Dos millones de pobres más que hace dos décadas
Bórrese del imaginario colectivo el retrato robot del pobre vinculado a la indigencia extrema. También existe, aunque invisibilizado. Sin embargo, el perfil de la exclusión social tiene el rostro del vecino de la puerta de al lado. Hombre o mujer, joven o adulto, extranjero o español que puede tener trabajo, pero con un sueldo que no solo no llega a fin de mes, sino que se queda en la primera semana por ser incapaz de pagar el alquiler, la luz, el agua… Al menos eso parece deducirse del avance de los resultados del informe Foessa realizado por Cáritas Española, que certifica que hoy por hoy en nuestro país 9,4 millones de personas, esto es, un 19,3% de la población, se encuentran en situación de exclusión, dos millones más que en 2007, justo antes de la llamada Gran Recesión de 2008.
Para la secretaria general de Cáritas Española, Natalia Peiro, los datos ‘macro’ de creación de empleo y la mejora del PIB, del consumo o de las exportaciones «no llegan a los más vulnerables». Así lo manifestó durante la presentación de la encuesta realizada a 12.500 hogares de todo el país durante seis meses, que desvela, entre otras alarmas, que la exclusión social afecta más del doble a la infancia ahora que hace dos décadas. La pobreza también se ceba con los hogares sustentados por mujeres, que alcanza al 21%, frente al 16% de los hombres.
«Nos dirigimos a una sociedad del riesgo, y no solo de aquellos que ya vivían en la incertidumbre. En la sociedad de inseguridad siempre pierden los mismos, los más pobres», alerta Raúl Flores, secretario técnico de la Fundación Foessa y coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas Española. En este sentido puso sobre la mesa dos cuestiones interrelacionadas que contribuyen de forma determinante a esta incertidumbre existencial: la precariedad laboral y la dificultad para acceder a una vivienda. La plataforma social de la Iglesia sentencia que el empleo ha dejado de ser el «antídoto infalible» para salir adelante, puesto que una de cada diez personas con trabajo está en exclusión, puesto que la inestabilidad o los bajos salarios impiden hacer frente a los gastos básicos. De hecho, un 12% de las familias tiene dificultades para comprar medicamentos y seguir tratamientos por sus problemas económicos. Este contexto repercute directamente en contar con un techo digno.
«Hay una crisis social real, la crisis de la vivienda», asevera el experto. Esta tesis se sustenta en el hecho de que más de 4,6 millones de hogares sufren dificultades para acceder o mantenerlo. Así, el 20% de las familias con menor renta destinan más del 70% de sus ingresos al pagar el alquiler. Esto se traduce en que tres millones de personas tiene que vivir en casas cedidas gratuitamente por otras personas o instituciones, realquiladas, ocupadas ilegalmente o con aviso de desahucio.
Además, 3,4 millones de personas sufren condiciones de hacinamiento, porque tienen que vivir con sus familiares o residen en los llamados nanopisos. «A diferencia de otras formas de exclusión residencial extrema, como el chabolismo o el sinhogarismo, que son mucho más visibles para la sociedad, los problemas son en general muy poco visibles», advierte el investigador de Cáritas.
Un estigma que rompe este avance del Foessa es vincular pobreza con migración. «La exclusión social no es un fenómeno importado ni exógeno, sino que tiene origen en nuestro modelo de sociedad», sostiene Flores. De hecho, de las 9,4 millones de personas en situación de exclusión, 3 de cada 4 son españoles. Sin embargo, sí apunta que las personas de origen extracomunitario tienen un mayor riesgo de entrar en este pozo, puesto que alcanzan el 47%.
Con estas coordenadas, la secretaria general de Cáritas Española urge a «favorecer un cambio en las políticas y discutir abiertamente sobre cómo responder a esta realidad a la que nos enfrentamos como sociedad, no solo pensando en las mayorías sino en los colectivos que sufren dificultades». Entre las propuestas que la Iglesia sugiere a los poderes públicos, a través de su plataforma social de referencia, se encuentra una mejora de los salarios y reforzar el sistema de garantía de ingresos mínimos, muy por debajo de la media de los países de la Unión Europea.
Para dar un vuelco a la crisis habitacional, el coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas Española también considera urgente apostar por la vivienda pública, que en nuestro país apenas alcanza el 2,5%, mientras que el parque europeo llega hasta el 8%. A la par, también se reclaman más ayudas para que los jóvenes puedan pagar sus estudios universitarios y de formación profesional, así como una mayor inversión para reducir las listas de espera y aumentar los recursos en salud mental.