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Turquía tiene un plan en África... que está funcionando

Recep Tayyip Erdoğan tiene un plan en África. Turquía tiene un plan en África porque lo que decide Erdoğan, se cumple casi sin excepciones (como recientemente descubrieron los sirios), aunque sea un plan lento, con sus pautas y delicadezas. No debe ser casualidad que el volumen de comercio África-Turquía fuera de 5.200 millones de dólares en 2002 y de 41.000 millones de dólares en 2023. Este tipo de cosas no ocurren por azar. Hace falta dedicarle un tiempo como el que le ha dedicado el mandamás turco, al haber visitado desde que ocupó el cargo de primer ministro, allá por 2003, las siguientes naciones africanas: Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Mauritania, Mali, Senegal, Gambia, Guinea Conakry, Costa de Marfil, Ghana, Togo, Nigeria, Níger, Chad, Sudán, Etiopía, Somalia, Yibuti, Guinea Ecuatorial, Gabón, República Democrática del Congo, Uganda, Kenia, Tanzania, Mozambique, Madagascar, Zambia, Angola y Sudáfrica.

Donde los presidentes de España y el rey han visitado desde 2003 un total de dieciséis países africanos (algunos de ellos, en repetidas ocasiones), el turco ha visitado la impresionante cifra de treinta y uno. Algunos de ellos, como Senegal, Argelia o Somalia, en más de una ocasión. A estas, habría que sumarle visitas de sus ministros de Exteriores a Ruanda, Zimbabue, Sudáfrica… Por esta razón, las 12 embajadas turcas en territorio africano en 2002 ascendieron a 44 embajadas en 2022. Por las mismas fechas de 2022, España contaba con 26 embajadas en el continente. Por otro lado, el número de embajadas africanas en Ankara ha pasado de 12 en 2002 a 44 en 2022.

Las operaciones turcas en África son lucrativas y diversas. No se trata sólo de que 15.000 estudiantes africanos han sido becados para estudiar en Turquía desde 1998, ni que Turquía fuera nombrada socio estratégico de la Unión Africana en 2008. Tampoco se trata de que las inversiones de empresas turcas en el continente asciendan hoy a la cifra de 77.000 millones de dólares (el PIB conjunto de Burkina Faso, Sudán y Senegal). Una realidad que ha quedado demostrada en cada uno de los cuatro foros Económico y Empresarial Turquía-África, el último de ellos celebrado en 2023 y que contó con la presencia de 38 jefes de Estado africanos. Es que incluso Turkish Airways puede considerarse aquí como una aerolínea de referencia, con más de 60 destinos situados en 39 naciones africanas. Ni siquiera Air France tiene más destinos en África.

El presidente de la Unión Africana en 2023, Azali Assoumani, dijo en el encuentro de 2023 que "el interés y el aprecio de Turquía por el continente, con las más de 40 visitas del presidente Recep Tayyip Erdoğan al continente […] son invaluables para todos nosotros […]. Estamos felices de ver que, en este sentido, Turquía nos apoya. Vemos que África necesita grandes inversiones en infraestructura y energía. Confiamos en que Turquía pueda transferir su experiencia al sector privado del continente. En nombre de la Unión Africana, quisiera agradecer una vez más a mi hermano, Su Excelencia Recep Tayyip Erdoğan, y expresar nuestra gratitud por su cálida bienvenida". No hace falta escuchar mucho más para reconocer el entusiasmo de los gobernantes africanos en lo que respecta a su asociación con Turquía. Es un socio preferente. En un continente, África, donde el deterioro de las relaciones europeas inclina la balanza hacia la asociación con todo lo que no huela a Europa, Emiratos Árabes Unidos, Rusia, China e Irán han encontrado un hueco… junto con Turquía.

¿Y qué empresas turcas tienen una mayor presencia en suelo africano? Miller Holding cuenta con operaciones en Senegal, Ghana, Liberia, Tanzania y República Democrática del Congo; Aksa Energy gestiona plantas energéticas en Ghana, Madagascar, Mali y República Democrática del Congo; Albayrak Holding realiza operaciones en los puertos de Guinea Ecuatorial y Guinea Conakry; igual que podría encontrarse a filiales de Doğanlar Holding trabajando en Senegal; y Nurol Holding ha completado operaciones en Chad, Argelia y Libia, entre otros países. Estas serían sólo algunas de las empresas turcas que operan en el África y que dan trabajo a alrededor de 100.000 africanos diseminados por todo el continente. Casi nada.

En lo referente a la materia prima que abunda en África, y pese a que Turquía no pueda posicionarse aún a la altura de Canadá, China o Francia, en los últimos años se ha percibido un aumento en las operaciones turcas relacionadas con la minería y el control de recursos. Este 2024 se firmó un acuerdo provisional de minería con Níger. Se prevén en un futuro nuevos acuerdos relacionados con la extracción de uranio en el país africano, después de la expulsión de las compañías francesas y canadienses del país. En 2022, Çalık Holding ya operaba en minas de Guinea y República Democrática del Congo, con vistas a ampliar su campo de acción en otros países del continente. También en 2024, Turquía firmó acuerdos de cooperación en materia de hidrocarburos con Senegal, como ya hizo anteriormente con Somalia. Estos son sólo algunos ejemplos recientes que demuestran la creciente presencia turca en los recursos africanos.

Armas, mercenarios y paz

Como ya se conoce, y para desgracia de muchos, una participación en el sector minero lleva en África a una presencia del tipo militar. En este punto merece destacar la compañía militar privada SADAT, que actúa en un puñado de países africanos con los que Turquía ha firmado acuerdos en los últimos años. Níger, Mali, Sudán, Uganda y Costa de Marfil son algunos de los países que tienen o han tenido presencia de operativos de SADAT, en esta segunda edad de oro de las compañías privadas en el continente africano y donde el archiconocido Grupo Wagner sólo es la punta del iceberg. Sorprende la obsesión mediática por Wagner frente al absoluto silencio respecto a la compañía turca, que cuenta entre sus filas con hombres reclutados en siria para sus trabajos en África.

Pueden encontrarse contratistas o militares turcos en Somalia y en Mali, pero también destaca el impresionante aumento en el volumen de venta de armas en el continente. Otra vez, sin llegar a los niveles de China o de Estados Unidos a este respecto, Ankara ha triplicado sus exportaciones de armas en el continente desde 2015. Pueden encontrarse fusiles turcos en Sudán, por ejemplo, pero en los dos últimos años se ha comprobado un importante aumento de ventas de helicópteros y blindados, siendo los drones Bayraktar TB2 la joya de la corona de las exportaciones de armamento turco. Porque Libia, Marruecos, Libia, Níger, Nigeria, Togo, Burkina Faso, Yibuti, Mali o Etiopía son solo algunos de los países que han adquirido este arma espléndida (barata, versátil, letal) en los últimos años, con países como Kenia en la lista de los próximos adquisidores. El Bayraktar TB2, conocido en Burkina Faso como “el pájaro silencioso”, se ha demostrado como una útil herramienta para combatir al terrorismo islámico en zonas donde no pueden acceder las fuerzas terrestres.

Pero el papel de Erdoğan no se limita a lo económico, tampoco a lo militar. Es un hombre inteligente. Sabe que el factor humano es fundamental a la hora de ganar amigos. Por eso destaca su actual papel como mediador entre Somalia y Etiopía. Dos naciones arrasadas por sucesivos conflictos internos y sujetas a importantes tensiones en sus relaciones, pero que recientemente avanzaron sus primeros pasos hacia la concordia… gracias al presidente turco. Fue el pasado 12 de diciembre cuando Erdoğan anunció un acuerdo entre ambas partes donde Etiopía retiraría su apoyo hacia los separatistas de Somalilandia, a cambio de un hipotético acceso al mar Rojo en Somalia.

El acceso al mar Rojo ha sido uno de los principales objetivos de la política exterior del primer ministro etíope, Abiy Ahmed, hasta el punto de haber rozado en ocasiones a una situación de conflicto con el país vecino. El rol de Erdoğan en las negociaciones ha sido clave, y sitúa al turco en una posición todavía más favorable en sus relaciones con África. Es más: no pasaron ni 24 horas del acuerdo etíope-somalí para que Erdoğan se ofrezca a mediar entre el gobierno de Sudán y Emiratos Árabes Unidos para poner fin a la guerra civil que lleva asolando a la nación africana desde abril de 2023.

Turquía se hace fuerte en África. Y no lo hace mal. Es verdad que fue una potencia “colonial” en aquellos tiempos en que el imperio otomano dominaba el norte de África, pero no se le tiene muy en cuenta. Las empresas turcas invierten y colaboran por medio de una versatilidad extraordinaria, sin necesidad de enfangar sus intereses en golpes de Estado que siempre salen mal y grupos armados que antes o después se van de la mano. Y mejor que les irá a los turcos en África antes de 2030. No cabe duda.

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