Black Friday: el cuento de los descuentos
El Black Friday tiene su origen en Estados Unidos vinculado a la tradición de Acción de Gracias por lo que se celebra el viernes posterior a esta festividad, que tiene lugar el cuarto jueves de noviembre, en concreto, este fenómeno surgió en los años 60 como término usado para describir la multitud de compradores que llenaban las calles y el impacto sobre los resultados de los establecimientos. Sea como sea, lo que comenzó siendo un fenómeno norteamericano, ha traspasado fronteras, convirtiéndose en un evento mundial, dado su atractivo junto a la globalización económica y el auge del comercio electrónico.
En España se popularizó hace más de una década y, desde entonces, ha crecido exponencialmente, actuando, en términos macroeconómicos, como un termómetro de la salud del bolsillo de los españoles en un contexto donde las familias aprovechar la oleada de ofertas que, en algún caso, permiten adelantar las compras navideñas. En cuanto a los establecimientos, todos se apuntan al Black Friday, desde la tienda de electrónica hasta el concesionario de coches, pasando por las plataformas de streaming, agencias de viajes, autoescuelas o academias de inglés.
Para una gran mayoría de los consumidores, es difícil no sucumbir al hechizo de ese festival de ofertas que, cada noviembre, arrasa con gran fuerza extendiendo su marea de descuentos con anuncios que prometen rebajas irresistibles. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, pues algunos estudios muestran que el 70% de las rebajas online no cumplen con la normativa de protección al consumidor, siendo muchas de ellas engañosas, al igual que las organizaciones de consumidores ya alertan de prácticas fraudulentas a la hora de aplicar los descuentos lo que hace que los consumidores seamos cada vez más escépticos ante estos aparentes chollos.
A pesar de ello, algo pasa en nuestra mente que nos lleva a ignorar las señales de alerta y nos invita a pasar la tarjeta de crédito sin miedo, para no perder la oportunidad del año, donde la pregunta que debemos hacernos es si estamos comprando porque lo necesitamos o porque el mercado nos ha convencido de que lo hacemos por ser barato y no nos resistimos al impulso de compra, convirtiendo el Black Friday en un reflejo de nuestras contradicciones pues celebramos un día dedicado al ahorro mientras gastamos compulsivamente, como uno más de la manada.