Aldama, el «colega» que invitaba a los otros presos a café y refrescos
Las alarmas se han disparado en el Gobierno y en el PSOE tras las últimas revelaciones del empresario Víctor de Aldama, quien ha confesado las implicaciones en la presunta trama de corrupción de ministros y altos cargos socialistas. Y eso, a su vez, ha hecho que el propio Aldama haya desvelado que teme por su seguridad, y desvelaba que había recibido ya amenazas en prisión, justo antes de declarar ante la Audiencia Nacional. Fuentes penitenciarias apuntan a LA RAZÓN que no les consta que dichas amenazas fueran de alguno de los interno y aseguran que "han venido del exterior" de la cárcel: el propio empresario ya ha avisado de que si le pasa algo ahora [[LINK:EXTERNO|||https://www.larazon.es/espana/aldama-pide-juez-pedraz-salir-prision-tirar-manta_20241121673f3654d436010001525cf5.html|||«por tirar de la manta»]], ya sabe «a quién tiene que apuntar», en una alusión velada al Gobierno.
Aldama, en una entrevista en «Cope», dijo el miércoles que «sería tonto» que le ocurra algo ahora, aunque no descarta nada. «Sé que me tengo que cuidar, que pueden montar cualquier barbaridad, que salgan cosas, por ejemplo, de que yo he colaborado con el tema yihadista», sentenciaba el empresario, alertando de la posibilidad de que «el día de mañana» le puede pasar algo y que el PSOE señale a «otro tipo de enemigos».
Aldama ha permanecido en prisión un total de 42 días desde que ingresara de manera provisional por un presunto fraude de 182 millones de euros en el sector de los hidrocarburos, junto a su socio, Claudio Rivas, y presuntos cooperadores y testaferros. Según fuentes penitenciarias durante los días que permaneció en la cárcel hizo una vida “bastante buena” ya que estaba recluido en el llamado “módulo de respeto” de Soto del Real. En dicho módulo suelen estar presos que no son "conflictivos” y, para residir en él, tienen que aceptar una serie de condiciones: no consumir drogas, mantener un buen comportamiento, involucrarse en las tareas de limpieza, en el reparto de comida, participar en diversas actividades, estudiar, trabajar, ir al psicólogo... Se trata de un régimen más "laxo" que el del resto de internos. De hecho, muchos de los que pasan por el tercer grado han estado previamente en este módulo, pero no todos.
"Comité de recepción"
Los propios presos de este módulo tienen el llamado “comité de recepción” formado por los internos y fue ese "comité" el que se encargó de recibir a Víctor de Aldama el día que llegó a prisión. Además, también cuentan con una especie de comité para resolver los posibles conflictos que puedan surgir o las decisiones que acontezcan en el día a día: primero toman entre ellos las decisiones antes de ponerse en contacto con los funcionarios de prisiones.
Según las fuentes penitenciarias consultadas, De Aldama tuvo una “buena aceptación” en prisión. “Quiso hacer colegueo con el resto de los compañeros de la prisión. Invitaba a cafés o refrescos a los internos” con una tarjeta que pueden usar en el economato y que, como máximo, tiene un importe de 100 euros. Y es que, como muchos presos no tienen dinero, “aprovechó su solvencia” económica para acercarse a ellos.
Según ha explicado el propio De Aldama en una entrevista fue ahí, en prisión, cuando recibió amenazas. Fuentes de penitenciarias apuntan a LA RAZÓN que “no nos consta que le llegara –la amenaza- por parte de algún preso” y aseguran que “no lo denunció en prisión”. “Tuvo que llegarle alguna del exterior”, afirman. Recuerdan que las comunicaciones que mantenía con el exterior eran, en su mayoría, a través del locutorio, de manera semanal. Las mismas fuentes indican que no creen que le diera tiempo a tener ningún encuentro “vis a vis” por el poco tiempo que ha permanecido en prisión y también hizo uso de las llamadas telefónicas -disponen de un máximo de diez-. Otra de las comunicaciones de las que dispone la cárcel y que sigue existiendo, es la tradicional correspondencia por vía postal, pero, indican que todas las cartas que llegan son revisadas y "no se cuela ningún anónimo", por lo que si le hubieran escrito algún tipo de amenaza postal se podría seguir la trazabilidad, si lo hubiera denunciado, apuntan.
De Aldama estaba en la prisión en “proceso de adaptación” por lo que, más allá de las obligaciones de llevar a cabo las tareas de limpieza y aseo de su propia celda no estaba aún integrado en las brigadas de limpieza y comedor del resto de la cárcel. Además, al haber sido un interno “preventivo”, tampoco estaba sometido a las labores de tratamiento ya que las mismas están dirigidas a la reinserción del reo algo que no era el caso del comisionista del “caso Koldo” ya que aún no se sabe si cometió delito o no, destacan fuentes penitenciarias.
Sus días comenzaban temprano donde, de 7:30 a 8:00 se realizaba el recuento de los presos. Posteriormente comenzaban las labores de limpieza. Sobre las 8:30 iba a desayunar con el resto de internos y, a partir de ese momento, contaba con tiempo libre para hacer diversas actividades. Aldama participaba en alguna actividad deportiva, veía mucho la televisión y se dedicaba a leer además de entablar conversaciones con los internos. Entre 13:30 y 14:30 llegaba la hora de la comida, y la cena era a las 20:00 de la tarde. Después era el momento de subir a la celda, hasta el día siguiente.
El empresario ha compartido en estas seis semanas prisión con un compañero de la trama. “A algunos les sorprende que estuvieran en la misma celda, pero el hecho de que tuvieran una relación previa ayudó a la adaptación" y, en ningún caso, necesitó del compañero "sombra" que se suele poner en caso de riesgo de suicidio. "No era su caso", destacan.