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Wuanap: el collar inteligente que salva vidas en el mar da el salto

Ignacio Cuesta, un apasionado del surf y fundador de la startup Wuanap, sabe lo que significa estar al borde de la muerte. Fue en una playa de Lanzarote, atrapado por una ola de tres metros, donde el mar le mostró su cara más peligrosa. Aunque salió ileso, aquella experiencia le marcó profundamente. «Fue entonces cuando entendí que debía hacer algo para proteger no solo mi vida, sino la de todos aquellos que se enfrentan al mar», recuerda Cuesta. Así nació Wuanap, el primer collar salvavidas inteligente del mundo.

Este dispositivo, diseñado para prevenir ahogamientos en actividades acuáticas, es mucho más que un invento: es un sueño hecho realidad. Hecho de neopreno, el collar detecta si una persona pierde el conocimiento o queda inmóvil en el agua y, en ese instante crítico, despliega un airbag que eleva la cabeza del usuario hasta la superficie. «No es solo tecnología, es confianza. Permite a surfistas y triatletas disfrutar de lo que aman sin renunciar a su seguridad», explica. Desde que Wuanap registró su patente en 2017 en Estados Unidos, el proyecto no ha dejado de crecer. China, Europa, Rusia, Australia, India y México también se sumaron a la lista de países donde la innovación de Cuesta quedó protegida.

Pero el camino no ha sido fácil. «Ha sido un trabajo de pico y pala. La primera financiación llegó de amigos y familiares, y lo más complicado fue lograr un diseño cómodo y de talla universal», confiesa. El esfuerzo, sin embargo, ha dado frutos. Desde Hawai, iconos del surf como Jaime Mitchell y el campeón mundial Alejandro Santamaría avalaron el prototipo, un respaldo que Cuesta recuerda con orgullo. «Que figuras así crean en tu idea es algo indescriptible», añade.

Con dos rondas de financiación cerradas y el apoyo de business angels y el grupo Innoventures, Wuanap se prepara para su próximo gran salto: la fabricación de 1.000 unidades en China, con la vista puesta en el verano de 2025. Para ello, necesitan una inversión de 300.000 euros, una cantidad que permitirá satisfacer una demanda que ya comienza a surgir en mercados como Europa y Estados Unidos. «Son nuestros principales escaparates, donde queremos posicionarnos desde el principio», explica Cuesta.

El nombre de la startup, una fusión de «want and go up» (quiero y subir), resume perfectamente su filosofía: un deseo constante de superar obstáculos y llegar a nuevas alturas. No en vano, Wuanap fue galardonada recientemente como la startup más invertible en fase seed en WaykUP, un prestigioso encuentro entre startups y fondos de inversión.

A pesar de los premios y el interés internacional, el camino de Wuanap no ha estado exento de dificultades. Cuesta lamenta las limitaciones del ecosistema inversor en España. «Aquí solo se fijan en startups digitales, y los venture capital solo invierten en proyectos con ventas», critica. Aun así, su espíritu no se doblega: «He presentado mi collar en muchos lugares, y en todos he ganado un premio. Eso me da la fuerza para seguir adelante».

Ignacio sueña con un futuro donde el hardware sea tan valorado como el software en el mundo de las startups. «Algún día montaré mi propio fondo de inversión para apoyar productos tangibles como el mío. Hemos sobrevivido a los ‘valles de la muerte’ y tenemos intereses comerciales desde Japón hasta China. El potencial está ahí, solo falta que los inversores lo vean», dice, con el optimismo de quien ha aprendido a mirar más allá de las olas.

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