El coro de la Bernarda
Contrariamente a lo que se suele creer, la famosa Bernarda no era una egregia cortesana de embudo jalón, sino una eficacísima santera que curaba a personas y bestias palpando el altramuz. Tanto éxito llegó a tener, que peregrinaban hasta ella gentes de toda condición desde los más lejanos confines, al punto de que la dama y su preciada albacora acabaron derivando en auténtico problema de orden público. Es decir, un griterío tal de empujones, voces e ideas, que no había ya manera humana de orquestar. Tan desordenado coro se viralizó de tal manera que acabó elevado al grado de icono popular. Algo así como lo que le está ocurriendo al orfeón gripado del Ejecutivo con la política impositiva y la fiscalidad a las grandes empresas. Cada uno pide lo que quiere y la señora Montero le da a todos lo que reclaman, generalmente en manifiesta contradicción. Como ERC y Bildu anhelan castigar con más impuestos a las compañías energéticas, les firma Marisús el «okay» a subir la presión fiscal. Y como PNV y Junts solicitan lo contrario, también les dice que vale, inventando la artimaña de que habrá una mayor tributación para tales sociedades, aunque se salvarán de pagar más a Hacienda aquellas que inviertan en el mantra de la burocracia globalista: la descarbonización. Como todas invierten sin parar en el greenwashing del CO2, casi todas se salvarán al fin y al cabo de pagar más, aunque en realidad estén obligadas a hacerlo. Solo en la mente privilegiada de nuestra ilustre vicepresidenta podría entrar tanta fineza. Pero al final cuela y el Frankenstein asiente. O al menos hace como que está de acuerdo.
Hoy veremos qué acaba pasando con semejante embrollo, de indeleble marchamo MJ. Allí donde se fija tan prestigiada marca está garantizada la anarquía. Quizás por eso ponen ya precio a su melena tanto asociados como propios. Incluida la opinión sincronizada del progresismo patrio. Será cuestión de ver por dónde sale el sol con Podemos y cómo se mueve el flequillo de Puigdemont. La legislatura depende de ellos dos. A Iglesias le da igual romper ahora, pues su rédito ante el hundimiento de Yolanda es evidente. Y al prófugo traidor le empieza a dar casi todo lo mismo. De manera que cualquier día hace una machada. Si Zapatero se lo permite, claro. El antiguo Zetapé ha vuelto por sus fueros a consagrarse como la estrella del socialismo sancho. Manda casi tanto como Pedro y además no se quema en nada. Allí donde hay lío, ves su huella mediadora y conseguidora. Si quieres obtener algo del Sanchismo tienes que hablar con José Luis. Tiene tanta mano con Puchi como con Maduro o Xi Jinping. Y a su magia acude una y otra vez a Pedro cuando ha de desenrollar alguno de los enredos de Marisús. La victoria del otrora presidente tras bajar a los infiernos en 2008.
Claro que lo de hoy pinta regular. Aquí se empieza a cansar el personal. Las empresas energéticas advierten que están en riesgo 30.000 millones de inversiones. No es broma. El poderoso Enerclub, donde figuran la totalidad de las que tienen que estar (BP, EDP, Endesa, Iberdrola, Moeve, Naturgy, Repsol, Total, etc ) se ha visto obligado a hacer algo que casi nunca ocurre: una declaración solemne y contundente para pedir el fin de la excepcionalidad y la inestabilidad. La política puede vivir en el desorden, pero las empresas no. Por eso piden evitar la incertidumbre, más estabilidad regulatoria, una fiscalidad fiable y la seguridad jurídica que es propia de los países democráticos occidentales. Todo lo que aquí no hay.