El primer triunfo de Paret, el ciclista minimosca

El ciclismo pertenece a los cuerpos pequeños, livianos y con gran motor. Pesos pluma con capacidad para mover muchos watios y rendir en la recuperación del día a día. Los ciclistas suelen ser tipos menudos y vaporosos, tenues soplos de aire que suben las montañas como colibríes. El ganador de este martes en el Giro de Italia, Valentin Paret-Peintre, supera todos los cánones: 51 kilos, cuerpo sin cintura y casi sin glúteos para una percha de 1,76 metros. Se viene la décima etapa de un Giro sometido a la voluntad de Pogacar , una carrera que casi descansa y concede oportunidades cuando el fenómeno esloveno se muestra inapetente. Hay fuga camino de Bocca della Selva, un puerto en mitad de los Apeninos de 18 kilómetros y pendiente media de 5,6 por ciento, y el equipo de Pogacar no está por la labor. Marcaje en la distancia y visto para sentencia ese grupo de 26 ciclistas en el que viaja el sevillano Juampe López. En el puerto que cierra la jornada se escapa Tratnik, esloveno del Visma que pretende dar una alegría al equipo que ha sufrido con las lesiones de Vingegaard y Van Aert. Los 360 watios que mueve en la escalada no le valen para llegar a la meta. Cede en la velocidad y Paret-Peintre encuentra su opción después de saltar del grupo de fugados y abandonar a Bardet. Es la imagen del hambre, de las privaciones del ciclismo, del rigor de la báscula. Un peso minimosca, cuerpo escuálido de piernas afiladas, trasero y cintura invisibles y un tronco de niño, se dirige hacia la victoria. Muy activo durante el Giro, el francés del Decatlón consigue al fin su primera victoria profesional, tres años y 238 días después de la última, una carrera de aficionados en Francia cuando era entonces, sí, un juvenil en el organismo de un niño.

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