Madrid: capital del collage femenino
«La inmediatez y el lenguaje que se crea con el collage, con imágenes y texturas que no nacieron para estar juntas, es lo que más me atrae de este formato», asegura la artista Patricia Cruz, conocida artísticamente como Lapatry Cruz. La collagista acaba de proclamarse ganadora del II Premio Stendhal Room de collage femenino con una propuesta que ha denominado «paisajes comunes» y donde el eje fundamental de unión entre las obras son las relaciones sociales y la forma en la que nos comunicamos con el mundo.
El jurado, compuesto por la directora de la Plataforma de Arte Contemporáneo, Sara Torres Sifón, y el equipo de Mujeres que cortan y pegan (un grupo virtual de mujeres interesadas por el collage y que reúne a casi 30.000 personas en Instagram, formando así una de las referencias del sector), han seleccionado la obra de Cruz entre el alrededor de 200 trabajos presentados, llegados desde lugares tan remotos como Chile o Argentina. Previamente, dieron a conocer las otras nueve finalistas de este certamen, que tendrán la oportunidad de poner a la venta su trabajo en la sede de la galería madrileña, situada en la calle de la Madera número 17, en pleno corazón de Malasaña: Esther TP, La Regit, Delizious, Amparo Gutiérrez, Madcollage, Saki, Raquel Moreno, Karina Senatore Consuegra y Disparate son las otras collagistas cuyas creaciones fueron las más puntuadas de entre las presentadas.
Por su parte, Cruz verá reconocida su propuesta con una exposición individual en The Stendhal Room a finales de curso, cuando exhibirá el concepto en el que ya ha comenzado a trabajar y en el que, como reconoce, intentará sorprender sin perder su identidad, que se caracteriza por una obra de toques sosegados, con gran presencia del blanco y negro e imágenes retro. Su apuesta por un trabajo manual, donde recortar y jugar con el papel es básico, dan como resultado unas piezas que resultan elegantes, sin perder su carácter reivindicativo: «Me gusta mucho tener la oportunidad de que mi obra esté en un lugar como The Stendhal Room, donde la gente puede ver in situ mi trabajo. Soy consciente de la ventaja del entorno y de la zona, así como de la estética del local, que invita a descubrir. También, me encanta estar arropada con el resto de trabajos de mis compañeras. Poder vender mis láminas junto a ellas hace que la gente que sigue su trabajo pueda también conocer el mío, y viceversa».
Con este certamen, Madrid comienza a formarse como una ciudad con una voz propia en este campo, en una sociedad donde el collage ha comenzado a tener una presencia muy destacada.