Un año nuevo versátil
En este año que termina no podemos decir que hayamos tenido mucha variedad en los temas; todo giraba alrededor de la corrupción, los chanchullos, las mordidas, la presión de los nacionalistas o el nepotismo, y esto huele ya a puchero enfermo: queremos renovación, que los chorizos vayan donde les corresponde o sea al trullo, y que la seriedad vuelva al terreno de la vida cotidiana, que ya nos lo vamos mereciendo. También que haya variedad, que haya ilusión, porque los humanos somos versátiles, somos capaces de interpretar varios papeles a lo largo del esa obra de teatro que es la vida como actores que somos de nuestra propia historia. Lo mismo que los profesionales del cine.
Por ejemplo, el último Bond, James Bond, que luego de hacerse una imagen revestida de smoking y corbata de lazo, de codearse con la Reina de Inglaterra en un vídeo que dio la vuelta al mundo y de encasillarse -o encorsetarse-, en un personaje mítico del que parecía difícil salirse, va y se mete de lleno en una obra de William Burroughs, autor de Querer, el libro adaptado para la película del mismo nombre, en la cual el protagonista desciende al infierno de las drogas y el sexo desaforado y borra de un plumazo a aquel Daniel Craig que conocimos, tan circunspecto, seductor, eficaz espía y arrebatadoramente atractivo que protagonizaba las cintas, siempre divertidas, inspiradas en las obras de Ian Fleming.
Me parece bien, incluso muy bien, que uno pueda desdoblarse en facetas insospechadas aun cuando nunca nos lo hubiéramos podido imaginar. La vida es un poliedro divertido si sabemos manejarla y los humanos somos mucho más polifacéticos de lo que ni lejanamente sospecharíamos. Incluso siendo británico. Aquí, que somos más vivalavirgen que los ingleses, aunque solo fuera por salir del hoyo en que nos encontramos, podríamos hacer el esfuerzo y ensayar esa propuesta de versatilidad que haría mejorar nuestro estado anímico, psicológico, económico y hasta físico. Hagamos el esfuerzo. Aunque sólo sea por variar. ¡Feliz año nuevo!