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Obama corona a Kamala Harris como su heredera política

Los demócratas ponen fin este jueves a una Convención histórica con una candidata que a pesar de haber tenido menos de cuatro semanas para hacer campaña, ha conseguido darle la vuelta a las encuestas electorales, y sigue subiendo posiciones. Después de aceptar el miércoles la nominación del Partido Demócrata (fue algo simbólico porque el partido ya la votó candidata de manera online el 1 de agosto), Kamala Harris pondrá el broche final al evento detallando cuál es su plan para «salvar» a Estados Unidos. Ayer su marido, el segundo caballero Doug Emhoff, aseguró sobre el escenario que la actual vicepresidenta está a la altura de las circunstancias, «donde sea que se la necesite». Así lo hizo por su familia, dijo Emhoff, que la conforman dos hijos que tuvo él en su anterior matrimonio y suelen referirse a la candidata como «Momala». «Ahora que el país la necesita, ella les está mostrando lo que ya sabemos, que está lista para liderar».

Después de decenas de discursos enfocados a defender la unidad y la democracia contra «la amenaza» que supondría el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, esta noche la vicepresidenta tratará de convencer a los estadounidenses que su candidatura es la mejor opción el 5 de noviembre. Ayer, su compañero de fórmula, Tim Walz, ya dio varias pinceladas de lo que serán cuatro años más con los demócratas en la Casa Blanca. El gobernador de Minnesota mostró sobre el escenario el entusiasmo que convenció a Harris para elegirlo como segundo en un discurso que le permitió darse a conocer en un momento en que, según las más recientes encuestas, solo el 13% de los estadounidenses lo conocía lo suficientemente bien como para tener una opinión sobre él. El tema de la noche del miércoles era «Una lucha por nuestras libertades», y en esa línea navegó el candidato vicepresidencial, que desde que en el 2022 ganó una batalla legislativa en su Estado ha firmado varios proyectos de ley para que el aborto sea un derecho y facilitar el voto a las personas que han sido condenadas por un delito grave.

Su discurso quiso enfatizar como Kamala y él lucharán por los derechos de «todos los ciudadanos», mientras en el otro lado, Donald Trump, «un multimillonario de 78 años», dijo Barack Obama en su discurso el martes, «no ha dejado de quejarse de sus problemas desde que subió la escalera mecánica dorada hace nueve años», recordó el exmandatario refiriéndose a las escaleras de la Torre Trump desde las que el republicano anunció su primera candidatura. Los Obama han sido una de las grandes estrellas de esta semana, y desde el escenario han pedido a los votantes «ponerse manos a la obra» para elegir a Kamala y a Tim. «No abuchee, voten», respondía un enérgico Barack a la reacción de los asistentes. «No necesitamos cuatro años más de fanfarronadas, torpezas y caos, ya hemos visto esa película y sabemos que la secuela ser peor».

El entusiasmo del exlíder rápidamente se contagió en las gradas en lo que muchos ven ya un paralelismo entre las dos figuras demócratas. Ambos son hijos de inmigrantes, negros que han conseguidos infundir al partido una energía única. El expresidente también quiso contarles a los asistentes quién es en realidad Kamala Harris, a la que muchos votantes desconocen, a pesar de sus cuatro años como vicepresidenta. Barack reconoció que la exfiscal de California presionó mucho a su Administración para obtener ventajas para su Estado, «luchó contra los grandes bancos y las universidades con fines de lucro», y «después de la crisis hipotecaria, ella nos presionó mucho a mí y a mi Administración para asegurarnos de que los propietarios obtuvieran un gran acuerdo», recordó. Ahora es el momento, dijo poco después Michelle Obama, porque «Trump se siente amenazado por dos personas trabajadoras y exitosas que son negras», La ex primera dama además aseguró que «la esperanza está regresando a Estados Unidos», y criticó algunas políticas de Trump como la libertad reproductiva o recortar la asistencia médica.

Su discurso en este sentido vino reforzado por el testimonio de una mujer que aseguró seguir viva de milagro. Kate Cox, de 32 años, tuvo que viajar a Nuevo México para someterse a un complicado aborto que ponía en riesgo su salud porque en su Estado, Texas, no se lo permitían. Ayer fue la imagen que representa el derecho a la libre decisión. Anoche también hablaron antiguos republicanos arrepentidos que en los últimos años han cambiado de bando, asustados porque la oposición «ya no era el Partido Republicano», dijo uno de ellos, «sino el partido de Donald Trump». Entre los disidentes se encontraba Stephanie Grisham, la exsecretaria de prensa de Trump, que confesó que, de puertas para dentro, el exmandatario «se burla de sus simpatizantes, los llama pobladores de sótano». Grisham aseguró que al principio todo era distinto y «la familia de Trump se volvió mi familia. Pasé Pascua, Acción de Gracias y Navidades en Mar-a-Lago», la mansión en la que ahora vive Trump, en Florida. Al que casi todos los invitados nombraron en sus discursos, incluido el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, que planteó las posibilidades que él veía a futuro, «este noviembre podemos elegir un futuro más brillante, más justo, y más libre o podemos revivir la noche oscura de la masacre estadounidense». Por su parte, el senador independiente de Vermont, Bernie Sanders, que en las pasadas elecciones se enfrentó a Harris y Biden en las primarias del partido, ahora les apoya, pero también les pide gravar a los millonarios del país y acabar con la especulación de precios, algo que Harris ya ha anunciado entre sus propuestas económicas.

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