe destacar la presencia de los riojanos de El Patio, que pusieron en pie, dentro de la Casa de Cultura de Olite, su delicado y hermoso espectáculo de teatro de objetos titulado ‘Entrañas’.

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