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Qué armas químicas tiene Siria y por qué Israel las están destruyendo en ataques selectivos

Las Fuerzas de Defensa de Israel han atacado varios depósitos de armas químicas y misiles de largo alcance en Siria en los últimos días para evitar que éstas puedan caer en manos de las nuevas autoridades islamistas del país, que este domingo derrocaron al dictador Bachar al Asad tras 14 años de guerra civil. Durante años, el gobierno israelí ha destruido buena parte del arsenal de armas químicas e incluso una planta nuclear para evitar que su poderoso vecino se convirtiera en una potencia militar regional. "Tenemos la responsabilidad de asegurarnos de que los sistemas de armas estratégicas no caigan en las manos equivocadas", dijo un funcionario israelí al medio estadounidense Axios este fin de semana.

El ministro israelí de Exteriores, Gideon Saar, no ha especificado dónde se han producido los bombardeos si bien algunos periodistas han informado de ataques aéreos el domingo cerca del aeropuerto de Mezzeh, al suroeste de Damasco. Por su parte, El ministro de Defensa, Israel Katz, ha afirmado que la intención de su país es “destruir las armas estratégicas pesadas por toda Siria, incluyendo misiles tierra-aire, sistemas de defensa aérea, misiles tierra-tierra, de crucero, cohetes de largo alcance y costeros”.

Siria tiene una larga tradición en la producción de armas químicas, y su uso ha sido documentado durante la guerra civil que comenzó en 2011. Aunque el gobierno de Asad afirmó haber eliminado su arsenal químico bajo supervisión internacional en 2013, existen informes y pruebas que sugieren que durante todos estos años ha seguido reteniendo este tipo de armamento. Sus depósitos habrían sido atacados en las últimas horas por Israel.

Los rebeldes han dicho en las últimas horas que tratarían las bases e instalaciones militares del régimen de Asad con responsabilidad, comprometiéndose a proteger la infraestructura y no permitir que caiga en manos equivocadas. Pero parece evidente que ni Israel ni Estados Unidos se fían de las intenciones del nuevo régimen que está incubando en Damasco.

Antes de 2013, Siria poseía uno de los mayores arsenales de armas químicas en el mundo. El Ejército de Asad tenía la capacidad de lanzar agentes tóxicos y venenosos utilizando bombas aéreas, misiles balísticos y cohetes de artillería. Un equipo de investigación conjunto de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas y la ONU encontró en 2013 que Siria y el Estado Islámico eran responsables de numerosos ataques con armas químicas en Siria.

Entre otras sustancias, las autoridades de la ONU identificó gas sarín, un agente nervioso altamente tóxico que actúa interrumpiendo las señales entre las neuronas y los músculos, lo que puede causar parálisis y la muerte. Este gas venenoso fue usado en múltiples ataques, incluidos los de Ghouta (2013) y Jan Sheijun (2017), donde hubo cientos de muertes, muchas de ellas de civiles.

El régimen de Asad también ha producido gas mostaza, un agente vesicante que provoca quemaduras químicas graves en la piel, los ojos y los pulmones. Es menos letal que los agentes nerviosos, pero causa heridas duraderas y dolorosas. Aunque no es un arma química prohibida en su estado industrial, el cloro se ha utilizado en Siria como agente tóxico en ataques militares en varios bombardeos, liberándose en forma de gas tóxico.

También se cree que Siria posee VX, un agente nervioso aún más letal que el sarín. Aunque su uso no ha sido documentado claramente en Siria, existían informes de que el país lo poseía antes de la eliminación parcial de su arsenal químico.

El desmantelamiento de este arsenal comenzó en 2013, tras el ataque con gas sarín en Ghouta, lo que provocó una condena internacional. Fue entonces cuando el gobierno de Siria aceptó un acuerdo mediado por Rusia y Estados Unidos para unirse a la Convención sobre Armas Químicas y declarar su arsenal. A partir de entonces, gran parte del armamento químico declarado fue destruido bajo la supervisión de la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas. Sin embargo, informes de la OPAQ, Naciones Unidas y otras organizaciones indican que Siria no declaró todas sus existencias y continuó utilizando armas químicas en años posteriores.

De hecho, desde 2014 hay informes de ataques químicos recurrentes, principalmente con cloro y, en algunos casos, con sarín. Las investigaciones internacionales han señalado al gobierno sirio como responsable en varios incidentes en los siguientes años, aunque Damasco negó estas acusaciones y, en ocasiones, culpó a grupos rebeldes.

Las armas químicas han sido utilizadas como un instrumento de guerra asimétrica, permitiendo a las fuerzas gubernamentales infligir daño masivo en áreas controladas por rebeldes con una capacidad de respuesta limitada. Este arsenal también ha servido como herramienta de intimidación y como una "carta de negociación" en el tablero geopolítico.

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