Aldama, el vengador del «sanchismo»
Sus declaraciones en la Audiencia Nacional han conmocionado el escenario político. Víctor de Aldama, conocido como el conseguidor del «caso Koldo», el presunto nexo y cabecilla de la trama corrupta según los informes de la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil), ha levantado las alfombras y elevado sus acusaciones hasta el mismo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Quienes le visitaban en la cárcel de Soto del Real, dónde ha permanecido desde el pasado 10 de octubre, cuentan que llevaba tiempo preparando minuciosamente este golpe de afecto, bien asesorado por su letrado, el penalista José Antonio Choclán, defensor de estrellas de fútbol como Cristiano Ronaldo o actores como Imanol Arias. Choclán fue juez en la Audiencia Nacional y participó en la sentencia de Banesto que condenó a Mario Conde. Buen conocedor de sus entresijos es considerado un experto en alcanzar acuerdos con la Fiscalía. Ello, junto a su autoinculpación, ha facilitado la decisión del juez Santiago Pedraz de poner en libertad a Aldama bajo medidas cautelares. Fuentes de su defensa insisten en que aportará pruebas de las graves declaraciones contra Sánchez, varios ministros de su Gobierno y altos cargos del PSOE, en medio de un sórdido entramado de comisiones ilegales, pagos turbios y pieza central del llamado «Delcygate» sobre las relaciones con Venezuela.
Tras casi mes y medio en prisión, quienes bien le conocen aseguran que no quería tragarse este «marrón» después de, según estas fuentes, haber prestado muchos servicios a los socialistas. De momento, con tan solo el soporte de sus palabras que la Justicia decidirá si son veraces o falsas, Aldama advierte que divulgará pruebas. Dicen que con la cabeza fría y una mente algo maquiavélica planea erigirse como el vengador del «sanchismo» y provocar un terremoto en los cimientos del Gobierno y el partido. El culebrón judicial se presenta intenso, dado que el presidente, sus ministros y los dirigentes del PSOE acusados por el empresario presentarán una querella colectiva contra él. Así, Víctor Gonzalo de Aldama Delgado, abogado y empresario nacido en Madrid, se convierte en el hombre clave de la actualidad política. A tenor de cómo discurra la instrucción judicial puede ser un villano mentiroso ávido de ambición, o un héroe de nuevo cuño capaz cargarse al Gobierno de Pedro Sánchez. Lo cierto es que clama venganza contra unas sucias conductas que, en palabras del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, revelan «podredumbre, mentiras y corrupción».
Es la suya una trayectoria variopinta y grotesca. Asesor de la compañía Air Europa, cuyo rescate centra la «trama Koldo», expresidente del Zamora CF, vinculado a sectores inmobiliarios, hoteleros, automoción, publicidad, tecnología y servicios, fue intermediario de Soluciones de Gestión, la empresa del suministro de mascarillas que registró una facturación récord de 54 millones de euros durante la pandemia del Covid tras haber permanecido inactiva y sin ingresos los dos años anteriores. En su dispar biografía figura como cónsul honorario de Georgia en Zamora y de España en el estado mejicano de Oaxaca, todo un dislate en el mundo de la diplomacia. En su vida personal está separado de Patricia Ramos, con quien tiene una hija, Martina, de seis años. La que fuera mujer de Aldama está salpicada en la trama de las mascarillas dado que la UCO la considera una pieza clave en el supuesto blanqueo. Su hermano, Rubén de Aldama, es policía, trabajó de escolta con el ex ministro José Luis Ábalos y está también implicado en el escándalo de las mascarillas, pues según la UCO recogía a menudo a Koldo García con el uniforme y vehículo policial.
El empresario conseguidor llevaba un alto nivel de vida en Madrid, del que le gustaba presumir. Vivía con su entonces mujer Patricia y su hija Martina en una espectacular casa en una de las urbanizaciones más lujosas en la sierra norte de la capital, Ciudalcampo, que aún mantiene ahora con su nueva pareja y donde residen destacadas personalidades de las finanzas y el deporte. Afanoso de protagonismo, le gustaba presumir de ello y cuentan que se dejaba ver con un impresionante coche Ferrari Portofino a las puertas de restaurantes de lujo. Titular de un entramado de siete sociedades portuguesas y numerosas cuentas bancarias, fue asesor de varias compañías tecnológicas y está imputado por el juez Pedraz en el fraude colosal de los hidrocarburos. Ahora, bajo una fotografía con Pedro Sánchez, la Justicia dirá si es, como dice el presidente, «un mentiroso presunto delincuente», o el hombre que desata la caja de los truenos contra quien él mismo definió como «mitómano». El filo de la navaja entre mentira y verdad.
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"Cuanto más débil Sánchez, más fuertes nosotros"
En un hotel cercano al Congreso. Dos empresarios con mucho peso en el IBEX se citan con dirigentes de Junts próximos a Puigdemont. La idea es convencerles de rechazar algunas medidas de la reforma fiscal del Gobierno, que se debate esa misma tarde en la Cámara en medio de un caos y batiburrillo sin precedentes en la historia parlamentaria. En especial les preocupa el «impuestazo» a la Banca, el gravamen a las energéticas, el régimen de las Socimis o las herencias. Critican a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, por haber negociado con los grupos como en una subasta de baja calidad. «Es una maestra del mercadeo», reconocen incluso los neoconvergentes que, sin embargo, están satisfechos de sacar tajada y de que sus votos sean decisivos en la imposición a las empresas energéticas, que reclaman Sumar y Podemos. Durante la conversación llegan como una bomba las declaraciones de Aldama, que convulsionan el debate parlamentario. Los empresarios definen la reforma tributaria como algo «sin pies ni cabeza» y sondean una posible moción de censura con el PP. Los catalanes ponen cara de póker y escuchan. De momento no parece que hagan caer a este Gobierno, pero admiten que el malestar del debate ha sido grande y ven a la ministra de Hacienda muy tocada. El escándalo de Aldama les deja en vilo por lo que puede venir y los de Junts, maestros del cinismo, ven una legislatura insostenible. Aun así se despiden con su lema de siempre: «Cuanto más débil Sánchez, más fuertes nosotros».
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