La odisea de Francisco

El viaje papal que comienza mañana por la tarde y que le conducirá a Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Leste y Singapur bien puede ser definido como «odisea» no sólo por su duración de doce días ( la mayor alcanzada hasta ahora en su pontificado), sino sobre todo por su kilometraje que supera los 40.000 kilómetros. Esto le exigirá volar durante cuarenta horas con diversas compañías aéreas, incluida una militar.

A muchos les sigue llamando la atención que Bergoglio dé preferencia en sus desplazamientos a países geográfica y espiritualmente periféricos descartando a viejas naciones católicas como España, Francia o Polonia. Se olvidan de que la predicación universal del Evangelio es un precepto de Cristo a sus apóstoles. Por otra parte, no es la primera vez que los Papas han visitado los países arriba citados. Ya lo hicieron Pablo VI en 1970 y Juan Pablo II en tres ocasiones diferentes.

En unas interesantes declaraciones el cardenal Luis Antonio Tagle, prefecto del Dicasterio para la Evangelización de los Pueblos, descarta que el Papa pretenda batir records y que su próximo viaje sea un «show» para demostrar lo que, a sus ochenta y siete años de edad, es capaz de hacer. El purpurado lo define más bien como «un acto de humildad ante el Señor que nos llama y un acto de obediencia a la misión».

Por otra parte las iglesias que visitará, siendo minoritarias en esos países (con la excepción de Timor) dan pruebas de un extraordinario dinamismo apostólico. Valga el ejemplo de Indonesia, donde la Iglesia católica posee once universidades y acoge en sus aulas a más de un millón de alumnos, muchos de ellos pertenecientes a otras religiones. Y de ello seremos testigos los periodistas que tenemos el privilegio de acompañarle en esta su nueva y apasionante odisea.