La Navidad más amarga y tensa en Belén: muchos soldados y calles vacías de turistas
En la plaza del Pesebre de Belén este año hay una fila ordenada de vendedores de mazorcas de maíz caliente, dos puestos de café y te y uno de dulces de sésamo. Rodean la plaza en la que, en años anteriores, se erigía un gigantesco árbol de Navidad que atraía a palestinos, turistas y a muchos periodistas. Este año hay sobre todo de lo último y casi nada de lo primero. Y muchas fuerzas de seguridad palestina, que han renovado la cooperación con Israel en materia de seguridad en los últimos días.
«El año pasado fue malo, pero no tan malo como este», asegura Shadi R., vendedor en el puesto de dulces. Y explica que tenía esperanza de que la guerra acabase pronto «pero más de un año después, en Gaza están aún peor y nosotros no tenemos turistas, y de eso vivimos», lamentó.
La decisión de no celebrar la Navidad tampoco este año por parte del ayuntamiento de Belén en deferencia a la guerra en Gaza es una llamada de atención al mundo, dijo el alcalde Anton Salman, para que se sepa sobre la difícil situación en Belén y en todos los territorios palestinos.
La guerra comenzó tras el ataque de Hamás contra Israel el año pasado que mató a unos 1.200 israelíes, hirió a más de 5.500 y secuestró a 251, y continuó con la declaración de guerra del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y ataques israelíes en Gaza que se saldan por ahora con al menos 45.500 muertos y más de 107.000 heridos, según cifras de Hamás.
Los esfuerzos por llegar a un alto el fuego parecen estancados. «Aunque las festividades no se hubieran cancelado de manera oficial, yo creo que estaríamos igual de mal desde el punto de vista turístico», dijo Aziz Alan, guía. «El turismo está agonizante aquí en Cisjordania, pero también en Israel».
Con el comienzo de la guerra, las autoridades israelíes prohibieron la entrada a la mayoría de los 150.000 palestinos de Cisjordania que tenían trabajo en Israel. La economía palestina se contrajo en un 25 por ciento el año pasado. Alrededor de la mitad de la población en el área de Belén, incluidas las aldeas cercanas, trabaja en el turismo o en empleos en Israel. Y las celebraciones navideñas en Belén son el punto álgido de los acontecimientos festivos y culturales de la ciudad en la que el turismo representa el 70 por cien de sus ingresos anuales. Este año, las calles y tiendas vacías de compradores son un anuncio sombrío de los meses que le esperan a esta zona.
Cuenta la tradición que María dio a luz a Jesús en un establo porque no había habitación en las posadas de la ciudad. Estas Navidades, los más de 5.000 hoteles de Belén están prácticamente vacíos. Antes de la pandemia del coronavirus, en 2019, visitaron la ciudad unos dos millones de turistas. En 2024 se registraron menos de 100.000, según el Ministerio de Turismo palestino.
La tasa de desempleo en Belén es de aproximadamente el 50 por ciento, según Ministerio de Economía. Mientras que el desempleo en toda Cisjordania está en el 30 por ciento. «Hemos venido porque queríamos sentir el clima navideño», contó Rita Amer, una ciudadana alemano palestina de visita con su marido Joseph en la ciudad. «Pero no hay nada de eso. Es tan triste ver que no hay absolutamente nada sucediendo en Belén desde el punto de vista festivo. Pero, en realidad, no podía ser de otro modo, con lo que sucede en Gaza», explicó. Fueron a Cisjordania a visitar a la familia de Rita en Ramala y otros lugares. «Hemos comprado cosas solo por comprar, por tratar de ayudar de algún modo, no necesitamos nada de esto…».
Los cristianos son un pequeño porcentaje de la población tanto en Israel como en los territorios palestinos. Hay unos 188.000 en Israel, de los cuales 12.850 están en Jerusalén; 37.500 en Cisjordania y 1.300 en Gaza, según cifras del Departamento de Estado de Estados Unidos. Quienes celebran la Navidad son las denominaciones armenia, católica y ortodoxa. Casi no se ven religiosos paseando por las calles, como se solía ver otros años.
De los escasos visitantes que pasean por la plaza y entran a la iglesia de la Natividad destaca un grupo de filipinos, trabajadores contratados en Israel desde el origen que pasan el año en Israel y en Navidades hacen una excursión a Belén.
A las autoridades palestinas y al gremio de comerciantes les preocupa el presente, pero también el futuro. La artesanía es casi imposible de sostener si no hay turismo y los jóvenes locales están abandonando esa actividad, como los pesebres tallados en madera, los cristos y rosarios.
Las estadísticas locales palestinas señalan que casi quinientas familias abandonaron Belén el año pasado con el estallido de la guerra y la deprimente perspectiva económica. Pero esas son solo las familias que se mudaron al extranjero con visas de residencia oficiales. Muchas otras han viajado a otros países con visas de turista temporales y, por lo tanto, escapan a los registros y se ignora si regresarán.