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Los secretos de lago de Genesaret por donde caminaba Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret, el personaje más importante de la Historia, desarrolló su actividad marítima en el lago de Genesaret, y no en el Mar Muerto, que eran los dos lagos existentes entonces. Ambos eran de considerable extensión, razón por la cual se les sigue denominando mares incluso hoy en día.

A diferencia del lago de Genesaret, el Mar Muerto es de agua salada y servía de uso exclusivo para la navegación comercial por su falta de pesca. Prueba de ello es que en el mapa-mosaico de Mádaba, de la época bizantina, se representa al Mar Muerto surcado por dos naves de carga. El lago de Genesaret es, por el contrario, de agua dulce y sigue siendo hoy navegable y apto para la pesca como lo demuestra el hecho de que en sus riberas vivan todavía marineros y trabajadores del mar.

Genesaret es la versión griega del término hebreo Kinneret, derivado a su vez de la palabra kinnor, que significa “cítara”. Siguiendo la etimología, se ha pretendido fundamentar el nombre del lago por su forma semejante a la caja trapezoidal de ese instrumento musical. Pero, como advierte con tino el arqueólogo español Joaquín González Echegaray, la denominación del lago procedería en realidad de la antigua ciudad Kinneret, levantada en las mismas orillas del lago y cuyas ruinas han sido excavadas ya por arqueólogos alemanes en Tell el-Ureimeh. El nombre de la ciudad aparece citado con cierto matiz ortográfico en el Libro de los Números del Antiguo Testamento.

Es fácil entender, dadas sus casi inconmensurables proporciones, las distintas denominaciones de “mar de Galilea” o “mar de Tiberíades” tan extendidas en la época de Jesús para referirse al lago de Genesaret. Mide éste más de veinte kilómetros de norte a sur, por otros doce kilómetros de este a oeste en su parte más ancha. Su extensión total alcanza así los ciento sesenta y cinco kilómetros cuadrados, con una profundidad máxima de cuarenta y cinco metros. La superficie del lago se encuentra a doscientos doce metros bajo el nivel del Mediterráneo y a poco más de cuarenta kilómetros de distancia de éste.

La ribera oriental aparece coronada por los altos del Golán, con escarpes de hasta cuatrocientos metros de desnivel. Las riberas del norte y sur carecen de montañas, pero a poniente las franjas montuosas de la Baja Galilea llegan casi hasta la orilla en el tramo sur. Al contrario que en el norte, donde se extiende una paradisíaca llanura de unos seis kilómetros de largo por tres de ancho que contrasta con el resto de la costa del lago, más bien árida.

El historiador Flavio Josefo quedó prendado de la belleza de aquella llanura donde asegura que crecían las especies más variopintas de árboles, desde nogales, manzanos y palmeras, hasta higueras y olivos. Y qué decir sobre la variedad de ciudades y poblados importantes asentados en sus orillas, recorridas palmo a palmo por Jesús con sus discípulos. Cafarnaúm se halla en el ángulo noroeste y, algo más al suroeste, el poblado que da nombre al lago, Genesaret, a donde se llega por la Via Maris (Camino del Mar) que lo bordea, tras una caminata de unos cinco kilómetros.

La Via Maris se llamaba así porque transcurría junto a la ribera del Mediterráneo a través de las llanuras costeras para dejar a un lado las zonas montañosas, las gargantas y los desiertos. Jesús debió de curtirse el rostro y las piernas recorriendo de un extremo a otro esta vía, convertido en un consumado andarín.

Al suroeste del lago se encuentra Magdala o Tariquea, la ciudad de María Magdalena situada a unos doce kilómetros de Cafarnaúm siguiendo el mismo curso de la Via Maris. Magdala es la versión griega del término hebreo Migdol, que significa torre. El nombre alternativo de Magdala, Tariquea, deriva a su vez del término tárichos, que significa “pescado salado”, una de las tres formas de consumir este alimento en la época de Jesús. El pescado se tomaba asado o en escabeche pero era habitual comerlo en seco. Jesús consideraba “peces malos”, según la costumbre judía, los pertenecientes a la familia de los siluriformes de hasta cinco metros de longitud, con el cuerpo alargado y aplastado, además de barbillas largas en las mandíbulas. De esos peces de agua dulce no comían los judíos ortodoxos consecuentes con su fe. Al contrario que el Tilapie, más conocido como “Pez san Pedro”, el cual, como poseía escamas y aletas, se le consideraba puro por la ley judía tal y como se indica en el Levítico.

Para el pueblo judío, la actividad marítima en el Mediterráneo se centraba en los lagos o mares interiores, dado que la salida al Índico a través del golfo de Akaba se hallaba fuera del control de las autoridades hebreas. Persiste aún hoy cierta confusión cuando los evangelistas aluden al lago de Genesaret con otros nombres distintos. Juan, por ejemplo, se refiere a éste como el “mar de Tiberíades”. El “mar de Tiberíades”, según Juan, fue también el marco escogido por Jesús para la consumación de su pesca milagrosa ante la estupefacción de Pedro y de los otros apóstoles.

Si el evangelista Juan denomina “mar de Tiberíades” al lago de Genesaret, Mateo y Marcos aluden a él como el “mar de Galilea”. Marcos también denomina al lago de Genesaret como “mar de Galilea”. Sólo Lucas, de entre los cuatro evangelistas canónicos, menciona el lago de Genesaret por su verdadero nombre geográfico.

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