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Pedro (Sánchez) y el lobo: la deuda pública se dispara 400.000 millones desde que llegó a la Moncloa

Gregg Easterbrook, novelista americano, famoso sobre todo por sus crónicas de fútbol –americano–, escribió un día aquello de «tortura a los números y lo confesarán todo». Quizá debería haber añadido a lo de «tortura», «interpreta», pero la esencia es la misma. Los árboles, una vez más –¿y van?– ocultan el bosque, pero la realidad es tozuda. La deuda pública española alcanzó un nuevo récord en septiembre de 2024, al escalar hasta la fantástica y también inimaginable cantidad de 1,637 billones de euros, con «B» mayúscula de barbaridad. Tras una tortura adecuada de los números y los porcentajes, esa cifra fabulosa significa el 104,4% del PIB, casi un punto menos que el 105,3% que representaba al final del segundo trimestre de 2024. Hay, quizá, asuntos más candentes, pero la inmensa deuda pública es uno de los grandes agujeros negros de la economía española que un día pueden tragarse todo.

La tortura de los números le permite al Gobierno presumir de una cierta reducción de la deuda, pero no deja de ser un espejismo, porque en términos absolutos no deja de crecer, al menos ¡desde 2008! Y ha subido en algo más de 400.000 millones de euros desde que Pedro Sánchez se instaló en la Moncloa. La última gran crisis económica española llegó, a principios de la década pasada, por los problemas de refinanciar la deuda, que dejaron al país al borde la quiebra. Esto hubiera significado, por ejemplo, un recorte radical –hasta el 50%– de las pensiones y de los salarios de los funcionarios, entre otras cosas. La deuda pública, con la que se pagan pensiones, sanidad y educación, y también a la función pública, no ha dejado de crecer desde entonces. La tortura adecuada de los números enmascara la realidad, porque el PIB en 2008 era 1,11 billones de euros, y en el segundo trimestre de 2024 era de 1,54 billones, pero es un puro espejismo. En esos años, la deuda creció lo mismo que el PIB, señal de que algo no funciona bien. El Gobierno vive ajeno al asunto y la oposición de Núñez Feijóo no está cómoda con estos asuntos. Todo, sin embargo, es como el cuento de Pedro y el lobo. Tantas veces se avisa, en falso, de la llegada del lobo que, cuando de verdad viene, nadie lo cree. Para algunos es mejor torturar a los números, dice Easterbrook.

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