Pogacar es inabarcable: nueva lección para tumbar a Vingegaard y acariciar su tercer Tour

Los Pirineos, ese gran fenómeno geográfico que separa España de Francia, desde este fin de de semana pasarán a llamarse cordillera pirenaica-Tadej Pogacar. Al esloveno le bastaron las dos grandes etapas de alta montaña de este Tour para poner en práctica dos lecciones de ciclismo, tan diferentes como efectivas, para dejar en el camino a Jonas Vingegaard, su némesis en la lucha por la victoria, y acariciar su tercera ronda gala. Si el sábado mostró su faceta más agresiva, este domingo hizo uso de su cara paciente. El Visma se adueñó del pelotón durante toda la jornada para guiar a su líder a la victoria de etapa, cortando las alas de la fuga, y llevar al límite a su gran rival. Kelderman y Jorgenson se encargaron de reducir el grupo de los favoritos, y a diez kilómetros de la meta en plena ascensión del Plateau de Beille, llegó la hora de Vingegaard. El danés cambió el ritmo, aunque se percató de que Pogacar no tuvo problemas para mantenerse a su rueda. Por tanto, el vigente campeón del Tour aplicó un ritmo infernal para desgastar al esloveno, a la espera de encontrar el momento adecuado para su latigazo. Los metros pasaban y el del UAE no desfallecía. Vingegaard cometió un error imperdonable ante la magnitud del rival que tiene en frente. Miró de reojo y le permitió ver la flaqueza en sus ojos. Y el caníbal no perdonó. Atacó en busca de la reacción de su compañero de viaje, y al ver su incapacidad para seguirle, se dirigió imparable hacia la meta en solitario. Logró llegar un minuto y ocho segundos antes, lo que amplia su ventaja en la general hasta los 3:09. Lo único que le queda al danés, al nivel al que está Pogacar, es un auténtico milagro.

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