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China decide suspender las adopciones internacionales

El Gobierno de China ha dado por finalizado de manera oficial su programa de adopciones internacionales a partir del 28 de agosto de 2024. La ministra de Asuntos Civiles de China, Mao Ning, reveló el jueves en una rueda de prensa que ya no enviarán niños al extranjero para ser acogidos. Esta decisión marca un giro en la regulación de este sensible asunto, ya que se permitirá solamente que extranjeros adopten a niños e hijastros de sus familiares hasta el tercer grado de consanguinidad, siempre bajo la condición de que el proceso se realice dentro de las fronteras chinas.

Las autoridades han subrayado que la medida se alinea con convenios internacionales y tiene como objetivo fortalecer el control sobre estos trámites, asegurando un proceso más transparente y efectivo. Asimismo, la funcionaria expresó su agradecimiento a las familias y gobiernos de otros países que han mostrado interés en adoptar en el país asiático, instándolos a fomentar el diálogo con las autoridades para aclarar los pormenores sobre este actualizado proceso.

Esta decisión refleja un esfuerzo internacional más amplio para garantizar que las adopciones transnacionales se realicen de forma transparente, ética y en el mejor interés de los niños implicados. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha destacado las complejidades en torno a este tema, señalando que, aunque pueden proporcionar un hogar permanente a niños necesitados, los sistemas a menudo se enfrentan a problemas como la trata de niños o la falsificación de documentos.

Por otra parte, este cambio se produce en un contexto demográfico complejo, resultado de la histórica política de un solo hijo, que ha dejado una huella profunda en la estructura familiar china y en la disponibilidad de niños para ser acogidos. Con el preocupante envejecimiento de la población y una tasa de natalidad en descenso, la decisión de suspender las adopciones transnacionales plantea interrogantes sobre el futuro de estas leyes y su impacto en las familias que buscan amparar a niños.

China decidió promover el control de la natalidad y la planificación familiar con la creación de la República Popular en 1949, aunque estos esfuerzos fueron esporádicos y voluntarios hasta la muerte de Mao Zedong en 1976. A finales de la década de 1970, la población china se acercaba a los mil millones de habitantes, y los pragmáticos dirigentes del país, encabezados por Deng Xiaoping, consideraron la conveniencia de frenar lo que se había convertido en una rápida tasa de crecimiento demográfico. En 1979 se hizo mayor la demanda para que el límite fuera de un hijo por familia, un requisito que se aplicó de forma desigual en las distintas provincias del país. El 25 de septiembre de 1980, una carta pública publicada por el Comité Central del Partido Comunista instó a todos a adherirse a la política del hijo único. Como consecuencia de esta norma, exacerbada por la importancia social de los varones en la estructura familiar tradicional china y agravada por las presiones económicas a las que se enfrentaban numerosos hogares en las zonas rurales, algunos optaron por renunciar a sus propios hijos.

Cabe destacar que organizaciones de derechos humanos han sacado a la luz una realidad alarmante dentro de la compleja red de orfanatos en China. Las estadísticas revelan un panorama de resistencia en medio de la adversidad, pero también ponen de manifiesto la difícil situación de los menores que deben navegar por un mundo que muchas veces parece ignorar sus penurias. A pesar de que la mayoría de ellos cuenta con padres vivos, se enfrentan a discapacidades, abandono y carencias en educación y atención médica.

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