Crítica de "Hotel Bitcoin": resacón en la sierra ★★★
Comienza como «El crepúsculo de los dioses» (Billy Wilder, 1952), o sea, con un muerto, no flotando en la piscina situada en la mansión de una vetusta estrella hollywoodiense, pero también con la voz en off de un fiambre. No, es coña, nada que ver con aquella decadentísima y excepcional producción. Pero, bueno, el cine está lleno de estrambóticos paralelismos y no menos rarísimas coincidencias, igual que la vida.
Porque, vamos a ver, ¿en qué momento y hora cuatro amigos tan desgraciados como estos, tan inmaduros, tan zafios (sobre todo, uno, narices con el personaje que encarna Pablo Chiapella), se encuentran accidentalmente 4.000 bitcoins, en cristiano y si no se termina de hundir la porquería esa de la moneda digital, de 102 millones de euros en un portátil, y no se les ocurre otra cosa que irse a un hotel de la sierra madrileña (carísimo) para esperar al lunes y cobrarlos mientras montan el pollo y uno de ellos tiene, ya nos dijeron los directores, todas las papeletas de acabar finado.
Pues eso mismo es «Hotel Bitcoin», una comedia desmadrada, un torbellino de colores horteras, de muertos «sin querer», de, hay varias, muy divertidas situaciones, de seguratas con un perfil de psicópatas que no veas, de tarantinianas «limpiezas», de falsos poetas al estilo Carmen Mola pero con ripio, de... Miren, una gamberrada para pasarlo bien. Y qué envidia no tener que esperar a la jubilación para largarnos al Caribe ese... O a Benidorm, ya puestos.
Lo mejor:
Que el elenco protagonista, más lo secundarios, están todos estupendos
Lo peor:
Sí, hay situaciones extrañas o forzadas, pero lo importante es que se lo pasen bien