La muerte de Baumgartner

La muerte de Baumgartner

Es imposible leer el último libro de Paul Auster sin tener presente el cercano deceso del escritor.

He estado leyendo el libro que Paul Auster publicó alrededor de un año antes de morir hace tres semanas, el último día de abril.

A quién le importa. Aclaro: a quién le importa lo que yo he estado leyendo. Por el contrario, la muerte de Auster, a mucha gente, a juzgar por la notoria repercusión que ha tenido.

Es imposible leerlo sin tener presente el cercano deceso del escritor, que cuando lo terminó aún no sabía que muy pronto el cáncer acabaría con su vida. Por consiguiente, el libro se lee como si el autor, a ratos agobiado y otras veces gozoso, nos mirara de frente para contar la historia del profesor emérito de Filosofía, Baumgartner, evitando afrontar el inminente destino agazapado tras él que esperaba impaciente a que lo acabara y, mientras tanto, cubría al escritor y más tarde a los lectores por igual con un velo de desasosiego o desolación.

Paul Auster murió a los 77 años. En la novela, hace una espléndida tarde de setiembre, Baumgartner sucumbe a la tentación del buen tiempo y va a reposar en el jardín bajo un cielo azul que debe ser el más azul que ha visto en años.

Piensa: “La tierra está en llamas, el mundo se consume, pero de momento sigue habiendo días como este y mejor será que lo disfrute mientras pueda”.

Quién sabe, continúa diciéndose, si será el último día bueno que verá en la vida, o el último día a secas. No espera caerse muerto ahora mismo, pero los hechos son como son y los números no mienten. Ahora tiene 71 años, pronto cumplirá 72, “y una vez que se entra en esa etapa de rendimiento decreciente puede pasar cualquier cosa”.

Baumgartner se interesa en el síndrome del miembro fantasma, la dolorosa sensación de que una extremidad que ha sido amputada todavía sigue ahí. Su interés se debe a que es la analogía más convincente y decisiva para describir lo que ha pasado desde la muerte súbita e inesperada de su esposa, que diez años después él no ha asimilado.

Como se sabe, el propio Auster perdió trágicamente a su hijo y a su nieta. Así, pues, sabía de lo que hablaba. Pero es lo cierto que nuestra propia experiencia justifica también la invasión compasiva que hacemos del mundo de Baumgartner.

carguedasr@dpilegal.com

Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.

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