El miedo paralizante a Mbappé

Si Kylian arranca la moto desde su propio campo y, con una inmensidad verde por delante, abre el gas de sus poderosas piernas y se presenta en el área contraria, es imposible no temer que un toque o movimiento mal dado provoque un penalti o incluso una expulsión. Sucedió cuando apenas se habían cumplido cinco minutos de partido, y Maffeo y el atacante del Madrid acabaron por los suelos. Espectadores propios y ajenos abrieron las manos, se miraron dudando y esperaron. No pasó nada. Si Mbappé merodea por el área y el balón cae en su pies, no es fácil arrebatárselo. Lo acaricia, levanta la cabeza y, esta vez sin prisa, piensa y busca la forma de sortear contrarios. Y estos, sabedores de su habilidad con ambos pies, optan por la cautela y prefieren actuar sin excesiva contundencia. Por si acaso. Ocurrió poco después, en el minuto 12, con el agravante de la participación de todo el elenco de artilleros blancos. En una sinfonía de más de dos minutos de pases ininterrumpidos, la pelota pasó por las botas de Bellingham, del citado francés y de Vinicius hasta desembocar en la diestra de Rodrygo. Este se colocó, ajustó la mirilla, disparó... y gol. Si el galo, ubicado en la demarcación de puro delantero centro que parece haberle ordenado Ancelotti , está quieto parado, échate a temblar. El '9' honra el dorsal que lleva en la espalda y, en un visto y no visto, en cuanto intuye el pase de un compañero, sale disparado por tierra o se eleva en el aire buscando el esférico como un poseso. Y casi siempre lo alcanza. Así lo hizo en el minuto 24 tras un envío raso de Vinicius desde la izquierda. Mbappé llegó un poco forzado y el remate salió desviado hasta tocar el lateral de la red, pero fue otra muestra del temible catálogo que exhibe la estrella blanca. El repertorio de un futbolista con tantos y tan variados registros descoloca a los defensas. No se trata de miedo como definición literal y peyorativa del vocablo. Es lógica prudencia ante la diversidad de maniobras a las que se enfrentan. Y es ahí, en esos preciados segundos, o décimas de segundo, de duda donde la 'Tortuga' es letal. Cuando quieres reaccionar, ha dado un pase definitivo o ha ejecutado un remate imparable. Y el daño es irreparable. Eso sí, no le hagan a Mbappé encargos defensivos. Porque ahí, a la vera de Courtois , pierde su esencia, su fútbol y casi todo. ¿Quién le ordenó al parisino marcar a un coloso como Muriqi en un córner? Cuando vio llegar la pelota por el cielo, el fornido delantero mallorquín se quitó de encima a Kylian de un preciso manotazo. El francés no supo que hacer. En esa tesitura fue él quien se quedó paralizado. A escasos centímetros, ni Bellingham ni Rudiger tuvieron la rapidez necesaria para hacerle la cobertura. Y claro, el bravo kosovar bermellón se elevó y conectó un cabezazo seco y certero hacia la red blanca. Gol, empate y primer resultado inesperado para el Real Madrid .

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