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Sánchez evita ir al choque en el congreso de Sevilla ante su debilidad

Pedro Sánchez convocó el 41º Congreso Federal del PSOE con cierta anticipación sobre la fecha prevista. El objetivo era dar un impulso al partido, sentar las bases sobre un proyecto de futuro y acometer una «profunda renovación» en la estructura federal y autonómica para enfrentar con garantías los futuros procesos electorales que se vayan presentando en el horizonte. «Afrontar los deberes pendientes», dijo el propio líder socialista ante los suyos, anticipando que daría la vuelta a la organización como un calcetín con cambios de calado. Desde que se tomará la decisión de adelantar el cónclave, a finales de agosto, para abrir el curso político con iniciativa, hasta ahora, la situación ha cambiado sobremanera. El propio contexto político y personal de Sánchez es bien distinto y la coyuntura de máxima debilidad que le rodea hace que la cita congresual se plantee en unos términos antagónicos a lo que se había previsto en un primer momento.

El hasta ahora todopoderoso líder socialista ha planteado un congreso de trámite, «descafeinado» y «aburrido», según las aspiraciones iniciales de la dirección federal, un cónclave basado en un modelo de «no confrontación». «Está muy debilitado y sabe que no puede ir al choque», resuelven en una federación potente. De un planteamiento de máximos se ha pasado a uno de perfil bajo. De la «profunda renovación» a blindar al núcleo duro. «Está en una posición de debilidad que no se podía imaginar hace meses», tercia otro dirigente, que comparte la idea de que lo que interesaba era una cita «sin ruido y sin conflicto». De hecho, desde la dirección federal se han hecho movimientos conciliadores. Santos Cerdán ha llamado en las últimas horas a la que fuera presidenta de Andalucía Susana Díaz para que acuda a la cita, tras dejarla fuera del listado de delegados del PSOE de Sevilla. Finalmente sí asistirá.

El ruido ya es externo y ajeno a los intereses de la dirección. Imposible de silenciar. El PSOE acude a Sevilla vapuleado por múltiples escándalos, desde el «caso Begoña Gómez», que afecta personalmente al presidente del Gobierno, hasta las causas al fiscal general del Estado o las derivadas del «caso Koldo» con las últimas y gravísimas acusaciones del «nexo corruptor» Víctor de Aldama todavía demasiado recientes. En qué se concrete la renovación de la dirección también se leerá en esta clave. Si finalmente, como todo apunta, el secretario de Organización, Santos Cerdán, se ve ratificado en su puesto se entenderá como un blindaje a su figura después de que Aldama le haya situado en la diana. Cualquier otro escenario trasladaría la sensación de que se da credibilidad a las revelaciones que le señalan.

La debilidad de Sánchez no solo se intuye en lo orgánico, también en el terreno de las ideas habrá «perfil bajo» en torno a la discusión del proyecto para no exhibir las fisuras de su liderazgo. La ponencia del 41º Congreso no aborda cuestiones espinosas ni habrá un ápice de ambición. Ni siquiera en materia de financiación autonómica, la gran patata caliente dentro del PSOE, se buscará dar la batalla. Los posicionamientos son tan básicos que podría firmarlos hasta la federación más crítica. Precisamente por eso. El contexto interno de 2024 no tiene nada que ver con el de hace tres años. No hay cierre de filas, sino múltiples incendios diseminados por varios territorios: Castilla y León, Andalucía, Extremadura, Cantabria... por no hablar de la Comunidad de Madrid y todo lo que rodea a Juan Lobato. Se suman así a federaciones tradicionalmente críticas como Castilla-La Mancha o Aragón, donde la cuestión sucesoria a Javier Lambán también mantiene al feudo dividido.

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