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Antía Jácome suma otro doloroso cuarto puesto: «No tenía más en este cuerpo»

No era el puesto que esperaba, pero aun así a Antía Jácome le cuesta perder la sonrisa. Al igual que en Tokio, a donde acudió sin expectativas y se marchó con un quinto puesto, la gallega volvió a rozar la medalla olímpica en París. Fue cuarta en la final del C1 200, un puesto mejor que en la capital japonesa, pero bastante más amargo. Aquí aspiraba a dos metales y se marcha sin ninguno, después de ser sexta el viernes, junto a María Corbera, en el C2 500. «Estoy muy contenta. No podía dar más de mí. He hecho una regata muy bonita, con uno de mis mejores tiempos. No tenía más en este cuerpo. Me hubiese gustado subir al podio, pero me voy con un sabor un poco mejor que en el C2. Sé de lo que somos capaces María y yo juntas». La pontevedresa lo tuvo muy cerca, siempre en el grupo delantero y con opciones hasta el final. El podio se decidió por centésimas. Ganó la canadiense Katie Vincent, con nuevo récord mundial: 44.12. La plata se la llevó la estadounidense Nevin Harrison, a solo una centésima. Y el bronce recayó en la cubana Yarisleidis Cirilo (44:36). Jácome se quedó en 44:76. «A las demás no las he podido ver porque iba muy centrada en lo mío. Cuando he llegado ya sabía que no era medalla, pero la canadiense que llevaba al lado me ha mirado y me ha dicho: '¡buen trabajo, Antía!'. Somos las dos que nos hemos quedado ahí...». Después de Tokio Jácome sintió ese vacío que les llega a muchos deportistas después de unos Juegos.Y, a aquella sensación, a ella se le unió una fisura en las costillas que le obligó a parar por completo durante más de un mes. No fueron los únicos contratiempos. En 2022, ya en plena preparación de este ciclo olímpico, se quedó sin entrenadores casi de un día para otro. Marcel y Georgina Galván, responsables del centro de alto rendimiento de Sevilla, aceptaron una oferta para entrenar al equipo chino y se marcharon casi sin decir adiós. Antía, que entrenaba allí junto a su pareja, el también canoísta Pablo Martínez, tomó una decisión drástica y se marchó a Mallorca, junto al grupo de Kiko Martín en el que también entrena el reciente medallista Joan Antoni Moreno. Las cosas comenzaron a funcionar y aceptó el reto de ir a París a por dos medallas. «A Kiko quiero darle las gracias. Nos dio la oportunidad de quedarnos en Mallorca cuando nos quedamos sin entrenadores. Espero agradecérselo algún día con una medalla». En París, la gallega recibió el apoyo de su novio, que fue quien logró la plaza para España en el C2 500 masculino, junto a Tano García, pero que se quedó fuera de los Juegos después de caer en el selectivo nacional ante los ahora medallistas Domínguez y Moreno. «Ha venido aquí sabiendo lo duro que iba a ser para él. Tenerlo aquí es increíble. Ha hecho ese esfuerzo por mí y no puedo sentir más orgullo por la gente que tengo a mi alrededor». El diploma de Jácome fue lo único positivo de una jornada que resultó aciaga para el resto de piragüistas españoles. En su misma prueba, María Corbera, compañera suya en el C2 500, quedó fuera de la Final A por ocho centésimas después de ser quinta en su serie. Su consuelo fue imponerse en la Final B. Tampoco se clasificaron para la lucha de las medallas los dos chicos del K1 1000, Paco Cubelos y Adrián del Río. El talaverano fue quinto en la primera semifinal y el madrileño quedó sexto en la suya. Ambos disputaron también la Final B, donde fueron tercero y cuarto. Fuera de las finales quedaron también las dos representantes en el K1 500 femenino, Estefanía Fernández y Begoña Lazkano. El piragüismo español cierra su participación en París con tres medallas de bronce (Pau Echaniz en K1 slalom, el K4 de Saúl Craviotto, Marcus Cooper, Carlos Arévalo y Rodrigo Germade , y el C2 500 de Joan Antoni Moreno y Diego Domínguez) y dos cuartos puestos (K2 500 de Cooper y Adrián del Río y C1 200 de Antía Jácome).

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