De la foto de unidad con Felipe González a la polémica por el "cupo" catalán
La tensión interna que vive el PSOE a cuenta de las negociaciones con el independentismo –primero fue la amnistía y ahora la financiación singular a Cataluña– van a verse acrecentadas con el calendario congresual al que se encamina el partido. Los ánimos están revueltos. Ya se han desatado los nervios en algunas federaciones por la anunciada renovación en los liderazgos y se extrema la prudencia ante los pronunciamientos públicos que puedan hacerse contra la línea oficial por las consecuencias que esto pueda acarrear en el futuro. El PSOE encara este 41º Congreso Federal en unas condiciones muy distintas a las que lo hizo en 2021. Entonces, el cónclave que se celebró en Valencia buscaba trasladar una imagen de unidad y gestión para afrontar con garantías los procesos electorales que se divisaban en el horizonte. Ahora, la sensación de debilidad y las discrepancias internas marcan la coyuntura.
Este cierre de filas en 2021 se escenificó plásticamente con el abrazo entre Pedro Sánchez y Felipe González. Tras meses de discrepancias abiertas y un alejamiento notable, todos los secretarios generales del PSOE –a excepción del desaparecido Alfredo Pérez Rubalcaba– se fotografiaron, todavía embozados tras las mascarillas de la Covid, en una imagen de unidad que proyectar a la opinión pública. Ahora, el escenario es bien distinto. González ha vuelto a marcar distancias y se muestra abiertamente crítico con la línea que está siguiendo su partido. En paralelo, el clima interno dista mucho de la uniformidad de épocas pasadas. Los últimos movimientos de Sánchez orientados a garantizar la independencia fiscal de Cataluña han soliviantado a dirigentes socialistas que van más allá del sector crítico tradicional, al que en un inicio se quiso circunscribir el malestar por parte de la dirección.
Incapaces de sortear esta cuestión, el PSOE ha decidido afrontar abiertamente el debate y desde la dirección anticipan que en los próximos eventos congresuales se debatirá internamente sobre eventuales reformas de los Estatutos de Autonomía porque, según señaló ayer la portavoz socialista, Esther Peña, «hay ciertas cosas que han tocado techo». La defensa que está construyendo Ferraz y Moncloa ante las críticas unánimes de propios y extraños sobre el acuerdo con ERC es que la singularidad catalana no es un privilegio exclusivo de la Generalitat y es extrapolable a otras regiones, si así lo prevén sus estatutos de autonomía. El PSOE apuesta ahora por definir nuevas competencias autonómicas como una suerte de cortafuegos al incendio interno que se ha generado y que no parece extinguirse.
Preguntada por las críticas internas en distintas federaciones autonómicas por la financiación singular para Cataluña, Peña anticipó que se mantendrán diversos debates en el 41º Congreso sobre financiación y también sobre posibles reformas de los Estatutos de Autonomía. «Ese va a ser el lugar donde compañeros de todos los territorios van a poder hacer su propuesta. Votaremos como lo hacemos siempre y llevaremos una resolución que seguro que mejora la calidad de vida de los españoles», aseguró. El 41º Congreso Federal, que se celebrará los días 15, 16 y 17 de noviembre, vuelve a Sevilla, con el objetivo de revitalizar la otrora federación más poderosa del socialismo y con el futuro de Juan Espadas en el aire. Sevilla que fue también, hace 12 años, el escenario del pulso entre Rubalcaba y Chacón.