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Comienza la cuenta atrás para un acontecimiento que cambiará para siempre el mapa de África Occidental

Ya ha comenzado la cuenta atrás para uno de los acontecimientos que marcará los próximos pasos de la geopolítica africana: la salida de Mali, Níger y Burkina Faso de la Comunidad Económica de Estados del Sahel (CEDEAO). Un gesto histórico que no se había dado en los 30 años que lleva existiendo la organización que acumula(ba) un total de 14 países de África Occidental. Su partida no es una noticia baladí. Representa en definitiva una ruptura entre las naciones del Sahel gobernadas por las juntas militares y el resto de los Estados de la región. El 29 de enero ha sido la fecha indicada para oficializar la ruptura.

Los desacuerdos entre las juntas militares y la CEDEAO se remontan al golpe de Estado en Mali sucedido en 2021. Entonces, la organización aplicó una batería de sanciones contra el gobierno maliense, entre las que se encontraban restricciones de movilidad (volar de Senegal a Mali exigía pasar por Mauritania) y sanciones económicas. Una reacción similar trajo el golpe de Estado de Burkina Faso (2022), pero fue tras el golpe de Estado en Níger (2023) cuando la CEDEAO llegó a amenazar con intervenir militarmente en Níger para restablecer el orden constitucional robado. Si las sanciones ya fueron importantes para explicar el distanciamiento entre ambos bloques, la posibilidad de una invasión fue la gota que colmó el vaso. Nació una paranoia por parte de las juntas militares que imagina que las naciones vecinas procederán a la invasión de sus territorios en el momento menos esperado.

Este temor llevó en septiembre de 2023 a la creación de la Alianza de Estados del Sahel, compuesta por Mali, Níger y Burkina Faso. La AES fue creada con la intención de organizar un sistema de cooperación militar entre las tres naciones implicadas, ya fuera para enfrentarse a las hordas terroristas que operan en sus territorios, ya sea para combatir una eventual invasión de la CEDEAO. Igualmente, Níger llegó a adquirir de Rusia baterías antiaéreas destinadas a la protección de su espacio aéreo, otra vez, con el mismo temor en mente.

La CEDEAO respondió aumentando las sanciones; la AES respondió a las sanciones distanciándose aún más de la organización de Estados. La brecha, lejos de cerrarse, se agrandó por semanas, hasta que los países de la AES anunciaron en enero de 2024 su salida “inmediata” de la CEDEAO. Como la legislación internacional impide que ninguna nación salga de la noche a la mañana de la CEDEAO, sino que debe avisarse con un año de antelación, esa salida que se anunció como “inmediata” ha necesitado reposar durante un año antes de hacerse efectiva en el próximo mes de enero. La CEDEAO, sin embargo, ha actuado en este tiempo de manera que podría considerarse errática. Por un lado, presionó para evitar la salida de Mali, Níger y Burkina Faso, haciendo público su interés por evitar una ruptura; por el otro, aumentaron las sanciones, entre las que se incluiría la prohibición de ciudadanos de la AES de circular libremente por otros países de la CEDEAO (la CEDEAO cuenta con una suerte de espacio Schengen aplicado a sus territorios).

Se multiplicó el círculo vicioso y la Alianza de Estados del Sahel anunció en julio de 2024 la creación de la Confederación de Estados del Sahel, junto con la intención de crear un banco común y otras medidas que evidenciaban un camino dirigido a desvincular a las juntas militares del resto de gobiernos de África Occidental. La CEDEAO respondió aumentando las sanciones.

Una luz de esperanza atravesó los acontecimientos tras la victoria de PASTEF en las elecciones de Senegal (marzo 2024), donde PASTEF, dirigido por Ousmane Sonko, está considerado como un partido panafricano que reformará las relaciones entre Senegal y Europa. Entre las propuestas aportadas por Sonko durante los últimos años entraría, por ejemplo, la salida de Senegal del franco CFA, una moneda de uso regional económicamente vinculada a Francia y que ha sido señalada como una traba al desarrollo desde el periodo de las independencias. La salida del franco CFA y una actitud panafricanista también son características de las juntas militares, lo que hizo pensar que la llegada de PASTEF al poder serviría para que los senegaleses mediasen entre los golpistas y el resto de la CEDEAO. Hubo un momento que lo pareció.

Pero existen diferencias sustanciales entre el panafricanismo de PASTEF y el panafricanismo de la Alianza de Estados del Sahel. No es solo que uno sea democrático donde los militares son autoritarios; es que PASTEF aboga por una reforma interna de las instituciones africanas, desde dentro, mientras que la AES muestra un carácter rupturista que pretende destruir lo creado para configurar un modelo absolutamente nuevo. Si PASTEF pretende regularizar sus relaciones con Francia, la AES las ha cortado de cuajo, y casi que lo mismo con Europa. Estas diferencias, junto con otras, han vuelto infructuoso el carácter mediador de PASTEF, aunque Bassirou Faye, presidente de Senegal, indicó la semana pasada que todavía tenía esperanza en una reconciliación entre las partes.

Pero es una ilusión. Pocos días después de las declaraciones de Faye, el gobierno nigerino llamó a consultas a la embajadora de Nigeria en el país, acusando a la nación vecina de participar en acciones subversivas y dirigidas a dañar los oleoductos nigerinos en los últimos meses. Los roces entre Níger y Nigeria han sido habituales en el último año y medio, considerando que el presidente nigeriano, Bola Tinubu, es el actual presidente rotativo de la CEDEAO. Benín y Níger también han sostenido tensiones, así y como Burkina Faso y Costa de Marfil (donde llegó a ocurrir un breve tiroteo fronterizo entre soldados de ambos países). Los golpistas acusan a los otros de plegarse a los intereses de Occidente; la CEDEAO acusa a los golpistas de sustituir un amo por otro, Rusia. En cualquier caso, la división entre ambos bloques escenifica una dinámica que sobrepasa de los límites territoriales africanos para incrustarse en el conflicto global que afecta a nuestro tiempo.

Los países de la AES, además de estar infectados con el virus terrorista, son una importante fuente de inmigración y de materias primas, entre las que destacan el oro y el uranio extraídos desde hace décadas por compañías occidentales. Poco a poco, dichas compañías están viendo sus licitaciones suspendidas por los militares, dándose un vínculo claro entre la ruptura con la CEDEAO y la expulsión de mineras europeas, canadienses y australianas de Mali, Níger y Burkina Faso.

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