Ayrton Senna, 30 años de duelo para el piloto que hablaba con Dios

En la curva de Tamburello, circuito de Ímola, no caben más banderas en las vallas de protección situadas unos metros más allá de la estatua que rinde culto al piloto con más carisma de la historia de la F1, Ayrton Senna. El brasileño murió hace 30 años (1 de mayo de 1994) en este giro a izquierdas que hoy amanece con sol radiante un viernes cualquiera de carreras. Hay estandartes de muchas naciones, un 'Viva España' se cuela entre cientos de enseñas de Brasil, colores verde y amarillo como el casco que con la publicidad de 'Nacional' popularizó el piloto de Sao Paulo por todo el mundo. Ayrton Senna, su leyenda, su mítica velocidad, el carisma que rezumaba según cuentan las personas que lo conocieron, es un referente para los pilotos de Fórmula 1, sobre todo para los más veteranos que se lanzaron al mundo del karting por la influencia del brasileño. Noticias Relacionadas estandar No ciclismo La Vuelta a España saldrá de Mónaco en 2026: una negociación de tres años josé carlos carabias estandar Si fórmula 1 Aston Martin entra en crisis: Alonso tiene 60 puntos menos que en 2023 José Carlos Carabias «Fue una inspiración, su velocidad, su casco amarillo», les cuenta Alonso a unos aficionados por videollamada en un robot. «Fue mi héroe, mi ídolo de la niñez. Para mí Brasil es un lugar especial por él», comenta Lewis Hamilton. Ayrton Senna conquistó tres Mundiales (1988, 1990 y 1991), logró 41 victorias y 65 poles, pero más que sus números era su carisma lo que contagiaba. Su forma de correr, siempre a la heroica, al todo o nada, como en sus choques voluntarios con Alain Prost, su mensaje singular, su casco amarillo, aquel Lotus negro con la publicidad de 'John Player Special' que llenaba de fotos las carpetas de los adolescentes de la época. Senna era el piloto que hablaba con Dios. Lo contó él mismo en la primavera de 1988. En el circuito urbano de Mónaco, Senna conducía el McLaren blanco y naranja como un ángel. En la clasificación le sacaba décimas, segundos y finalmente un minuto a su compañero y rival Alain Prost. Pero durante la carrera, mientras pilotaba mejor que nunca, deslizando ágil sobre la pista por encima de todos, recibió un advertencia que él, creyente profundo, atribuyó a Dios. Senna chocó contra uno de los muros en el puerto de Mónaco y el accidente no lo atribuyó a las ruedas, el chasis, sus ingenieros, el aceite sobre la pista o simplemente un fallo humano. «Aquello no fue un error de pilotaje. Era el resultado de una lucha interna que me paralizaba y me convertía en invulnerable. Tenía un camino hacia Dios y otro hacia el diablo. El accidente sólo fue una señal de que Dios estaba allí esperándome para darme la mano. Vi a Dios. Él fue quien me guio. Tuve señales que me indicaron sus deseos y su poder. Por encima de todo. Su poder para controlar lo que fuera, todo. Algunas personas nunca vivirán la experiencia que yo viví, y no creerán lo que digo, pero yo me limito a relatar la experiencia que viví, como un hecho». Seis años después falleció en Ímola. Una varilla de la suspensión del Williams atravesó la visera de su casco provocándole una fatal herida en la cabeza. El Gobierno de Brasil decretó tres días de luto y un entierro con honores de Estado. Más de un millón de personas participaron en su traslado al cementerio. Su tumba en Morumbi es hoy uno de los principales reclamos turísticos de Sao Paulo. Adrian Newey, el ingeniero estrella que se marcha de Red Bull con probable destino a Ferrari, fue el ingeniero que diseñó aquel coche en el que murió Senna. En su biografía, «How to build a car» (Cómo construir un coche), se siente responsable de su fallecimiento. «Fui uno de los altos ejecutivos de un equipo que diseñó un coche en el que un gran hombre murió. No importa si esa columna de dirección causó el accidente o no, es imposible olvidar el hecho de que era una pieza de diseño mala, que nunca debería haberse permitido en el coche», escribió. Los pilotos de Fórmula 1 han homenajeado durante el gran premio en Ímola la memoria del brasileño. También la del otro piloto que murió en ese mismo fin de semana, durante la clasificación, el austriaco Roland Ratzenberger. Por iniciativa de Sebastian Vettel, retirado hace dos años y cuyo nombre ha surgido como posible retorno en sustitución de Hamilton en Mercedes, los pilotos acudieron a la curva de Tamburello y rindieron culto a la leyenda. «Fue el primer y único ídolo que tuve. No se trataba solo del talento para él, también del trabajo duro detrás, y la combinación de las dos cosas lo hacía muy especial, tenía un talento increíble, y era muy inspirador», declaró Charles Leclerc. «Desde que llegó a la Fórmula 1, sabía que estaba hecho de una manera diferente a cualquier otro. Es uno de los mejores pilotos de toda la historia, pero lo más importante, el más carismático », expresó Carlos Sainz.

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