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¿Qué santo se celebra hoy, 13 de septiembre? Esto es lo que debes saber del santoral de la Iglesia Católica

El santoral, también conocido como calendario litúrgico, es un libro religioso que contiene la lista de los santos reconocidos por la Iglesia Católica y que se celebra cada día del año. Más allá de una simple lista de nombres, el santoral representa un viaje fascinante a través de la fe, la historia y la cultura cristiana.

Qué santos se celebran hoy viernes 13 de septiembre

  • San Amado de Remiremont.
  • San Maurilio de Angers.
  • San Venerio.

San Juan Crisóstomo: Vida y Pontificado

San Juan Crisóstomo nació en Antioquía, Siria, alrededor del año 349. Su juventud estuvo marcada por una sólida educación en retórica y filosofía, recibiendo formación de grandes maestros de la época como Libanio. Sin embargo, atraído por el cristianismo, se dedicó al estudio de las Escrituras y llevó una vida ascética, retirándose durante varios años al desierto como ermitaño.

A su regreso a Antioquía, fue ordenado diácono en 381 y luego presbítero en 386. Su fama como orador y predicador pronto creció debido a su elocuencia y habilidad para interpretar las Escrituras, lo que le valió el apodo de Crisóstomo, que significa "Boca de Oro". Sus homilías, que a menudo denunciaban las injusticias sociales y la corrupción, lo convirtieron en una figura muy popular.

En 397, fue nombrado arzobispo de Constantinopla, la capital del Imperio Romano de Oriente. En su pontificado, Juan Crisóstomo destacó por su vida austera y su lucha contra los excesos de la corte imperial y la corrupción dentro de la Iglesia. A pesar de su poder, nunca dejó de predicar la humildad, la caridad y la defensa de los pobres. Sin embargo, su estilo de vida y sus críticas a los lujos y la inmoralidad lo llevaron a enfrentarse con la emperatriz Eudoxia y otros miembros influyentes de la corte.

Canonización y Legado

San Juan Crisóstomo fue canonizado poco después de su muerte, dado el enorme impacto de su vida y sus enseñanzas en la Iglesia. Fue proclamado Doctor de la Iglesia debido a la profundidad de su teología y su influencia en la interpretación de las Escrituras. Además, es venerado tanto en la Iglesia Católica como en la Ortodoxa, donde es uno de los Tres Grandes Jerarcas junto con San Basilio el Grande y San Gregorio Nacianceno.

Su legado teológico y pastoral es inmenso. Es recordado principalmente por sus homilías y escritos, que incluyen tratados sobre el sacerdocio, la moralidad y la interpretación bíblica. Sus discursos fueron revolucionarios en cuanto a la defensa de los pobres y oprimidos, además de su crítica directa a la avaricia y el abuso de poder, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil.

Uno de sus mayores legados es la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo, una de las formas más importantes de la misa en la tradición oriental, utilizada regularmente en las Iglesias ortodoxas y católicas orientales. Su pensamiento y obra siguen siendo fundamentales en la liturgia y teología cristianas hasta el día de hoy.

La festividad de San Juan Crisóstomo se celebra el 13 de septiembre en la Iglesia Católica.

Exilio y Muerte

El enfrentamiento de Juan Crisóstomo con la emperatriz Eudoxia y los poderosos de Constantinopla acabó llevándolo al exilio en varias ocasiones. En 403, fue desterrado por primera vez a causa de sus sermones que denunciaban los excesos y las injusticias de la corte imperial. Aunque fue brevemente restituido, sus críticas continuas a la moralidad de la emperatriz, a quien comparó con personajes bíblicos como Jezabel, provocaron un segundo destierro.

En 404, fue exiliado nuevamente, esta vez de manera definitiva. Fue enviado primero a Cucuso, en Armenia, y más tarde a un lugar aún más remoto en Pitiunta, en la región del Cáucaso. Su salud se deterioró gravemente debido a las duras condiciones del viaje y el clima extremo. A pesar de su exilio, continuó escribiendo cartas de aliento a sus seguidores y manteniendo su fe inquebrantable.

San Juan Crisóstomo murió el 13 de septiembre de 407 mientras lo trasladaban a otro lugar más inhóspito. Sus últimas palabras fueron "Gloria a Dios por todo", un testimonio de su profunda espiritualidad y confianza en la providencia divina incluso en los momentos más difíciles.

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