Enviados a la intemperie

Ustedes vieron por la televisión una ceremonia colosal, brillante. ¡Qué palacios tiene París! ¡Qué bonito el Sena! Sin embargo, deben saber que, cuando los barcos pasaban bajo el majestuoso puente de Alejandro III, con sus estatuas doradas y sus sueños imperiales, ahí abajo, en lo más oscuro, entre barrotes de hierro y orines humanos, apoyado difícilmente en un bordillo, con el ordenador sujeto entre las piernas, justo ahí, estaba un servidor escribiéndoles la crónica . Por las pantallas gigantes se veía a María Antonieta con la cabeza cortada, como si la Revolución Francesa hubiese triunfado de verdad, pero el viernes no hubo ni fraternité ni egalité y a los periodistas solo nos quedaba la liberté de meternos debajo de un... Ver Más

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