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La Guardia Civil denuncia que «en verano, los clanes del narcotráfico se ponen las botas en nuestra costa»

Decía el filósofo y escritor George Steiner que «lo que no se nombra, no existe» y, ya sea por hartazgo, hastío, o, simplemente, necesidad (los pueblos también precisan de curas de salud mental); la droga y todo lo que la rodea ha pasado o ‘ha querido pasar’ estos meses a un segundo e, incluso, tercer plano en la provincia de Cádiz.

Se podría decir que, a modo de liturgia, el verano, ese que todo lo cura, está sirviendo para que, a modo de muda de piel, las localidades más castigadas y tristemente manchadas por esta lacra fijen su mirada en su gran bálsamo, el turismo; arrinconando el siempre doloroso discurso del narcotráfico, marcado este 2024 por el cruel asesinato de los dos guardias civiles (Miguel Ángel González y David Pérez) en el puerto de Barbate.

«Que sí, que el problema sigue estando ahí, pero que, ni mucho menos, Barbate es droga y más droga. Somos un pueblo de buena gente y muy currante, que sufre este problema como otros muchos de Cádiz».

«¡Mira cómo está nuestro pueblo!, lleno de turistas disfrutando de nuestras playas, gastronomía y alegría. Tan a gusto y sin ningún problema que tenga que ver con las... drogas», señala uno de los trabajadores del Mercado de Abastos, santo grial del buen pescado y del atún rojo de almadraba.

Y razón no le falta. Salvo algunas actuaciones, sobre todo relacionadas con los ‘petaqueros’ (proveedores de gasoil para las narcolanchas), y la «Operación Palma» (la Guardia Civil logró desarticular una organización criminal asentada en Villamartín, dedicada al tráfico de drogas en la Sierra de Cádiz); el tándem Cádiz-droga ha perdido protagonismo en los medios.

Parece como si los narcos también se hubiesen tomado un periodo de vacaciones, dejando en ‘barbecho’ unas aguas, las gaditanas, que siguen siendo el principal ‘terreno de cultivo’ del tráfico de hachís procedente de Marruecos.

«Aunque pueda parecer lo contrario, la realidad es que los clanes de la droga han seguido operando en verano». «Quienes, como yo, llevamos 17 o 18 años en la zona, sabemos que los narcos, sus familias y todo el operativo que los rodea, no entienden de vacaciones ni de nada que se le parezca».

«Es más», resalta José Antonio Belizón, delegado en Cádiz de la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC), «en verano, los clanes del narcotráfico se ponen las botas en nuestra costa».

La razón, «muy evidente». La «falta de efectivos» para cubrir las necesidades que, sobre todo, plantea el frente litoral (260 kilómetros entre Sanlúcar de Barrameda y San Roque). Con poblaciones, caso de Chiclana de la Frontera, Conil, Barbate, Tarifa, etc. que duplican e, incluso, triplican sus habitantes.

«Sabemos que se están moviendo importantes cantidades de droga a lo largo del litoral, lo que ocurre es que no lo podemos certificar porque no tenemos los suficientes efectivos». «No tenemos la más mínima duda», recalca, «que los narcos están haciendo su particular agosto».

«Con el verano», apunta, «ocurre lo mismo que cuando se disputa un partido de Champions, llega la Navidad o cualquier otro periodo vacacional. Sabemos que es en esos momentos cuando más trabajan, más drogas mueven».

«Los clanes son totalmente conscientes de que, como ha vuelto a ocurrir este verano, disponemos de menos efectivos y, a su vez, más ocupados. Y, como es lógico pensar, aprovechan esas situaciones al máximo». «A ello», añade José Antonio Belizón, «hay que unir que cada vez cuentan con más tecnología y mejores medios, lo que les permite ser más efectivos».

Ejemplo de que el tráfico de drogas no solo se ha mantenido, sino que se «ha intensificado», son las numerosas actuaciones practicadas en torno al ‘petaqueo’. La última, la pasada semana, con la intervención de seis lanchas y una furgoneta en los caños de Sancti Petri y Zurraque (Chiclana). Las primeras, con 618 garrafas y 15.450 litros de combustible, y la segunda, con 81 garrafas y 1.620 litros.

«Este gran movimiento de ‘petaqueros’ es la prueba más evidente de que la actividad en la costa se ha incrementado en los meses de verano. A más necesidades de combustible, mayor circulación de narcolanchas».

En este punto, el delegado de la Asociación Española de Guardias Civiles habla de ‘delitos en b’.

«Se trata», explica, «de que, aunque encontremos embarcaciones varadas que sabemos que han sido utilizadas para transportar hachís; al no existir pruebas, no se contabilizan».

«Tenemos la goma (embarcación) y vemos las pisadas, pero no está la droga: ‘delito en b».

Delitos que «dan un respiro a los jefes de comandancia y a todos los que tienen responsabilidad, ya que no se contabilizan y, como sabemos, estos dependen mucho de las estadísticas».

«A nosotros, por contra, este tipo de delitos nos generan una gran impotencia. El comentario más normal entre los agentes es ‘nos la han vuelto a colar’. Se trata de delitos que no se ven y, en consecuencia, que no cuentan».

Sensación de frustración que, también en esta época del año, tiene lugar en un ambiente de «más amenazas, persecuciones, etc. contra los funcionarios y sus familias». «Acrecentadas porque los narcos son conscientes de que somos pocos y, por tanto, mucho más vulnerables».

«Nada que ver con esos tiempos (2007)», recuerda, «antes de la crisis. En los que éramos muchos, trabajando en todos los turnos y con gente muy joven, muy difícil de corromper». «Ahora», lamenta, «estamos en territorio narco, en el que hemos perdido la autoridad».

En cuanto a los efectivos de este verano, «los parches que están haciendo es coger a un componente de un cuartel, por ejemplo de Barbate, y juntarlo con uno de Vejer para cubrir ambas localidades. Una locura».

«También le han vuelto a ofrecer a los funcionarios la posibilidad de renunciar a sus vacaciones de verano por mil euros más, creo. Una cantidad que no es nada atractiva y que, además, se pierde en el momento en el que estés más de tres días ausente del trabajo. Una chapuza nada atractiva y que viene a sumar para que las carencias de servicio a la población, como está ocurriendo, sean mayores».

Campo de Gibraltar

Situación de ‘calma tensa’ de la que es gran conocedor Paco Mena, representante de la Coordinadora Antidroga Alternativa y una de las voces más autorizadas en la provincia, muy en especial, en el Campo de Gibraltar.

«Aquí», señala, «se sigue alijando droga por todos lados e incautando narcolanchas. Aunque es cierto que el Campo de Gibraltar está ahora más tranquilo, lo único que hemos hecho es trasladar el problema a otros lugares. Concretamente, a la zona de la desembocadura del Guadalquivir y a las costas de Chiclana, Conil, Barbate y también un poco a la parte de Málaga (Manilva, Casares e, incluso, Estepona)».

«En el verano», lamenta, «se junta el hambre con las ganas de comer, ya que al problema del narcotráfico se le suma la falta de efectivos». «Y, si bien es verdad que no se abandonan los temas de investigación sobre narcotráfico y que Vigilancia Aduanera, a la que han reforzado con más embarcaciones y personal, está realizando una gran labor; no hay efectivos suficientes para hacer frente a las necesidades de seguridad, etc. que plantean poblaciones de costa que llegan a doblar y triplicar su población».

«Los medios son los que hay y, por tanto, es necesario abordar un avance en la actualización de los catálogos de las comandancias, tanto de Algeciras como de Cádiz, y de las comisarías de la Policía Nacional y reforzarlas», concluye Belizón.

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