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Así ha sido la explosiva faena de Damián con un duro toro de Dolores en Bilbao

El toro más alto y pesado de toda la feria saltó al ruedo de Bilbao para abrir boca el último día. Uno de Dolores Aguirre, tan alto como pesado: 640 kilazos tuvo el primer oponente de Fernando Robleño. Con toda esa altura que tenía el gigantón metió la cara en la muleta del madrileño con franqueza después de cumplir en el caballo. Lástima que después de la esperanzadora primera tanda, el de Dolores se rajara y solo le quedara el buen fondo. Robleño anduvo firme y solvente, pero poco pudo hacer en este regreso a Bilbao después de dos décadas.

La enormidad del cuarto imponía delante de Fernando Robleño, más al no humillar. Tuvo recursos de sobra el madrileño. El toro fue encastado y nada fácil, porque a pesar de que iba y venía con cierta franqueza, aguantar esa embestida a esa altura era titánico, Robleño lo hizo con una facilidad asustante. Muy solvente, seguro, apostando y ganándole la acción. Muy meritoria puesta en escena ante un toro que manseó en los primeros tercios. Lástima la espada.

Le costó ir al caballo al segundo y tuvo mucho temperamento cuando llegó a la muleta. Damián vio claro que era así desde el principio y se puso al natural, que era por donde el de Dolores medio pasaba, pero eran fuego sus arrancadas. Más picante tenía todavía por el diestro. Se orientó muy pronto y cada vez era más difícil estar delante. La actuación de Castaño fue seria, valerosa y muy porfiona. Era un trago.

La faena de oreja de Damián

Aunque no estaba previsto salió «Argelón» de 633 kilos, un imponente toro que estaba anunciado como sobrero, pero el titular fue devuelto. Era uno de Dolores Aguirre descomunal, que le tocó a Damián Castaño en quinto lugar y la faena fue una explosión porque las arrancadas del toro quemaban. Ardían. Eran un fuego difícil de gestionar para la mayoría. Sin humillar, con ese tamaño tan imponente, y orientado, puso el corazón a bombear al salmantino y a toda la plaza. La faena del diestro fue corta, sincera y tremendamente interesante con una tanda que puso en pie al público. Emoción desbordante. De todo menos previsible. Un pinchazo precedió a una estocada delantera y a una oreja. Más que merecida. Si algo teníamos claro es que no era una tarde de matemáticas, sino de emociones y esfuerzos sobrenaturales.

La actuación de José Garrido

José Garrido se llevó el toro bueno, sobre todo por el derecho. Ya le dejó torear con la capa y aunque no tuvo mucha duración en la muleta, sí las suficientes arrancadas para hacer el toreo. A la faena de José Garrido, que contó con el oficio, le faltó la finura de condensar todo en poco. Supo ver que el toro no le iba a aguantar mucho y se fue pronto a por la espada; faltó haberle cogido la distancia y los terrenos para haberlo sacado el mayor partido.

Al sexto le costaba la misma vida pasar. Con peligro, se quedaba muy corto en todas y cada una de sus embestidas. Garrido se justificó con solvencia y valor por ambos pitones y demasiado hizo que pasar la faena con dignidad. No nos aburrimos, en la tarde. La última de un Bilbao que, con sus cosas, uno siempre quiere volver.

Ficha del festejo

BILBAO. Última de las Corridas Generales. Se lidiaron toros de Dolores Aguirre, bien presentada. El 1º, franco y rajado; 2º, exigente y orientado; 3º, buen toro; 4º, encastado, franco y sin humillar; 5º, como sobrero, exigente y duro; 6º, de muy corta arrancada y peligroso.

Fernando Robleño, de caña y oro, estocada (saludos); cuatro pinchazos, aviso (silencio).

Damián Castaño, de marino y oro, estocada que hace guardia (silencio); pinchazo, estocada delantera (oreja).

José Garrido, de azul y oro, cuatro pinchazos, media, tres descabellos (silencio); estocada (silencio).

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