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España se va desenganchando de su "adicción" al gas natural

Poco a poco, España parece que se va desenganchando de su «adicción» al gas natural. Desde 2022, coincidiendo con la invasión rusa de Ucrania, las importaciones de este combustible fósil se han ido reduciendo paulatinamente y de forma importante. Hasta junio, las compras al exterior alcanzaron los 176 teravatios hora (TWh), muy por debajo de los casi 220 de hace un par de años y también inferiores a los algo más de 200 de 2023, según los datos del operador público Enagás. De seguir la tendencia, y si se excluye el año 2020, en el que el consumo energético se hundió en todo el mundo como consecuencia del coronavirus, el consumo de gas natural en España marcaría mínimos de los últimos veinte años.

¿Qué ha motivado esta importante caída de la demanda de gas en España? Pedro Cantuel, experto en el sector energético, apunta a una combinación de tres factores, dos de tipo coyuntural y otro de carácter estructural.

Hogares e industria

En cuanto a los factores coyunturales, Cantuel apunta en primer lugar a que el consumo de gas en los hogares españoles en los meses del pasado invierno fue más moderado debido a que «las temperaturas fueron más suaves».

A ello, Cantuel añade también la caída del consumo en sectores industriales consumidores de este combustible por una coyuntura económica más estancada. Según datos de GasIndustrial, asociación que defiende los intereses de los consumidores industriales de gas en España, entre enero y mayo, el consumo de gas en la industria ascendió a 14,38 TWh, un 16% por debajo del promedio de los últimos años. Aunque en sectores como el refino ha superado los niveles marcados en los años 2022 o 2023 -aunque sin llegar al promedio del periodo 2018-2021-, en la mayoría del resto de negocios, como el papelero, el textil, el de la construcción o el agroalimentario, no alcanza ni los registrados el pasado ejercicio. Y en otros como el químico o el siderúrgico, están en cuotas muy parejas a las de 2023.

El experto también apunta a que el avance de las energías renovables «reduce la dependencia del gas», punto en el que coincide con Eduardo Irastorza, profesor del EAE Business School y experto en el sector energético.

[[QUOTE:PULL|||Las renovables cubrieron el 44% de la demanda eléctrica hasta junio]]

El fuerte incremento de la capacidad instalada de energía sobre todo solar y eólica ha permitido que estas tecnologías hayan pasado de cubrir el 26% de la demanda eléctrica total española en 2019 al 44% en los primeros seis meses del presente año, según los datos recogidos en el informe del Banco de España «El impacto de las energías renovables sobre el precio mayorista de la electricidad». Estas tecnologías, que tienen unos costes marginales muy inferiores a las fuentes de generación basadas en combustibles fósiles -en particular, los ciclos combinados, que utilizan fundamentalmente gas natural como combustible- han ido cubriendo cada vez más horas de demanda, lo que no sólo ha propiciado un retroceso del consumo del gas sino también de los precios de la electricidad. Según el mismo informe del Banco de España, en la primera mitad de año el porcentaje de horas con el precio de la energía en el mercado mayorista a cero euros o negativo alcanzó el 15%. Además, y según sus cálculos, en la primera mitad de este año el precio de la electricidad en el «pool» ha sido un 40% inferior al que se hubiera observado de mantenerse la generación eólica y solar en el entorno del 26% de 2019.

El recorte de los precios de la energía, no obstante, ha puesto en alerta a parte de la industria energética. Desde el sector renovable, consideran que si las caídas son situaciones puntuales, coyunturales, se podrá explicar y formar parte de un proceso de transición. Pero añaden que, sin lugar a dudas, si se convierten en un problema estructural, generan una serie de desincentivos para la inversión que pueden afectar en este camino de la transición energética.

Irastorza también apunta que, en el avance de las renovables, están teniendo un peso cada vez mayor las instalaciones de autoconsumo. Los españoles, dice, están «llenando sus tejados de placas solares» en vista de lo que ha ocurrido -y parece que ocurrirá con más frecuencia- en meses como agosto, donde las temperaturas han sido elevadísimas y el sol no ha parado de brillar.

Tras el «boom» que experimentó en 2022 después de la pandemia, el autoconsumo perdió algo de fuelle en 2023. No obstante, siguió creciendo y, a finales de 2023, España contaba ya con 6.955 MW de potencia acumulada a nivel nacional, según datos de la Unión Española Fotovoltaica (Unef), asociación mayoritaria de la energía solar en el país. Este ejercicio, el ritmo de instalación retrocedió un 26% en el primer trimestre. Algo que desde Unef consideran lógico tras el boom postpandemia. «Nos encontramos en un momento de estabilización del autoconsumo en España. La pérdida de la percepción de altos precios de la energía por parte de la ciudadanía, así como la reducción del poder adquisitivo de las familias debido al aumento de la inflación, junto con el agotamiento de las ayudas contempladas dentro de los Fondos de Recuperación motivan estos datos», según valoró al dar a conocer públicamente los datos trimestrales José Donoso, director general de Unef.

Junto a estos tres factores, Irastorza añade otro factor que, a su juicio, empuja a España a reducir su consumo de gas: su precio. Como explica, tanto la guerra de Ucrania, que ha impulsado a Europa a desengancharse en lo posible del gas ruso; como la tirante relación que mantiene España en este momento con Argelia tras su cambio de posición respecto al Sahara occidental, han forzado a España a tirar del gas natural licuado (GNL) de Estados Unidos para abastecerse. «Y este gas es más caro, porque cuesta más producirlo y, además, hay que traerlo en barco, lo que encarece su precio», explica Irastorza. En 2021, Estados Unidos suministraba a España el 11% de su gas y Argelia el 40%, según los datos recogidos en el informe sobre energía del país publicado por la Comisión Europea. Sin embargo, aunque el país norteafricano sigue siendo el principal suministrador de España, ha reducido el porcentaje al 34%, mientras que Estados Unidos lo ha incrementado al 18,2%, según el boletín estadístico de Enagás.

A pesar de todas las sanciones impuestas por la guerra, entre los grandes suministradores de gas de España se mantiene Rusia, con el 22,8% del total. Una circunstancia que no extraña a Irastorza. «El gas ruso es mucho más barato y se sigue comprando a través de terceros países interpuestos, como China o India, a los que Putin sigue vendiendo», explica.

Cantuel añade sobre esta cuestión que también «hay que tener en cuenta que las empresas españolas tienen contratos de largo plazo y están sujetas a penalizaciones si no cumplen un mínimo de compras».

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