Macron corteja a los socialistas para dividir a la izquierda
La indignación se desborda en la izquierda francesa. Este lunes, Emmanuel Macron hizo oficial su negativa a nombrar como primera ministra a Lucie Castets, candidata de la alianza Nuevo Frente Popular. A través de un escueto comunicado, el presidente alegó que esta decisión es necesaria para resguardar la estabilidad institucional, ya que «un Gobierno basado únicamente en el programa y los partidos que lo componen sería inmediatamente censurado por todos los demás grupos en la Asamblea Nacional».
Pero, en realidad, el rechazo de Macron no es necesariamente contra la izquierda en su conjunto. El repudio va directamente hacia el partido radical La Francia Insumisa. Se pone en evidencia, por ejemplo, cuando Macron se dirige a los otros partidos del Nuevo Frente Popular, para invitarles a «cooperar con las demás fuerzas políticas», es decir, con la derecha y el propio macronismo.
La Francia Insumisa lo sabe perfectamente. Sabe que el golpe va dirigido a sus diputados y reacciona en consecuencia. De hecho, su líder, Jean-Luc Mélenchon, ha reiterado que LFI presentará una moción de censura contra cualquier Gobierno que sea nombrado por Macron sin Lucie Castets como primera ministra.
«El presidente de la República acaba de crear una situación excepcionalmente grave. La respuesta popular y política debe ser rápida y firme. Se presentará una moción de censura», advierte Mélenchon, sin olvidar que su partido también ha planteado iniciar el procedimiento parlamentario de destitución de Macron por «no reconocer los resultados de las elecciones legislativas y burlarse de la democracia». Una iniciativa que tiene pocas posibilidades de prosperar, ya que necesita la aprobación de los dos tercios del Parlamento y el Senado, así como la transformación de la Asamblea Nacional en una especie de «Tribunal Supremo» para escuchar las comparecencias públicas del mandatario.
En medio de esta bloqueo, los «insumisos» han decidido salir a la calle. En un comunicado publicado ayer, LFI y varias organizaciones sindicales y estudiantiles han convocado para el 7 de septiembre a una gran manifestación contra lo que llaman «el golpe de fuerza» de Macron. Por su parte, el Nuevo Frente Popular ha declarado que no se dejará «robar la victoria».
Pero si La Francia Insumisa tiene claro su norte, otras organizaciones políticas se encuentran divididas con respecto a establecer un diálogo o no con la presidencia. El caso más visible es el del Partido Socialista, donde se han formado dos bloques: el del primer secretario, Olivier Faure –totalmente opuesto a una negociación con Macron– y los opositores internos a Faure, encabezados por la alcaldesa de Vaulx-en-Velin, Hélène Geoffroy, quien insiste en reanudar las discusiones con el presidente a pesar de su negativa a nombrar a Lucie Castets.
«Todos los electores franceses, tanto los nuestros como los del Frente Republicano, nos reprocharán no haberlo intentado hasta el final», dijo Geoffroy, criticando la decisión de Faure de no asistir ayer al Elíseo, donde se produjo una segunda ronda de conversaciones para elegir el nombre del nuevo primer ministro.
Geoffroy también se opone a la línea radical de La Francia Insumisa, acusándole de ejercer un «terrorismo intelectual». De hecho, la alcaldesa se ha negado a convocar a una manifestación el 7 de septiembre. «Soy la alcaldesa de Vaulx-en-Velin y conozco el precio de convocar a una revuelta», declaró Geoffroy.
Mientras, entre Los Verdes, miembros también del NFP junto a comunistas, socialistas y la LFI, comienza también a sentirse el hartazgo. Tímido pero presente. La diputada ecologista por la ciudad de París, Sandrine Rousseau, ha manifestado su apoyo a la apertura de un procedimiento de destitución contra Macron, regulado por el artículo 68 de la Constitución, que antes había sido tomado con pinzas en el seno de su partido. Al igual que los «insumisos», considera que «la izquierda debe convocar a manifestaciones masivas y adoptar una moción de censura contra cualquier Gobierno que no esté formado por el Nuevo Frente Popular.
En cualquier, caso, el tiempo apremia. Han pasado ya más de 7 semanas desde la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas, que dieron como ganador al bloque de izquierdas, pero aún no se ha instalado una nueva Asamblea Nacional ni tampoco hay un nuevo primer ministro en el horizonte. El presidente Macron debe presentar el presupuesto de la nación ante la Asamblea Nacional el próximo 1 de octubre. Pero sobre todo, debe calmar las turbulencias políticas y poner a funcionar al país de una vez por todas.