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Un error que condiciona la Vuelta a España

La Vuelta se pone nerviosa. Dice Ben O’Connor que nada ha cambiado, pero ha cambiado todo. «Sigue siendo lo mismo. Tienes que rodar en el pelotón, debes estar bien posicionado cuando es necesario, y tienes que rodar tan fuerte como lo hacías antes. Nada cambia, pero vistes un bonito maillot y recibes un poco más de atención, pero ahora toca trabajar. Tenemos un trabajo importante entre manos», admitía en la salida de Archidona. La ciudad que inmortalizó Camilo José Cela al dejar por escrito la increíble historia de dos amantes en el patio de butacas de un cine que acabó siendo conocida como el cipote de Archidona, acogía la salida de una Vuelta diferente.

Una carrera que nace con el principal favorito a casi cinco minutos del líder. «Nuestro objetivo era el de ceder el maillot, así que ahora nos tocará recuperarlo», admite Nico Denz, compañero de Roglic en el Bora Red Bull.

La idea era esa, pero el trabajo para recuperarlo ha empezado antes de lo previsto. Antes de la llegada a Córdoba esperaba el tradicional puerto del 14 por ciento, una subida que acostumbra a hacer la selección para que la llegada en la capital cordobesa sea algo más que un puro esprint. Pero la subida se hizo más rápido de lo habitual, con Roglic al mando para intentar recortar diferencias con O’Connor. No consiguió el esloveno distanciar al líder, pero sumó seis segundos de bonificación en la pancarta del puerto.

Los segundos caen poco a poco, Roglic se anima y O’Connor sigue siendo «un hombre feliz», como admitía en la salida. Es mucha la diferencia de la que disfruta y mucho el esfuerzo que tienen que hacer los rivales para recortarle. «Ayer los equipos no nos pusimos de acuerdo. No tiramos en conjunto. Ahí fallamos un poco todos», asumía Enric Mas antes del comienzo de la etapa.

Y ahora todo son prisas. Y la previsión de que llegara un grupo de escogidos a la meta de Córdoba para disputar el esprint se convirtió en un grupo de elegidos que se disputan la general acompañados por un puñado de velocistas.

Se vio a Roglic en el ascenso y se vio a Sepp Kuss. El ganador del año pasado se muestra por primera vez en la Vuelta y lo hace para intentar recuperar tiempo primero y después para ejercer de gregario de Van Aert.

Fue el número 1 de la carrera el que se ocupó de recortar las diferencias con Marc Soler. El corredor del UAE se marchó en el último tramo de ascenso para buscar una victoria parecida a la que consiguió en la Vuelta de la pandemia en Moncalvillo, un triunfo cimentado en un descenso espectacular al que los favoritos no pudieron responder.

Kuss, mucho más ligero que el español, se ocupó de comandar el pelotón en el descenso y de mantener a Soler controlado hasta que se cansó. «Hasta los compañeros de la general han trabajado para esto», decía Van Aert, que agradeció el esfuerzo con un triunfo incontestable. No hay ningún esprinter que supere la montaña con tanta facilidad como él.

Kaden Groves, que se quedó descolgado en la subida, había hecho un esfuerzo por unirse de nuevo al grupo que se iba a jugar la victoria. Pero su rueda se tocó con la de Nairo Quintana y él y sus esperanzas de lograr la segunda victoria se fueron al suelo.

Llegó el grupito a Córdoba y, como era previsible, Van Aert levantó los brazos en la meta por segunda vez. La Vuelta se ha puesto nerviosa, pero no tanto.

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