Maruja Torres: «No me veo antigua.Soy más vivaz que muchos jóvenes»
Podría parecer que la escritora y periodista Maruja Torres quiere bajarse del escenario y despedirse en su último libro «Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo» (Temas de Hoy). Pero hablando con ella, como podrá comprobar el lector en esta entrevista, no nos encontramos con un adiós sino con un hasta luego por parte de quien ha dedicado una vida al oficio del periodismo.
¿Por qué este libro?
Porque me lo ofrecieron, me conquistaron, me engresqué. Me entusiasmé una vez que empecé a escribir. Vi que tenía un comienzo ideal y, poco a poco, fui desarrollando el libro como un diario que también era una vuelta atrás. Está escrito con ráfagas, con fogonazos porque soy así y me gusta escribir con capacidad de síntesis. Si volviera a nacer sería una cronista impresionista. Cada vez me gusta más escribir en corto porque no quiero que la gente se canse. Este es un libro que se puede leer con rapidez y, si te engancha, te lo puedes volver a leer otra vez.
Es un libro difícil de etiquetar. Podría verse como unas memorias, pero también como una especie de diario.
Sí, siempre hago memorias. Vayas por donde vayas, mi memoria es incansable. Siempre me salen cosas… Por ejemplo, el otro día me acordé que Bárbara Rey me hizo una paella. Tengo tantas vivencia, he estado en tantos terrenos como la prensa del corazón, la dedicada al cine o la de humor. Así que he ido recogiendo mucho.
En «Cuanta más gente se muere, más ganas tengo de vivir» afirma que se ve vieja, no antigua: en todo caso, clásica.
Es una pedantería, pero es verdad. Lo de en todo caso clásica lo digo en tono irónico, ¿no? Pero lo que sí que no me veo es antigua, para nada, para nada, para nada. Estoy muy vivaz, más que muchos jóvenes. Por ejemplo, a mí las redes me han ampliado, no me han reducido. He aprendido a pensar lo que pongo y a leerlo antes de saltar, aunque por las mañanas, como estoy medio cegata, siempre hay alguna letra que se me escapa.
También hay una reivindicación de un periodismo que se está perdiendo.
Sí, no como el que tenemos ahora por culpa de las empresas. Siempre se va a lo fácil. Es igual que en la época en la que la televisión empezó a ser un enemigo a batir. En vez de batirlo por el camino de la inteligencia se hizo por el del chismorreo, el de la basura y ahí las televisiones son imbatibles. Pero no voy a ser tan radical de decirle «el periodismo ha muerto» porque no ha muerto. No, no, para nada. Pero la manera de entenderlo fue hermosísima mientras duró. No queda nada. Y mejor que los jóvenes no sepan cómo fue, porque sufrirían mucho. Encuentro que hay gente muy preparada entre la juventud, saben más idiomas de los que sabía yo. Lo que pasa es que son las empresas las que tienen que reaccionar y deben hacerlo de manera innovadora.
Es una autora barcelonesa, muy vinculada con la ciudad, pero ahora está en Madrid. ¿Por qué se fue?
Hay varias respuestas a eso y todas coinciden en lo mismo: porque el monotema me aburría como una ostra. Porque no podías ir a una presentación de un libro sin encontrarte una foto de seis metros de Lluís Llach dentro de la librería, aparte de las banderas correspondientes y los lazos. Me desoló absolutamente lo que vi aquí, que mi Barcelona, porque yo lo que soy es barcelonesa, estuviera tan paleta y además tan agraviada, tan víctima. Yo soy de las que se van. Si hubiera vivido en el País Vasco cuando la ETA, me habría ido.
Al principio del libro dice que no sabe si este será el último.
Siempre tengo la impresión de que ya estoy en edad de morirme, o de caerme, de darme contra un bordillo, o de resbalar en el baño. El día que ocurra pensaré: ya está aquí, ya está. Si tenemos la suerte que sea de golpe. Pero ahora voy a disfrutar el día de hoy y escribir ayuda a no perder los amigos, las ciudades, los recuerdos...