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Consumir experiencias antes que bienes: lo que tienes que saber sobre la diverflación

Los patrones de consumo se transforman constantemente, a veces de forma incomprensible. Un buen ejemplo de ello es que, a pesar de la tendencia al alza de los precios en festivales o conciertos, las entradas se agotan en minutos, algo que también se observa al cenar fuera de casa ya que, a pesar de que los bares han subido sus precios en los últimos años, las terrazas continúan llenas de gente.

Podemos explicar este fenómeno gracias a un nuevo término: la diverflación, o lo que es lo mismo, preferimos gastar nuestro dinero en experiencias más volátiles y ociosas antes que en bienes materiales más duraderos, algo que, según el Banco de España, aumenta el riesgo de que se disparen los precios en sectores orientados al ocio.

Desde la pandemia, sentimos la necesidad de recuperar el tiempo perdido tras el confinamiento y damos más importancia al bienestar mental y las relaciones sociales, que se vieron restringidas durante ese periodo. Es por esto que ahora preferimos comprar experiencias antes que invertir en bienes duraderos, explican desde CaixaBank. Sin embargo, también existen otros factores que desencadenan la diverflación, como la dificultad para acceder a una vivienda o la incertidumbre geopolítica, que empuja a los jóvenes a disfrutar más del presente.

Los cambios en el consumo

Para darnos cuenta de cómo afecta la diverflación a nuestro dinero, nos fijamos en la Encuesta de presupuestos familiares del INE, que explica que el gasto medio por hogar en ropa y calzado ha bajado en 143 euros en 2023, mientras que el realizado en restaurantes y hoteles ha aumentado en más de 360 euros.

Por su parte, si vemos el gasto medio por hogar en su conjunto, la vivienda (31,8%) y la alimentación (16,3%) siguen siendo las partidas que mayor porcentaje de gasto concentran, mientras que las dos siguientes están más relacionadas con el ocio: los transportes (11,6%) y la hostelería (10,1%). Destaca que en bares y restaurantes gastamos solo seis puntos porcentuales menos que en alimentarnos.

Pero existen riesgos

Aunque la diverflación no tiene por qué suponer un aumento en el gasto, es verdad que no está exenta de riesgos, ya que en muchas ocasiones se suele destinar a bienes y servicios vinculados a la compra impulsiva por culpa de la satisfacción que nos genera la inmediatez y que puede llegar a distorsionar nuestras decisiones financieras, avisan desde CaixaBank.

Pero esto no significa que tengamos que limitar nuestros gastos en ocio, sino que debemos meditar en qué lo gastamos teniendo en cuenta nuestros ingresos y el ahorro que queramos llevar a cabo.

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