El regreso de la «mili»: un debate ante el que España cierra los ojos
El servicio militar obligatorio, la «mili», fue una de las políticas que marcaron el paradigma nacional a lo largo del siglo XX. Todos los jóvenes, a partir de los 18, debían ser enrolados en las Fuerzas Armadas para adiestrarse en el manejo de armas de fuego, conocer las dinámicas dentro del Ejército y, en definitiva, valer como reserva humana en caso de conflicto.
Hoy día las Fuerzas Armadas de España son «profesionales» y están estructuradas en torno a 130.000 efectivos repartidos entre los tres Ejércitos (tierra, mar y aire). El fin de la «mili» supuso el desenlace de una época. Desde finales del siglo XIX, y durante todo el siglo XX, el servicio militar obligatorio, la conscripción, fue el pilar fundamental de los grandes ejércitos de la época, ya fuera francés, alemán o ruso (soviético). Era un paso natural que los jóvenes de todos estos países se presentaran a filas y contribuyeran a la llamada defensa de la patria ante un futuro conflicto militar con otro país. La idea era que la población masculina tuviera unas nociones y preparación básicas que pudieran ser reactivadas en caso de movilización, puesto que era más sencillo encuadrar reservistas que hombres que no disponían de educación marcial.
La llegada de los ejércitos «profesionales» y de un reclutamiento limitado, donde los voluntarios debían pasar una serie de exámenes teóricos y físicos para entrar, fue bien recibida en todos los países occidentales. La calidad y predisposición de los combatientes se elevó con creces y, ahora mismo, han conseguido estándares que antes de 2001 eran imposible simplemente por el tiempo de servicio, que era un incordio para el joven de turno, pero insuficiente para formar un buen soldado.
No obstante, y ante las transformaciones geopolíticas, la «mili» está regresando al entorno europeo rápidamente. De hecho, en las tres repúblicas Bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) es ya obligatoria. En un contexto manchado por la guerra en Ucrania y el rearme de la OTAN, la vuelta del servicio obligatorio se ha puesto sobre la mesa en países como Alemania y Francia, donde ahora es voluntaria; aunque el canciller alemán Friedrich Merz ya ha abierto esa posibilidad de que realmente sea una mili forzosa. El evento que más ha movido la política continental en esta dirección ha sido, sin duda, la guerra de Ucrania.
El país centroeuropeo se enfrenta a una invasión rusa desde febrero de 2022 y, desde entonces, ha reclutado sucesivamente a quintas para apoyar las ofensivas, defender posiciones y, sobre todo, reemplazar las decenas de miles de bajas sufridas en la lucha. Ha quedado patente que para defender o atacar se requieren de miles de combatientes y, por tanto, de una población preparada. En nada se parece este conflicto a las intervenciones quirúrgicas en Afganistán o a la guerra limitada de 1991. Al contrario, ha necesitado la movilización casi total de la población, como en las contiendas del siglo XX. Sabido esto, queda preguntarse: ¿tiene sentido que la «mili» vuelva en España? Por el momento, el debate no ha salido a colación, pero puede que no tarde en llegar.
Según los responsables de El Orden Mundial, Fernando Arancón y Eduardo Saldaña, lo consideran un aspecto ineludible del panorama nacional. Ahora bien, si tiene sentido o no dependerá de los objetivos y la visión estratégica que tenga el país ibérico. España ha ido perdiendo su lugar y ya no tiene realmente una proyección en los asuntos internacionales. Por tanto, quizá el mejor movimiento no sea revertir la decisión tomada en marzo de 2001, sino incrementar los efectivos profesionales y, ante todo, aumentar el poder de disuasión con sistemas de alcance estratégico.
La geopolítica es un asunto que se juega en un tablero similar al del ajedrez, donde cada movimiento debe ser pensado y tiene un fin calculado. El implementar políticas de carácter nacional ante «amenazas» y «alarmas» que son difusas, y que no están definidas, puede ir en detrimento del país que las aplica. Pero aquí, como en todo, los intereses políticos coyunturales mandan.