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José Ángel López Jiménez: "No se magnifica ni es más grave una masacre por usar el término ‘genocidio’"

La diferencia entre genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra y el crimen de agresión es algo que José Ángel López Jiménez, profesor en la Universidad Pontificia de Comillas, experto en Relaciones Internaciones, aclara en el libro «La era de los genocidios» (Almuzara) haciendo un recorrido por las masacres humanas más terribles desde la Segunda Guerra Mundial y tratando de hacer entender al lector por qué no todas son juzgadas igual por el Derecho Internacional.

¿Qué implicaron los juicios de Núremberg en el Derecho Internacional?

Jugaron un papel definitivo. En el Derecho Internacional clásico, que es el que llega hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, los únicos sujetos relevantes de este ordenamiento jurídico eran los Estados. A partir de ese momento, adquieren importancia los individuos, que pueden cometer crímenes internacionales como los que se juzgan en Núremberg y Tokio, y al mismo tiempo pueden recibir demandas para ser juzgados. Legitimación activa y pasiva.

En aquel momento aún no existía el término genocidio. ¿Cuándo nace?

En el año 43. En contra de lo que muchos creen, en los juicios de Núremberg por el Holocausto solo se juzgaron crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y también el equivalente al actual crimen de agresión. En ese momento, Lemkin, que es quien finalmente acuñó el término de genocidio, y Lauterpacht, estaban debatiendo entre si se ponía la atención en el grupo étnico, religioso, cultural, o si se ponía en la protección individual de las personas. Ese es el debate entre estas dos categorías que finalmente coexisten en la Corte Penal Internacional, que son, por un lado, los crímenes contra la humanidad y, por otro lado, el crimen de genocidio. El concepto queda acuñado al final de la Segunda Guerra Mundial y es la base que se toma para la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio.

¿Qué tiene que implicar la violencia sobre una población para que se considere genocidio?

La diferencia fundamental con los crímenes contra la humanidad, los crímenes de guerra y con el crimen de agresión, es que en el caso del genocidio hay que demostrar la intencionalidad del criminal. Salvo en contadísimas ocasiones, como pueda ser el Holocausto, no existe un plan previamente diseñado en una estructura social, desde la cúspide del Estado hasta las bases, preparado para que se perpetue una masacre sobre un pueblo. De ahí que se confundan en numerosas ocasiones las distintas categorías. La masacre de Srebrenica es un ejemplo claro de lo difícil que es demostrar esa intencionalidad. El Tribunal Penal para la antigua Yugoslavia terminó condenando en 2017 tanto a Radovan Karadzic como a Ratko Mladic por los tres crímenes: genocidio, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Sin embargo, la Corte Internacional de Justicia, que es el órgano judicial de Naciones Unidas que resuelve controversias entre Estados, denegó que hubiese existido genocidio porque no apreció en ninguno de los dos Estados un diseño como el del Holocausto, desde la cúspide. Pero, sí reconoció que se habían dado multitud de operaciones de limpieza étnica. Estas son agresiones contra la población civil, pero si no se puede demostrar la intencionalidad de eliminar a un grupo étnico, son consideradas crímenes contra la humanidad y, eventualmente, crímenes de guerra, pero no genocidio.

¿Desvirtuamos el término “genocidio”?

Tendemos a magnificar cualquier masacre usando el término genocidio, pensando que es mucho más grave que un crimen de guerra o que un crimen contra la humanidad. Y no es así. Se devalúa el concepto de genocidio cuando lo aplicamos absolutamente para cualquier masacre, porque en realidad, no es tan sencillo. En el caso de Darfur, por ejemplo, en 2005, el concepto de genocidio quedó bastante arrinconado, incluso por parte de las ONG Human Rights Watch y Amnistía Internacional, porque consideraban que lo que se estaban cometiendo era, en un contexto de guerra civil y de golpes militares, una multitud de masacres tremenda. Los únicas que reconocieron como genocidio lo que estaba sucediendo en Darfur fueron las autoridades norteamericanas. También la Asamblea General de Naciones Unidas. Sin embargo, curiosamente, los líderes europeos fueron mucho más prudentes porque era muy complejo demostrar la intencionalidad.

El debate sobre genocidio también lo hemos visto en Gaza. ¿Cuál es su opinión en este caso concreto?

Israel tenía la evidente capacidad de desarrollar una legítima defensa frente a los atentados de Hamás. El problema es cuando excedes todos los límites, no solo con Gaza, sino también con Cisjordania, con el Líbano, con Yemen, con Siria... y aprovechas la ocasión para reconfigurar toda tu región. La orden de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional hace un año y medio dictó una orden de búsqueda y captura contra Netanyahu y su ministro de Defensa. ¿Por genocidio claro? No. Por crímenes de lesa humanidad. De momento, se está considerando si por genocidio. Por otro lado, ante la Corte Internacional de Justicia está la demanda de Sudáfrica, a la que se han sumado más de 30 Estados, incluido el español. Esta demanda sí considera que el Estado de Israel está violando los términos de la Convención para la Prevención y Sanción del Genocidio. Nos encontramos, por lo tanto, con dos recorridos diferentes desde el punto de vista judicial. Cabe la posibilidad de que sea condenado el Estado de Israel por violar determinados términos de la convención, sin embargo, a Netanyahu no se le persigue por genocidio sino por crímenes de guerra y por crímenes contra la humanidad.

De todas las masacres que menciona en su libro, ¿cuál sería un genocidio de manual, incuestionable?

El Holocausto, sin duda lo es. Yo creo que el caso de Ruanda también.

A título individual, por parte de Ratko Mladic y Radovan Karadzic, lo que sucedió en Srebrenica, no en todas las guerras en la Antigua Yugoslavia.

El caso de la Camboya de los Jemeres Rojo es absolutamente un caso de genocidio por parte de los líderes de ese régimen político. Y creo que, por ejemplo, es un caso de genocidio el de los Rohingyas, que es mucho más reciente, expulsados por parte de las autoridades de Myanmar y que están en tierra de nadie, en la frontera con Bangladés.

También puede haber genocidios de tipo cultural, por ejemplo el caso de los uigures en China, una minoría en el norte que está siendo discriminada por razones religiosas, porque son musulmanes y sobre todo porque quieren acabar con su identidad cultural. Por no hablar del caso de Putin, que está claro que lo que quiere es destruir una identidad étnica, una identidad cultural completamente diferente, asumiendo que los ucranianos en realidad son como una especie de ciudadanos rusos de segunda, que el idioma ucraniano es exactamente el mismo que el ruso, y sobre todo apuntando a cuestiones que tienen que ver incluso con la apropiación hasta de los literatos de la generación de la edad de plata ucranianos que los asume como propios. Es una destrucción no del pueblo, porque no puede acabar con más de 40 millones de personas, pero sí de su identidad cultural. Hay genocidios que no pasan por la eliminación física.

Es llamativo que sigan pasando este tipo de masacres con todo el aparato jurídico que ahora mismo existe. ¿Cuál es el caldo de cultivo?

Los intereses geopolíticos de las grandes potencias.

Por primera vez desde casi los años 90, desde la invasión de Irak a Kuwait, se ponen todos de acuerdo en el Consejo de Seguridad y no ejercen el derecho de veto, ni Rusia ni China, sobre el tema del Sahara Occidental, que supone entregar el Sahara de facto a Marruecos cuando no ha tenido derechos soberanos y cuando la propia Naciones Unidas ha venido negando este tipo de derecho.

Una semana después, se ponen de acuerdo también, y esto ya es más sospechoso, en aprobar una resolución con los 20 puntos del Acuerdo de Paz de la Franja de Gaza. Rusia y China aprueban esto. Uno puede sospechar que algo se está cociendo. Y entonces aparecen los famosos 28 puntos del Acuerdo de Paz de Ucrania, que es un auténtico reparto del botín de guerra por parte de Trump y por parte de Putin, colocando a la Unión Europea en una situación en la que vamos a ser una especie de pagadores, como si fuésemos responsables de la guerra. Es delirante. ¿Qué hay detrás de los genocidios? Intereses geopolíticos de las grandes potencias e intereses económicos, Las grandes potencias, que son las que normalmente cometen más crímenes internacionales, no se someten a la jurisdicción. Estados Unidos no forma parte ni de la Corte Internacional de Justicia ni de la Corte Penal Internacional. China tampoco, Rusia tampoco.

¿Es necesario para la economía que cada cierto tiempo haya una guerra?

Es una pregunta clave y complicada de contestar. Hay fuerzas políticas y grupos sociales que ven un gran negocio detrás del rearme de Europa. ¿La economía de guerra mueve dinero? Por supuesto. Detrás de los intereses de los fondos de inversión, de los complejos militares industriales en EE UU, Rusia, China, las grandes potencias... hay una gran industria de defensa y una serie de lobbies. Pero, no podemos adoptar una posición naíf si vemos lo que nos rodea. En España tenemos un auténtico volcán en el sur. La franja del Sahel está tomada por dictaduras militares que han estado apoyadas en buena medida por Rusia. Libia es un estado fallido hace mucho tiempo donde hay subsidiarias de Al-Qaeda con mil facciones que en cualquier momento pueden dar el salto hacia el sur de Europa. Pero, no podemos negar que dentro de los intereses geopolíticos también está la industria y la maquinaria de la guerra.

Cuando sucede una masacre contra una población, ¿qué parte de responsabilidad tiene Occidente?

Por acción o por inacción, una buena parte. El hecho de que grandes potencias como EE UU, China o Rusia no se sometan a la Corte Penal Internacional está dejando al continente africano en una posición muy delicada. Hay varios Estados que se han retirado de la Corte Penal Internacional porque dicen que, en realidad, su carácter no es internacional sino regional porque solo se juzga a dirigentes, militares y políticos africanos. Y es verdad.

Estados Unidos, por ejemplo, fue el único que calificó claramente a lo ocurrido en Darfur, como genocidio, pero, desde los años 80, les estuvo armando hasta los dientes Las industrias y las capacidades para armar a África las tienen Occidente, China y Rusia. Occidente tiene una responsabilidad y la Unión Europea también, porque ahora mismo peso político o diplomático está en mínimos.

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