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Borja Jiménez: «Politizar el toreo es lo peor que se puede hacer. El toreo es del pueblo»

Fue la revelación taurina de la pasada temporada –en la Feria de Otoño de 2023 cortó tres orejas, con tres toros de Victorino Martín, y abrió la Puerta Grande de Madrid– y su ambición y arrojo lo están llevando cada vez más alto –hace solo unos días salió por la Puerta Grande de Bilbao– en un arte tan cuestionado hoy día como incontestablemente peligroso. Borja Jiménez le ha resistido el pulso a la mala suerte y ha logrado vencerla. Su carácter y su verbo son sobrios como los de un monje, pero dentro de él fluye la lava de los killers natos.

¿Ha tenido que encargar una vitrina especial para alojar todos los premios recibidos en el último año y medio?

Ja, ja, ja. Bueno, sí es verdad que me han dado muchísimos premios entre el año pasado y este, y estoy muy contento de recibir tanto reconocimiento. Ando buscando sitio en casa como voy pudiendo para colocarlos, ja, ja. Y la casa de mis padres la tengo también llena de premios.

Salir por la Puerta Grande de Las Ventas es el sueño de cualquier torero, y usted lo ha hecho dos veces. ¿Se sintió una estrella de rock?

Sí, te sientes como alguien especial. Es muy difícil salir a hombros de Madrid, es una plaza muy exigente, y en apenas ocho meses, desde octubre, que fue mi primera puerta grande, hasta ahora en San Isidro, que ha sido mi segunda, pues sí, he conseguido salir dos veces. Cuando estás a hombros en la plaza de toros de Madrid te sientes alguien único.

Fue un novillero de gran éxito, pero tras tomar la alternativa, en 2015, no llegó a las 20 corridas en ocho años. ¿Cómo venció al desaliento?

Es verdad que en la época de novillero toreé mucho y tuve triunfos muy importantes, como la puerta del Príncipe de Sevilla o la de Pamplona, y estuve en la parte alta del escalafón. Y una vez que tomé la alternativa, llegó ese parón de ocho años en los que toreé muy poquito. ¿Cómo se soporta eso? Con afición y teniendo las ideas muy claras. En esos años pude pensar qué es lo que buscaba dentro de esta profesión y, al final, todo lo que tenía en la cabeza me está saliendo ahora. En esto no sólo hay que estar preparado física y técnicamente, sino que hay que tener una mente muy fuerte. Porque si dejas de triunfar te pueden dejar en tu casa, y si empiezas a triunfar entras en las ferias. Cambia todo muy rápido, de una corrida a otra.

Desmiente el tópico del torero con boina y sin aula: es ingeniero agrónomo y ha ejercido como tal. ¿Qué le ha aportado esa formación a su carrera taurina?

En los años de adolescencia, cuando mis amigos empezaban a tontear un poquito y a pisar la calle, yo solo tenía tiempo para entrenar y estudiar, no hacía otra cosa. El estudio me ha aportado el aprovechar mucho las horas del día y centrarme en lo que hago. Me hizo madurar muy rápido.

¿Qué tiene que decir un torero que merezca ser escuchado respecto a la supresión del Premio Nacional de Tauromaquia?

Politizar el toreo es lo peor que se puede hacer. El toreo es del pueblo, y es una equivocación no ya por el toreo en sí, sino por ir en contra de la cultura. Si el toreo está considerado cultura, no tiene ningún sentido que quiten ese premio. Además, es arte. Luego no es ir ya contra el toreo, sino más allá. Ha sido un error bastante grande.

¿Por qué deberíamos preservar la tauromaquia?

Es parte, insisto, de nuestra cultura, y mientras haya toreros que se quieran jugar la vida, ganaderos que quieran criar toros y público que quiera asistir a las plazas, eso tiene que permanecer. Y luego está lo que influye en la economía de cada ciudad o pueblo cada vez que hay toros: en hostelería, hoteles y otros comercios. Cuando un espectáculo de masas genera tanto dinero no debería tocarse, porque estás afectando a muchas familias. Es industria.

«Como el toro he nacido para el luto / y el dolor» (Miguel Hernández). ¿Tan triste es la vida de un toro?

(Largo silencio). El toro es, posiblemente, el único animal, o de los pocos animales del consumo humano, que puede quedarse toda la vida en el campo hasta morir de viejo. En las ganaderías de pollo van directos al matadero, pero al toro se le da la oportunidad, si tiene esa bravura, de vivir y procrear toda la vida.

Esta sección lleva por título «¿Tienes fuego?». Señor Jiménez: ¿tiene fuego?

Intento conseguir lo que tengo en la cabeza y dar lo mejor de mí. Y quizá ese sea mi fuego, tener un objetivo y esforzarme día a día para llegar a él.

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