Ana Peleteiro se cuelga el oro más brillante

No podía ser otra que Ana Peleteiro , la estrella más reconocible del atletismo español, la que firmará la primera victoria de la delegación española en el Europeo de Roma. Un oro brillante con un salto larguísimo de 14,85 metros, el segundo mejor de toda su carrera tras el que logró en los Juegos de Tokio. La gallega exhibió poderío, consistencia y ese gen competitivo que la convierte en un valor seguro en las grandes competiciones. Su éxito llegó acompañado de dos medallas más, la plata de Mohamed Attaoui en el 800 masculino y el bronce del equipo femenino de medio maratón. Si había dudas sobre su rendimiento tras la maternidad, Peleteiro ya las despejó en el pasado Mundial en pista cubierta, donde se colgó el bronce. Pero es que la versión mamá de la saltadora es sustancialmente mejor que la anterior. Aquella jovencita rebosaba talento, fuerza y desparpajo. Ahora, sin perder todo aquello, ha sumado una mayor conciencia de lo que suponen la disciplina, el esfuerzo y la constancia. El resultado es asombroso. Para subirse al podio la gallega, 28 años, desplegó todo el catálogo de gestos que le ayudan a concentrarse en la tarea, en visualizar el mejor salto posible. Con el rostro serio, casi de enfado, golpeándose el hombro, pidiendo a gritos el apoyo del público y enviándose órdenes a sí misma para exigirse el máximo. Como su compañera de entrenamientos, Yulimar Rojas, resulta un espectáculo verla en acción. Peleteiro comenzó en 14,37, su mejor marca al aire libre este curso, y se colocó primera. Podía ser, incluso, un salto de oro. Mejoró un poco más al segundo intento, hasta los 14,46. El podio estaba encarrilado, pero surgió una rival inesperada. La turca Tugba Danismaz aprovechó ese segundo salto para irse hasta 14,57 metros, marca personal para ella y nuevo récord de su país. Un revés inesperado para la española, que supo que debía exigirse aún más. A la tercera volvió a mejorar: 15,52, insuficiente todavía para recuperar la primera plaza, pero demostrando que tenía bastante más dentro. Aquí, un inciso. No ha sido pequeño el runrún generado estos días con el pasillo de saltos del Olímpico de Roma, un tapete grisáceo cuyo sonido y reacciones hacían sospechar que actúa como un pequeño trampolín. Jordan Díaz, por ejemplo, lo estrenó por la mañana en la clasificación del triple masculino con un salto de 17,52, el mejor de todos los participantes. Y el sábado dejó unas marcas espectaculares en la final de longitud, con ocho hombres por encima de los ocho metros y dos saltos de 8,65 para el campeón Miltiadis Tentoglou . El caso es que el pasillo, impulsase o no, era el mismo para todas. Bajo la lluvia que arreciaba en Roma, Peleteiro atacó el cuarto intento y se elevó casi como nunca: 14,85, a solo dos centímetros de su mejor salto de siempre, el que le dio el bronce en los Juegos de Tokio, el que sigue siendo, hasta ahora, su mejor recuerdo deportivo. De la emoción, Peleteiro casi resbala al salir del foso. Sabía que su salto era de oro. Y aún sabía mucho más. Enseguida fue junto a Iván Pedroso para conocer el resultado. Juntos soltaron una carcajada pensando en lo que un desempeño así podrá suponer en los Juegos. Porque hay un objetivo aún mayor esta temporada para la española, y quedan menos de cincuenta días. Visto lo visto, tras la lesión de Yulimar hay cada vez más opciones de ver a Peleteiro con un oro olímpico. Sería la coronación definitiva, el éxtasis total de la madre de Lúa. Con el primer puesto en el bolsillo la gallega arriesgó en el quinto salto: nulo. Y ya como campeona, buscó los 15 metros en el sexto y último. Falló en la recepción y se quedó en 14,47, pero volvió a dejar la sensación de que tiene la marca muy cerca. Attaoui, descaro y talento para una plata Otra vez la juventud al poder. Mohamed Attaoui, de 23 años, se estrenó en el podio de una gran competición internacional tras acabar segundo en la final de los 800 metros. El cántabro remontó de forma ejemplar en la recta final, donde solo cedió ante el francés Gabriel Tual. El bronce se lo llevó el italiano Catalin Tecuceanu. Álvaro de Arriba, valiente al tomar la cabeza al toque de campana, sucumbió en esa misma recta y acabó cuarto, el puesto más ingrato. Peores sensaciones mostró Adrián Ben, el tercer español en la final. El gallego fue sexto. Al igual que ocurrió con Marta García , el éxito de Attaoui habla muy bien de su decisión de marcharse a Suiza para ponerse a las órdenes de Thomas Dreissigacker. Será otra baza en los Juegos.

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